La oposición siria naufraga sin líder

Al Jatib culpa a la injerencia externa de su renuncia al frente del CNS
La falta de acuerdo en una reunión en Estambul pospone la elección de nuevo jefe

Óscar Gutiérrez Garrido
Madrid, El País
El ejemplo lo pone el líder opositor Moaz al Jatib: “Algunos líderes dicen: ‘Lucharé hasta el último soldado’. Y yo digo: Lucharé por los sirios hasta el último niño”. En román paladino: para algunos de los que tienen algo que decir desde el exilio sirio, la solución a la guerra civil pasa por la guerra y concluye en la guerra. Para Al Jatib, expresidente de la Coalición Nacional Siria (CNS), principal órgano de oposición al régimen, la violencia también puede cesar con diálogo. El boicot de la CNS a la futura cumbre de Ginebra no hace albergar sin embargo muchas esperanzas en el camino de la negociación.


El ejemplo anterior es solo uno de los que el religioso suní sirio pone para ilustrar las divisiones que hacen casi imposible que la trinchera política hable con una voz. El ruido de fuera no ayuda. Entrevistado en la Casa Árabe de Madrid, al término del Encuentro de Consulta Nacional Siria celebrado la pasada semana, Al Jatib, ya dimisionario, argumentó que si lo dejaba era porque había visto “muchas manos de Gobiernos vecinos alrededor de la CNS”. ¿Quiénes? “Países muy cercanos, hermanos”. Dos nombres copan esa hermandad con la revolución: Catar y Arabia Saudí.

Más ejemplos de Al Jatib: “Yo propuse un día que había que dialogar con el régimen y ellos —no pone nombres— lo rechazaron”. Otro más: “Unos países quieren que algunos grupos entren en la coalición, mientras que otros países, no”. Y por eso y porque la fórmula de Al Jatib para “arrinconar a El Asad a través de iniciativas políticas” no ha sido secundada, él lo dejó.

Los grandes trazos que pintó Al Jatib en Madrid han coincidido con los que ha dibujado, entre borrones, la cumbre de opositores celebrada esta semana en Estambul (Turquía). En el orden del día, entre otras cosas, la ampliación de la CNS a nuevos miembros. Y a la cabeza de las candidaturas, la de Michel Kilo, cristiano liberal de Latakia, que pretendía, con el empujón de Arabia Saudí, colar una veintena de representantes. Le ofrecieron cinco y se armó el lío.

Lo que subyace en ese lío recuerda a las “manos” de las que hablaba Al Jatib. Si la CNS, hasta ahora con 60 representantes de diferentes grupos de la oposición, crecía con gente apoyada desde Riad, la influencia de los Hermanos Musulmanes, ahora fuerte, y de Catar, que ha ganado la mano en principio a Arabia Saudí, sería menor. Tras ocho días de reuniones, Kilo obtuvo finalmente una decena de asientos nuevos. ¿Y quién sucede a Al Jatib? Eso se decidirá el próximo 12 de junio. ¿Y el Gobierno del nombrado primer ministro de la revolución, Ghassan Hitto? También para más adelante. Sin fecha. Donde sí hubo acuerdo es en boicotear la reunión de Ginebra que preparan Rusia y EE UU, como señal de protesta por la violencia desatada por el régimen en la ciudad de Qusair (Homs).

Al Jatib fue el primero en recibir el consenso para liderar la CNS, pero antes de él, otros opositores, a través de una organización más reducida, el Consejo Nacional Sirio —no confundir con la coalición—, contaron con el apoyo de Occidente: primero fue el suní Burhan Ghaliun, luego el kurdo Abdulbaset Seida y más tarde el cristiano George Sabra, que ahora acepta liderar en funciones la nueva agrupación opositora. Y en todo ese camino, la injerencia islamista y de países vecinos torpedeó el avance de la trinchera política y el apoyo sin condiciones de Bruselas y Washington.

Pero no solo por intromisión, sino también por omisión, Catar y Arabia Saudí concentran la atención —y a veces súplicas— de los rebeldes. En un apartado de la cumbre de Madrid, Mohamed Faris, general sirio desertor, conocido entre los suyos como el primer astronauta sirio —porque lo fue—, y miembro hoy del Ejército Libre de Siria, admitía que “los que dicen que son amigos del pueblo sirio no están ayudando a ese pueblo” con armas y municiones. ¿Llega menos armamento que antes? “Sí, sí, claramente”, respondía Faris, “recibimos muchísimas menos armas de los países vecinos”. Y esos vecinos, ¿quiénes son? “Usted ya lo sabe”.

Más de dos años después del estallido de la revolución, la oposición siria sigue fallando en su liderazgo. “Hay muchos héroes dentro del país”, se consuela Al Jatib, quien, a tenor de sus palabras, poco disfrutó al frente de la CNS: “Les deseo buena suerte”. Y ahora, ¿qué? “Se me ocurre trabajar en librerías para los niños refugiados o hacer muñecas para las niñas; hemos perdido a toda una generación”.

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