El descenso, una tristeza que también es cosa de grandes

Buenos Aires, Clarín
San Lorenzo en 1981, Racing en el 83 y River hace apenas un par de años también conocieron el dolor de una caída inesperada a la segunda categoría.

River todavía no lo puede creer

26 de junio de 2011. Una fecha que quedará marcada a fuego en el fútbol argentino por el descenso de River tras un largo y tortuoso camino. La debacle del equipo de Núñez llegó a su culminación tras perder la Promoción con Belgrano de Córdoba en el estadio Monumental, en una tarde cargada de furia.



Tras salir campeón del Clausura 2008, River realizó la peor campaña de su historia. Con el mismo técnico que dio la vuelta olímpica, Diego Simeone, los de Núñez terminaron últimos en la tabla del Apertura 2008. Ya sin el Cholo en el banco, River se despidió del torneo con un entrenador interino (Gabriel Rodríguez) que tampoco encontró la vuelta.


Entonces asumió Néstor Gorosito, pero tampoco pudo enderezar el barco: terminó undécimo. Se le renovó la confianza pero nada cambió. "Llegué en el peor momento de la historia de River: no se podían traer jugadores y tuvimos que poner a todos pibes, como Villalva, Lamela, el Tucu Pereyra, Coronel. A casi todos los chicos los hicimos debutar nosotros. Pero bueno, nos tocó un momento malo en la parte económica y en el primer torneo hicimos 27 puntos, que si bien para River no es bueno, el equipo venía de salir último. Vendieron a Ahumada, Falcao, Augusto Fernández", fue el lamento de Gorosito, una vez que dio un paso al costado, cuando ya acechaban los promedios.


Para revertir la historia, Daniel Passarella convocó a Leonardo Astrada, un símbolo riverplatense. El ex volante central duró apenas siete meses en el cargo. Una noche lo llamó el Kaiser y lo despidió por teléfono. El presidente ya tenía a su reemplazante: Angel Cappa, quien venía de realizar una excelente campaña con Huracán. Tras un comienzo auspicioso, River cayó en un tobogán y acumuló siete partidos sin triunfos que colmaron la paciencia de los dirigentes. Afuera Cappa, tras apenas 18 encuentros y en la previa del clásico con Boca.


Otra vez Passarella recurrió a un hombre de la casa: Juan José López. El Negro debutó con una victoria 1-0 con gol de Maidana, y los ánimos cambiaron. River terminó el Clausura 2010 en la cuarta posición y con una exhibición ante Lanús (4-1) en el Sur. Ni el hincha más pesimista vislumbraba que lo peor estaba por venir. Y menos cuando en el arranque del 2011, los de Núñez hilvanaron una serie de victorias que los dejaron como líderes en la novena fecha. A partir de entonces, todo fue barranca abajo.

El equipo jugó nervioso porque sus rivales directos (Quilmes y Olimpo) también sumaban. Y hubo, además, fallas individuales. Juan Pablo Carrizo, por ejemplo, se hizo un gol en contra en el clásico con Boca, y a la fecha siguiente le regaló el empate a San Lorenzo. La racha sin victorias se extendió a Olimpo (0-0), Colón (1-1), Estudiantes (1-1) y Lanús (1-2), y el equipo quedó condenado a jugar la Promoción pese a su noveno puesto en el Clausura 2011.


Entonces llegó Belgrano. Y el conjunto cordobés pegó fuerte con un 2-0 en la ida para luego dar el golpe final en el Monumental. El empate fue el castigo para un River que se derrumbó inesperadamente y debió jugar en la B Nacional por primera vez en su rica historia.


Su paso por la segunda categoría del fútbol argentino duró una temporada. River siempre estuvo en los puestos de vanguardia y su presencia en el certamen le dio un salto de calidad al campeonato. Se comenzaron a televisar más partidos y los hinchas visitantes volvieron a las canchas en la mayoría de los partidos de la categoría. Con Matías Almeyda como conductor, y con David Trezeguet y Fernando Cavenaghi como banderas, River regresó a la plana mayor tras ganar el título luego de vencer a Almirante Brown.



San Lorenzo, el primero de la amarga lista


La temporada de 1981 fue muy atractiva futbolísticamente. Boca contrató a Diego Maradona y River no se quedó atrás: apostó por Mario Kempes. Y cada uno tuvo su premio. Porque Boca, con Silvio Marzolini como entrenador, obtuvo el Metropolitano después de una pelea mano a mano con el Ferro de Griguol; y River se quedó con el Nacional tras vencer en la final a los de Caballito. Pero ese año quedará marcado en el fútbol argentino también por otro hecho: el descenso de San Lorenzo, el primer equipo de los denominados grandes que perdió la categoría.


No existían los promedios y entonces descendían los dos peores de la tabla del Metropolitano. Cuando llegó la última fecha, Colón ya estaba descendido, mientras que el otro lugar tenía dos candidatos: San Lorenzo y un Argentinos que sufría la ida de Maradona. Por esas curiosidades del destino en la última fecha quedaron frente a frente en la cancha de Ferro. El Ciclón tenía un punto más y con el empate zafaba.


Aquella tarde del sábado 15 de agosto, San Lorenzo salió a ganar. Dominó desde el principio y tuvo su gran chance a los 15 minutos. Osvaldo Rinaldi cabeceó, Magallanes metió la mano y Carlos Espósito marcó el punto penal. Lo ejecutó Eduardo Delgado. Fuerte y a la derecha de Mario Alles, que adivinó y rechazó. El arquero uruguayo se quedó también con el rebote y el reconocimiento de los hinchas de Argentinos.


El penal fallado frenó el impulso de San Lorenzo e hizo crecer a Argentinos, que también tuvo su posibilidad desde los doce pasos luego de que a Magallanes, el mismo que había cometido el penal, lo derribara Glaría. Carlos Horacio Salinas, el ex Boca, metió un bombazo cruzado y silenció a la multitud.


La segunda parte se jugó en el campo de Argentinos. Insúa tuvo el empate pero Alles le dijo que no. Y, casi sobre el final, el juvenil Daniel Aparicio Godoy estrelló un remate en el travesaño. No hubo tiempo para más. El pitazo final de Espósito produjo dos sensaciones opuestas. Los jugadores de Argentinos salieron corriendo hacia su tribuna para festejar. Los de San Lorenzo (jugó con una camiseta blanca con unas franjas rojas y azules) se desplomaron en el césped. La misma tarde en que San Lorenzo sufrió el descenso, el Boca de Maradona empató con Racing y dio la vuelta olímpica.


El paso de San Lorenzo por la B fue inolvidable porque revolucionó el fútbol de los sábados. Sin estadio por esos años en los que todavía estaba fresca la pérdida del Viejo Gasómetro de Avenida La Plata, debutó con un triunfo ante All Boys en cancha de Ferro, donde no cabía un alfiler más. Entonces jugó en River y Vélez, siempre a estadio lleno. Y ganó de punta a punta. El ansiado regreso se concretó en Liniers tras vencer a El Porvenir por 1-0. El gol lo convirtió Rubén Darío Insúa, de penal. La misma vía que lo había condenado.



El descenso de Racing


En 1983 la AFA estableció que los descensos serían por los promedios. Pese a que la medida en teoría iba a beneficiar a los equipos más tradicionales, Racing fue uno de los perjudicados. El equipo de Avellaneda vivió un calvario que lo mantuvo con esperanza hasta la anteúltima fecha, cuando cayó 4-3 ante el Racing cordobés como local y perdió la categoría.


En la previa del Metropolitano, Racing se había reforzado para pelear bien arriba con jugadores experimentados (Marchetti, Rizzi, entre otros). Pero algo falló. El equipo anduvo a los tumbos y su campaña fue un tobogán que tuvo como piso la Primera B. El destino, además, le jugó una mala pasada ya que en la última fecha, ya descendido, le tocó jugar con Independiente, su rival de toda la vida. Sufrió las cargadas, perdió 2 a 0 y, como si todo esto fuera poco, Independiente se consagró campeón.


La historia indica que Miguel Brindisi, hoy técnico de Independiente, fue un partícipe involuntario de la suerte de Racing. En la penúltima fecha, Unión les empató sobre la hora a los de Avellaneda y el gol lo señaló el ex volante. La suerte de Racing quedó sellada: a dos fechas del final estaba obligado a sumar los cuatro puntos.


El 18 de diciembre, Racing recibió a su homónimo cordobés con la obligación de ganar. El equipo que conducía José Pizzutti se fue a los vestuarios arriba en el marcador (2-1) pero en el complemento los cordobeses dieron vuelta las acciones. La Araña Amuchástegui marcó el cuarto tanto de la visita y desató el caos. El descuento de Castelló no alcanzó para frenar la batalla campal entre hinchas y policías en las tribunas. El árbitro Teodoro Nitti suspendió el encuentro y se decretó el descenso de Racing.


¿Cómo le fue en la Primera B? Racing estuvo dos años y los sufrió. En 1984, pese a una campaña irregular, alcanzó a jugar la final por el ascenso, pero Gimnasia La Plata lo aplastó (3-1 y 4-2) y postergó el sueño del ascenso. Al año siguiente, con Alfio Basile como entrenador, Racing obtuvo la Liguilla al vencer a Atlanta (4-0 y 1-1). La noche del 27 de diciembre de 1985, Racing volvió a ese lugar de privilegio que ya no dejaría.

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