El sargento Robert Bales reconoce que mató a sangre fría a 16 civiles afganos en 2012
Los Angeles, EP
El sargento de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos Robert Bales ha reconocido que en marzo de 2012 mató a 16 civiles afganos a sangre fría, en el marco de un acuerdo con la fiscalía por el que evitará ser condenado a muerte.
Tras negociaciones con la fiscalía militar, Bales ha reconocido su culpabilidad en los cargos imputados, entre ellos 16 de asesinato premeditado, seis de intento de asesinato y siete de asalto, así como otros por alcohol y drogas.
La versión oficial del Ejército plantea que Bales, de 39 años, abandonó su base de Kandahar a primera hora de la mañana del 11 de marzo y se dirigió a dos pueblos para disparar y apuñalar a varias familias. Al menos nueve de los fallecidos eran niños. Bales ha reconocido que disparó contra diez de las víctimas y posteriormente las quemó, mientras que las otras seis únicamente las tiroteó.
"Fue una acción sin ninguna justificación legal", ha explicado durante la vista, en la que también ha declarado que se ha preguntado "millones de veces" por qué disparó contra esas personas. Sin embargo, "no hay una buena razón para explicar estas acciones horribles", ha relatado ante el juez, calmado y con una voz firme.
Ahora corresponde al juez Jeffery Nance aceptar la declaración de culpabilidad y será en agosto cuando Bales sea condenado a cadena perpetua. La duda estriba en saber si se tratará de una pena inamovible o estará abierta a posibles reducciones.
Durante las vistas previas celebradas en noviembre, la fiscalía aseguró que el sargento Bales había actuado de forma deliberada y sugirió como móvil de su ataque una posible venganza. Uno de sus compañeros había perdido una pierna a consecuencia de un atentado con bomba.
La defensa, por su parte, se agarró inicialmente al consumo de alcohol, esteroides y pastillas para poner en cuestión el estado mental del acusado. Bales ha asegurado que el consumo de estas sustancias aumentaba su "irritabilidad", pero ha reconocido que sus crímenes carecen de justificación y podría haberlo evitados.
La fiscalía ha relatado que el militar actuó sólo, de forma premeditada y armado con una pistola, un fusil y un lanzagranadas. A su vuelta a la base, se limitó a decirle a uno de sus compañeros: "He disparado a varias personas".
El sargento de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos Robert Bales ha reconocido que en marzo de 2012 mató a 16 civiles afganos a sangre fría, en el marco de un acuerdo con la fiscalía por el que evitará ser condenado a muerte.
Tras negociaciones con la fiscalía militar, Bales ha reconocido su culpabilidad en los cargos imputados, entre ellos 16 de asesinato premeditado, seis de intento de asesinato y siete de asalto, así como otros por alcohol y drogas.
La versión oficial del Ejército plantea que Bales, de 39 años, abandonó su base de Kandahar a primera hora de la mañana del 11 de marzo y se dirigió a dos pueblos para disparar y apuñalar a varias familias. Al menos nueve de los fallecidos eran niños. Bales ha reconocido que disparó contra diez de las víctimas y posteriormente las quemó, mientras que las otras seis únicamente las tiroteó.
"Fue una acción sin ninguna justificación legal", ha explicado durante la vista, en la que también ha declarado que se ha preguntado "millones de veces" por qué disparó contra esas personas. Sin embargo, "no hay una buena razón para explicar estas acciones horribles", ha relatado ante el juez, calmado y con una voz firme.
Ahora corresponde al juez Jeffery Nance aceptar la declaración de culpabilidad y será en agosto cuando Bales sea condenado a cadena perpetua. La duda estriba en saber si se tratará de una pena inamovible o estará abierta a posibles reducciones.
Durante las vistas previas celebradas en noviembre, la fiscalía aseguró que el sargento Bales había actuado de forma deliberada y sugirió como móvil de su ataque una posible venganza. Uno de sus compañeros había perdido una pierna a consecuencia de un atentado con bomba.
La defensa, por su parte, se agarró inicialmente al consumo de alcohol, esteroides y pastillas para poner en cuestión el estado mental del acusado. Bales ha asegurado que el consumo de estas sustancias aumentaba su "irritabilidad", pero ha reconocido que sus crímenes carecen de justificación y podría haberlo evitados.
La fiscalía ha relatado que el militar actuó sólo, de forma premeditada y armado con una pistola, un fusil y un lanzagranadas. A su vuelta a la base, se limitó a decirle a uno de sus compañeros: "He disparado a varias personas".