DPA: Rousseff en caótica y vertiginosa “cruzada” para salvar sus dos objetivos para el 2014
Brasilia, dpa
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está enfrascada en una caótica y vertiginosa “cruzada” con el fin de salvar sus dos grandes objetivos para 2014: un exitoso Mundial de fútbol y la conquista de la reelección.
Ambos eventos, cuyo éxito era hasta hace algunas semanas prácticamente incuestionable, son hoy un verdadero vía crucis para la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), que atraviesa la peor crisis social desde que asumió el poder en 2011, encarnada en masivas y radicales revueltas populares.
El estallido social comenzó un par de días antes de la apertura de la Copa Confederaciones, la “prueba de fuego” ante el mundo y la FIFA de cara a Brasil 2014. La competencia se está viendo ensombrecida por las multitudinarias protestas que se suceden sin pausa desde hace más de dos semanas y que llegaron incluso hasta las puertas del hotel donde se hospedaban los miembros de la FIFA en Salvador de Bahía, cuyos autobuses fueron apedreados.
La FIFA ratificó que las protestas en la Copa Confederaciones no cambian su decisión de realizar en Brasil el Mundial de 2014, pero el hecho de tener que salir a aclararlo arroja de por sí sombras sobre si la esperada “fiesta” del fútbol mundial en tierras brasileñas será realmente como todos ansían.
“La Copa Confederaciones se está realizando en Brasil y la Copa Mundial tiene que realizarse en Brasil. Vamos a asegurar que ello ocurra de la mejor forma posible. Necesitamos que la seguridad se mantenga”, dijo el secretario general de la FIFA, Gérome Valcke.
Respecto a la reelección, Rousseff se encuentra ante dos frentes de lucha. Uno es recobrar su popularidad, que tras alcanzar índices inéditos perdió ocho puntos porcentuales en los últimos tres meses, según dos estudios diferentes realizados antes de que la ola de protestas alcanzara su punto más crítico, lo que hace pensar que puede caer aun más.
“La Copa Confederaciones se está realizando en Brasil y la Copa Mundial tiene que realizarse en Brasil”.
Si bien con la aprobación actual, que ronda el 54 y 55 por ciento, Rousseff se mantiene favorita en la carrera electoral, ya no es tan seguro, como parecía semanas atrás, que lo vaya a conseguir fácilmente en la primera vuelta.
Por otro lado, la presidenta enfrenta las solapadas “voces anónimas” que claman por el regreso como candidato del PT para 2014 del ex presidente Luís Inacio Lula da Silva, en un movimiento que los medios de prensa han dado en llamar “Vuelve, Lula”.
“Al mismo tiempo que intenta responder a las protestas, Dilma tendrá que lidiar, en los próximos días, con el resurgimiento, en el PT, de sectores que predican la vuelta de Luíz Inacio Lula da Silva como candidato en 2014″, afirma el diario “Folha de Sao Paulo” respecto de los cuestionamientos a la reelección de Rousseff, la cual ya enfrentaba resistencia antes de que, en febrero pasado, Lula la “lanzara” a la reelección.
En el marco de la “cruzada” por “salvar 2014″, Rousseff convocó para esta semana a todos los políticos, gobernadores, alcaldes, juristas, organizaciones sociales y representantes de las Cámaras de Diputados y Senadores, con el objetivo de alcanzar un “gran pacto” nacional para atender “la voz de las calles”.
Pero la más polémica de sus cinco propuestas, la de debatir una reforma política y modificar la Constitución, provocó un “terremoto” en Brasilia y estuvo a punto de trabar la conciliadora agenda.
Por fin, el gobierno desistió de la muy criticada Asamblea Constituyente, y alcanzó un amplio acuerdo para someter la reforma política a un referéndum de forma directa, en lo que podría considerarse el primer respiro de la mandataria desde que el pasado 6 de junio el Movimiento Pase Libre salió a las calles de Sao Paulo por primera vez para protestar contra el aumento del pasaje de autobús.
La polémica en torno a la Constituyente apagó otras propuestas concretas de la presidenta, que buscan atender las principales demandas de las calles: salud, vivienda, educación, seguridad, corrupción.
En medio a este maremoto de estallidos sociales y soluciones difíciles, la mandataria agarró el toro por los cuernos y dio inicio a una agenda vertiginosa en el marco de la cual tendió la mano a los manifestantes, prometió firmeza ante los actos de vandalismo, presentó ideas y se sentó a conversar con toda la sociedad.
Pero las calles continúan ardiendo bajo el impulso de quienes no se sienten representados por ninguna de las entidades convocadas por la Presidencia, que no cejan en sus reclamos aún cuando algunos, como la suspensión de la tarifa del transportes público, hayan sido atendidos, y que mantienen en jaque a un gobierno atónito en medio de una carrera contra el tiempo.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está enfrascada en una caótica y vertiginosa “cruzada” con el fin de salvar sus dos grandes objetivos para 2014: un exitoso Mundial de fútbol y la conquista de la reelección.
Ambos eventos, cuyo éxito era hasta hace algunas semanas prácticamente incuestionable, son hoy un verdadero vía crucis para la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), que atraviesa la peor crisis social desde que asumió el poder en 2011, encarnada en masivas y radicales revueltas populares.
El estallido social comenzó un par de días antes de la apertura de la Copa Confederaciones, la “prueba de fuego” ante el mundo y la FIFA de cara a Brasil 2014. La competencia se está viendo ensombrecida por las multitudinarias protestas que se suceden sin pausa desde hace más de dos semanas y que llegaron incluso hasta las puertas del hotel donde se hospedaban los miembros de la FIFA en Salvador de Bahía, cuyos autobuses fueron apedreados.
La FIFA ratificó que las protestas en la Copa Confederaciones no cambian su decisión de realizar en Brasil el Mundial de 2014, pero el hecho de tener que salir a aclararlo arroja de por sí sombras sobre si la esperada “fiesta” del fútbol mundial en tierras brasileñas será realmente como todos ansían.
“La Copa Confederaciones se está realizando en Brasil y la Copa Mundial tiene que realizarse en Brasil. Vamos a asegurar que ello ocurra de la mejor forma posible. Necesitamos que la seguridad se mantenga”, dijo el secretario general de la FIFA, Gérome Valcke.
Respecto a la reelección, Rousseff se encuentra ante dos frentes de lucha. Uno es recobrar su popularidad, que tras alcanzar índices inéditos perdió ocho puntos porcentuales en los últimos tres meses, según dos estudios diferentes realizados antes de que la ola de protestas alcanzara su punto más crítico, lo que hace pensar que puede caer aun más.
“La Copa Confederaciones se está realizando en Brasil y la Copa Mundial tiene que realizarse en Brasil”.
Si bien con la aprobación actual, que ronda el 54 y 55 por ciento, Rousseff se mantiene favorita en la carrera electoral, ya no es tan seguro, como parecía semanas atrás, que lo vaya a conseguir fácilmente en la primera vuelta.
Por otro lado, la presidenta enfrenta las solapadas “voces anónimas” que claman por el regreso como candidato del PT para 2014 del ex presidente Luís Inacio Lula da Silva, en un movimiento que los medios de prensa han dado en llamar “Vuelve, Lula”.
“Al mismo tiempo que intenta responder a las protestas, Dilma tendrá que lidiar, en los próximos días, con el resurgimiento, en el PT, de sectores que predican la vuelta de Luíz Inacio Lula da Silva como candidato en 2014″, afirma el diario “Folha de Sao Paulo” respecto de los cuestionamientos a la reelección de Rousseff, la cual ya enfrentaba resistencia antes de que, en febrero pasado, Lula la “lanzara” a la reelección.
En el marco de la “cruzada” por “salvar 2014″, Rousseff convocó para esta semana a todos los políticos, gobernadores, alcaldes, juristas, organizaciones sociales y representantes de las Cámaras de Diputados y Senadores, con el objetivo de alcanzar un “gran pacto” nacional para atender “la voz de las calles”.
Pero la más polémica de sus cinco propuestas, la de debatir una reforma política y modificar la Constitución, provocó un “terremoto” en Brasilia y estuvo a punto de trabar la conciliadora agenda.
Por fin, el gobierno desistió de la muy criticada Asamblea Constituyente, y alcanzó un amplio acuerdo para someter la reforma política a un referéndum de forma directa, en lo que podría considerarse el primer respiro de la mandataria desde que el pasado 6 de junio el Movimiento Pase Libre salió a las calles de Sao Paulo por primera vez para protestar contra el aumento del pasaje de autobús.
La polémica en torno a la Constituyente apagó otras propuestas concretas de la presidenta, que buscan atender las principales demandas de las calles: salud, vivienda, educación, seguridad, corrupción.
En medio a este maremoto de estallidos sociales y soluciones difíciles, la mandataria agarró el toro por los cuernos y dio inicio a una agenda vertiginosa en el marco de la cual tendió la mano a los manifestantes, prometió firmeza ante los actos de vandalismo, presentó ideas y se sentó a conversar con toda la sociedad.
Pero las calles continúan ardiendo bajo el impulso de quienes no se sienten representados por ninguna de las entidades convocadas por la Presidencia, que no cejan en sus reclamos aún cuando algunos, como la suspensión de la tarifa del transportes público, hayan sido atendidos, y que mantienen en jaque a un gobierno atónito en medio de una carrera contra el tiempo.