Los "catadores de drogas" de Colombia

Arturo Wallace
BBC Mundo, Bogotá
Son las 10:30 de la noche de un viernes en las afueras
de Bogotá y la que está llamada a ser la fiesta de música electrónica más importante del año empieza a llenarse.
A esta hora los DJs llevan rato haciendo sentir sus mezclas en tres gigantescas carpas y el olor dulzón de la marihuana ya es más fuerte que el del pasto recién cortado.

Y, en una esquina del complejo deportivo alquilado para el "rave", un grupo de jóvenes está a punto de completar la instalación de una novedosa adición a las noches de fiesta bogotanas: un laboratorio de análisis de sustancias ilegales.
"Podemos realizar pruebas químicas que nos permiten definir dos cosas: es o no es la sustancia que se supone le vendieron al usuario, y si esa sustancia tiene o no tiene algún adulterante reconocido como peligroso", le explica a BBC Mundo Julián Molina, de la ONG Acción Técnica Social (ATS).
clic
"La idea es que tenga una información confiable que le permita tomar una mejor decisión acerca de si consume o no la sustancia que adquirió", dice de la iniciativa clic"Échele cabeza cuando se dé en la cabeza", la que cuenta con el apoyo del Ministerio de Salud y Protección Social y la Secretaria Distrtital de Salud de la Alcaldía de Bogotá.


Afiche informativo de ATS

Los afiches y folletos de ATS están diseñados por emblemáticos artistas urbanos bogotanos.

Enfoque alternativo

La intervención aprovecha que la legislación colombiana no penaliza el porte de pequeñas cantidades de drogas para uso personal, ni su consumo.
Y es un buen ejemplo de un enfoque relativamente novedoso –al menos en Colombia– frente a los problemas causados por el consumo de drogas: el de "reducción de riesgo y daño".
"El tema es que Colombia hace rato pasó de ser un país exportador (de drogas) a ser un país consumidor, y ahora está pasando de ser un país consumidor a ser un consumidor problemático", explica Julián Andrés Quintero, el director ejecutivo de ATS.
"Y nosotros partimos de la base de que hay gente que está consumiendo, no va a dejar de consumir y no tiene problemas graves derivados del consumo. Así que lo que hacemos es brindar información para que esas personas adopten conductas de menor riesgo, que no sólo tienen un impacto sobre su propia salud, sino también sobre la salud social", le dice a BBC Mundo.
Es por que justo en la puerta de la carpa que alberga al laboratorio de análisis de sustancias ilegales también hay una mesa con literatura sobre las drogas –legales e ilegales– más consumidas por los jóvenes bogotanos.
Y los folletos, ilustrados por algunos de los más destacados grafiteros y artistas urbanos de la capital –Toxicómano, DJLU, Lesivo, Orfanato, Saga y Darkas, entre otros– vuelan como pan caliente entre los asistentes a "Radikal Styles 2013", el rave más esperado del año.
María Paula, de 22 años, con el cabello teñido de fucsia y un piercing en el labio, se muestra particularmente interesada en el que tiene información sobre el éxtasis y el que se refiere a las sustancias inhalantes.
Después de todo, le dice a BBC Mundo, esas son las sustancias que ella más consume.
Y, aunque lo hace desde hace seis años, admite que todavía puede aprender más sobre ellas y sobre los riesgos asociados, que son varios.
"Si lo combinas con alcohol (el éxtasis) puede producir un 'golpe de calor' ocasionando deshidratación, náuseas y desmayos", se lee, por ejemplo, en el folleto sobre la droga que también conocida como MDMA, "pills" o "tachas".
"La combinación con cocaína aumenta la presión arterial y afecta el sistema nervioso, provocando efectos no deseados", agrega el plegable.

Sin abandonar la lucha


A la par de los enfoques alternativos en la lucha contra las drogas, cuyo debate a nivel internacional también está impulsando, Colombia continúa peleando de frente contra el narcotráfico de formas más tradicionales.
Un ejemplo es su programa de erradición de cultivos de coca, que en 2012 permitió reducir el área cultivada en un 25% con respecto al año anterior.
Las autoridades también han priorizado la lucha en contra del microtráfico, como se conoce al tráfico de drogas para consumo interno.
Este fenómeno ha venido en franco aumento en los últimos años y ya no tiene nada de micro, pues se estima que actualmente una de cada cinco toneladas de cocaína producidas en Colombia se destina al mercado local.
En abril pasado el presidente Juan Manuel Santos le dio a la policía un plazo de dos meses para acabar con las 24 principales "ollas" de microtráfico existentes en el país.
Una vez cumplido el plazo, y como resultado de esa órden, se había logrado la captura de 1.674 personas y la incautación de 536.154 dosis de alucinógenos, pero el problema aún está lejos de haber sido erradicado.
El mandatario acaba de extender el plazo para atacar otros tantos nuevos expendios dedicados a la venta de drogas dentro del país.

Alcohol, LSD, éxtasis y coca

Más tarde, en el laboratorio de análisis de sustancias, escucharé a Julio Molina repetirle esa advertencia a una joven interesada en saber más sobre algunas de las drogas que llevó consigo a la fiesta.
Para ese entonces apenas pasa de la medianoche –el rave, que eventualmente convocará a unas 3.000 personas está supuesto a durar hasta las cinco de la madrugada– pero la chica, de únicamente 19 años, dice haber estado mezclando alcohol, cocaína y lo que ella cree es LSD y éxtasis.
En lo del éxtasis tiene razón: la prueba de laboratorio da positivo por MDMA –la sustancia activa del "E"– y ella lo celebra palmas en alto, las pupilas extraordinariamente dilatadas, con una de sus amigas.
Para su decepción, sin embargo, la cocaína nada más tiene entre un 25% y un 50% de pureza.
Y aunque el laboratorio de ATS todavía no tiene los reactivos necesarios para hacer análisis de la que ya es la segunda droga más consumida por los universitarios colombianos, el LSD, hay cabida para una advertencia.
"Lo más probable es que no sea LSD", empieza Molina, quien es químico farmacéutico de formación.
"Lo que ahorita se está vendiendo en Bogotá no es LSD. Los consumidores que lo conocen saben que no es", me dice.
Luego explica uno de los potenciales problemas: el efecto de un cartón completo de ese falso LSD –a su juicio, probablemente 25I-NBEOME con un agregado para generar el efecto psicodélico– dura de dos a cuatro horas, mientras que el efecto de la droga original puede durar de ocho a 12 horas, y a veces más tiempo.
De seguido, suelta la advertencia en cuestión: "el día que se encuentren con LSD de verdad no van a poder pilotear ese viaje", dice, mientras también advierte sobre los riesgos cardíacos asociados a una sobredosis de ácido lisérgico.
Según Molina, algo parecido también pasa con el falso MDMA (o éxtasis), que aunque es una anfetamina, tiene un efecto muy diferente a otras de su tipo, "que es esa sensación de empatía que sienten las personas hacia las demás".
Y si a un usuario familizarizado con la droga le "dan gato por liebre", como se dice coloquialmente, "existe el riesgo de que se sobredosifique buscando ese efecto de empatía"señala.

Radikal Styles 2013

Unas 3.000 personas asistieron a la edición de este año de Radikal Styles.



"Rumba segura"

Esta noche, sin embargo, todo el éxtasis que ha analizado ha dado positivo por MDMA, por lo que los consejos de Molina han girado sobre todo en torno a la necesidad de tomarlo con calma y no mezclarlo con otras sustancias.
Si se presenta algún problema, ahí está el equipo de paramédicos contratatado por los organizadores del rave, que es una de las condiciones de ATS para hacerse presente en este tipo de eventos.
"Radikal Styles es uno de los raves más importantes de Bogotá y de Colombia. Y sus organizadores son jóvenes que están conscientes de que el consumo de sustancias es común en este tipo de eventos, por lo que trabajan con nosotros para garantizar que los asistentes tengan información para el cuidado de su salud", explica Julián Quintero.
Como parte del concepto de "zona de rumba segura", que guía la intervención de ATS, la ONG también ha dispuesto al lado del laboratorio una "zona de recuperación" con cojines, mantas y agua.
De hecho, pasada la una de la madrugada, puedo ver cómo el énfasis de la intervención de la ONG pasa de la provisión de información, vía los folletos y el laboratorio, a este pequeño oasis de tranquilidad en medio de la fiesta.

Y es que el protocolo de intervención –explica Vanessa Morris, también de ATS– es que a determinada hora ya no tiene sentido seguir compartiendo información, porque ésta ya no entra: la gente ya está de fiesta.
"Eso lo intentamos hacer antes de que empiecen a consumir", dice Morris, quien durante lo que queda de la noche se encargará de repartir agua, mantas, dulce de guayaba y palabras tranquilizadoras entre las personas que ya pasaron la frontera entre el disfrute y "el raye" vinculado al consumo de alcohol y drogas.
Y, en estos casos, me dicen sus colegas Andrés Soto y Felipe Cuervo mientras la observan, la clave es hacer que estas personas se sientan cómodas y seguras, nunca juzgarlas.
Después de todo, sugieren, en algunos casos esa mala experiencia es necesaria para reconocer la importancia del consejo que le da nombre a la iniciativa de ATS: "Échele cabeza cuando se dé en la cabeza".
Una consigna que a ellos les gustaría convertir en el nuevo mantra de la noche bogotana.

Entradas populares