ncendio en taller de confección en Bangladesh deja ocho muertos

Bangladesh, AFP
Al menos ocho personas murieron este jueves en el incendio de un taller de confección en Bangladesh, dos semanas después del hundimiento de un edificio que albergaba fábricas textiles que ha dejado cerca de 950 muertos, un nuevo drama que ilustra los graves problemas de seguridad en este sector clave para la economía del país.


El incendio, cuyas causas se desconocen todavía, se declaró en la madrugada del jueves en la tercera planta de un edificio de once pisos que alberga dos talleres de confección, en el barrio de Darussalam de Dacca, la capital.

Las víctimas murieron por asfixia, atrapadas en una escalera, por el "humo tóxico emitido por ropa acrílica", dijo el director operativo de los bomberos de B
angladesh, Mahbubur Rahman.

El propietario de la fábrica de suéteres, Tung Hai, figura entre las víctimas pero ningún operario falleció ya que cierra por las noches, según la policía y los bomberos. "El incendio fue importante pero hemos logrado reducirlo a una planta", explicó Rahman.

Según el jefe de la policía local, Jalibur Rahman, el incendio dejó ocho víctimas, entre ellas "el propietario, cuatro empleados y dos policías". La octava no había sido identificada.

"Solo el propietario, su personal y sus amigos se vieron atrapados en una planta más alta", precisó.

Tung Hai informó en su página Facebook que entre sus clientes figura la marca británica Primark.

El gigante español Inditex, dueño de Zara, aseguró que había hecho pedidos en el pasado pero ya no tenía ningún vínculo con Tung Hai.

Este nuevo drama se produce cuando el balance del hundimiento de un edificio del sector textil el 24 de abril, cerca de Dacca, no para de aumentar: el ejército anunció el jueves que ya son 947 los muertos, en la mayor tragedia de la industria de este país pobre del sureste asiático.

El Rana Plaza, un edificio de nueve plantas que albergaba cinco talleres de confección, se desmoronó como un castillo de naipes un día después de que los operarios avisaran de que había enormes grietas en las paredes. Más de 3.000 operarios estaban trabajando.

El oficial Siddiqul Alam Sikder, que supervisa las operaciones de búsqueda, dijo a la AFP que espera terminar el trabajo el viernes antes de que las grúas y las excavadoras retiren toneladas de escombros.

"Sólo nos queda rebuscar en el subsuelo", dijo Sikder.

Bangladesh es el segundo productor de ropa del mundo gracias a los bajos salarios y a la abundante mano de obra. Este sector clave de la economía, que genera 29.000 millones de dólares por año, representó el año pasado el 80% de las exportaciones del país.

Pero desde hace años, las ONG denuncian las deplorables condiciones de trabajo y las normas de seguridad en esta industria, lo que ha llevado a las marcas internacionales de ropa a amenazar con dejar de comprar en el país si el gobierno no mejora la seguridad urgentemente.

Los incendios suelen ser frecuentes en los 4.500 talleres de confección de Bangladesh, situados la mayoría de las veces en edificios vetustos o de construcción defectuosa y dotados con una red eléctrica precaria.

En noviembre de 2012, murieron 111 personas en un incendio en una empresa textil.

La Clean Clothes Campaign, una asociación de defensa de los trabajadores del textil, cuya sede se encuentra en Amsterdam, afirma que más de 700 empleados de la confección han muerto en incendios en el país desde 2006.

Bangladesh anunció el miércoles el cierre de 18 fábricas textiles en Dacca y Chittagong, la segunda ciudad del país, tras comprometerse con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a tomar medidas inmediatas para reforzar la seguridad en las fábricas a raíz del drama del Rana Plaza.

Las marcas occidentales han criticado las condiciones de seguridad deficientes de los operarios pero siguen comprando, suscitando las críticas por el doble discurso que consiste al final en cerrar los ojos a los "talleres de la miseria".

Un grupo de expertos de la ONU exhortó el miércoles a las grandes marcas internacionales de ropa que no se vayan de Bangladesh sino que trabajen en colaboración con el gobierno, las organizaciones internacionales y la sociedad civil para mejorar las condiciones laborales.

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