Grupos violentos se enfrentan con dureza a las fuerzas del orden en Belo Horizonte
Los vándalos incendian un concesionario y saquean varios comercios en las inmediaciones del estadio donde se ha disputado el partido Brasil-Uruguay
Juan Arias
Río de Janeiro, El País
Decenas de violentos asaltaron y prendieron fuego este miércoles en Belo Horizonte, capital del rico Estado de Minas Gerais, a un concesionario de automóviles y a otros dos edificios en las inmediaciones del estadio de fútbol de Mineirão, donde las selecciones de Brasil y Uruguay se enfrentaban en semifinales de la Copa Confederaciones. El resultado de la refriega entre violentos y policías fue de 25 detenidos y ocho heridos, uno de ellos grave tras caer desde un puente mientras huía de las cargas de la policía.
El peligro al incendiarse el concesionario de automóviles era que dentro de los coches pudiera haber gasolina y producirse explosiones. En grupos, algunos con la cabeza cubierta y provistos de máscaras antigás, los violentos saquearon otras tiendas y edificios cercanos y encendieron hogueras en las calles.
Un helicóptero de la policía volaba sobre ellos, pero los vándalos actuaban tranquilamente sin que las fuerzas del orden llegasen al lugar.
Los enfrentamientos en Belo Horizonte con las fuerzas del orden ya habían sido considerados días atrás como inevitables por la misma policía que esperaba la llegada de grupos violentos procedentes de São Paulo, Río de Janeiro y Rio Grande do Sul, como alertaron los servicios secretos. La policía de Minas Gerais había montado un cerco en un perímetro de tres kilómetros alrededor del estadio, instalando barreras en las calles para impedir el acceso al recinto y que solo pudieron franquear las personas provistas de una entrada para el partido.
Los grupos extremistas provocaron directamente el enfrentamiento con la policía, que respondió con una nube de gases lacrimógenos que provocó desmayos en decenas de manifestantes. La violencia se prolongó finalizado el partido. Sin embargo, la policía informó de que la marcha hacia el estadio de fútbol, que reunió a más de 50.000 personas, fue totalmente pacífica, con familias enteras en la calle e incluso con hijos pequeños.
Frente a los violentos, grupos de manifestantes hicieron cordones de seguridad y ofrecieron un ejemplo de solidaridad cuando abrieron vías en medio de la trifulca para poder socorrer a una persona herida, a la que la trasladaron en brazos hasta una ambulancia.
En Brasilia y Recife se registraron dos manifestaciones que discurrieron con total tranquilidad. En la capital federal, donde se dieron cita unas 2.000 personas, una ONG llevó 584 balones blancos que simbolizan a diputados y senadores con el siguiente mensaje: “Ahora el balón en vuestras manos”, refiriéndose a las medidas que deben aprobar para dar respuesta a las reivindicaciones de los manifestantes. En la protesta de Recife participaron tan solo unas 500 personas.
Juan Arias
Río de Janeiro, El País
Decenas de violentos asaltaron y prendieron fuego este miércoles en Belo Horizonte, capital del rico Estado de Minas Gerais, a un concesionario de automóviles y a otros dos edificios en las inmediaciones del estadio de fútbol de Mineirão, donde las selecciones de Brasil y Uruguay se enfrentaban en semifinales de la Copa Confederaciones. El resultado de la refriega entre violentos y policías fue de 25 detenidos y ocho heridos, uno de ellos grave tras caer desde un puente mientras huía de las cargas de la policía.
El peligro al incendiarse el concesionario de automóviles era que dentro de los coches pudiera haber gasolina y producirse explosiones. En grupos, algunos con la cabeza cubierta y provistos de máscaras antigás, los violentos saquearon otras tiendas y edificios cercanos y encendieron hogueras en las calles.
Un helicóptero de la policía volaba sobre ellos, pero los vándalos actuaban tranquilamente sin que las fuerzas del orden llegasen al lugar.
Los enfrentamientos en Belo Horizonte con las fuerzas del orden ya habían sido considerados días atrás como inevitables por la misma policía que esperaba la llegada de grupos violentos procedentes de São Paulo, Río de Janeiro y Rio Grande do Sul, como alertaron los servicios secretos. La policía de Minas Gerais había montado un cerco en un perímetro de tres kilómetros alrededor del estadio, instalando barreras en las calles para impedir el acceso al recinto y que solo pudieron franquear las personas provistas de una entrada para el partido.
Los grupos extremistas provocaron directamente el enfrentamiento con la policía, que respondió con una nube de gases lacrimógenos que provocó desmayos en decenas de manifestantes. La violencia se prolongó finalizado el partido. Sin embargo, la policía informó de que la marcha hacia el estadio de fútbol, que reunió a más de 50.000 personas, fue totalmente pacífica, con familias enteras en la calle e incluso con hijos pequeños.
Frente a los violentos, grupos de manifestantes hicieron cordones de seguridad y ofrecieron un ejemplo de solidaridad cuando abrieron vías en medio de la trifulca para poder socorrer a una persona herida, a la que la trasladaron en brazos hasta una ambulancia.
En Brasilia y Recife se registraron dos manifestaciones que discurrieron con total tranquilidad. En la capital federal, donde se dieron cita unas 2.000 personas, una ONG llevó 584 balones blancos que simbolizan a diputados y senadores con el siguiente mensaje: “Ahora el balón en vuestras manos”, refiriéndose a las medidas que deben aprobar para dar respuesta a las reivindicaciones de los manifestantes. En la protesta de Recife participaron tan solo unas 500 personas.