El gol de Ivanovic alimenta la maldición europea de Guttman

Amsterdam, As
Ivanovic fue el encargado de consumar la maldición del Benfica. Cuando parecía que el partido iba a la prórroga, un gran cabezazo del jugador del Chelsea rompió la igualada en el minuto 93 y mantiene la sequía europea de los lisboetas, que dura ya 51 años. El conjuro lo lanzó en 1962 el mismo entrenador que llevó al club a su época dorada: Bela Guttman, técnico húngaro que levantó dos Copas de Europa consecutivas con las Águilas en la década de los 60. Cardozo pudo apartar los fantasmas en el último suspiro, pero no consiguió rematar un balón muerto en el área de los blues. El pasado fin de semana, al Benfica también se le escapó de las manos la Liga portuguesa en favor del Oporto (queda una jornada, pero los Dragones dependen de sí mismos).


“El Benfica no volverá a ser campeón europeo sin mí”. Con esas palabras empezó la maldición del club lisboeta, que lleva desde 1962 sin levantar un título continental. El entonces entrenador de las Águilas, Bela Guttman, las pronunció después de que el Benfica levantara su segunda Copa de Europa consecutiva (1960-61 y 1961-62). La directiva del Benfica, considerándolo una hazaña imposible, había prometido una prima económica al técnico si conseguía el título. Contra todo pronóstico, los lusos ganaron en la final al Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento (5-3) y el técnico reclamó su parte. La directiva no cedió y, como venganza, el húngaro se despidió del club lanzando una maldición que ha mantenido al Benfica alejado de la gloria europea. Desde entonces, siete finales, siete derrotas: cinco de Copa de Europa (Milan,1963 y 1990; Inter, 1965; Manchester United, 1968 y PSV, 1988) y dos de la UEFA (Anderlecht, 1983, Chelsea , 2013).

El fantasma de Guttman rondó el Ámsterdam Arena, el mismo escenario que vio a los lisboetas levantar su último título europeo. El Benfica tuvo al Chelsea contra las cuerdas en varias ocasiones cuando el marcador aún no se había movido. Cech vio su área invadida por camisetas rojas en la primera parte. Gaitán, Cardozo y Salvio tuvieron en sus botas el gol, pero el balón no llegó a encontrar las mallas de la portería blue. Luego llegó Torres y removió el pasado con su diana. El 1-0 consumaba la maldición. Pero las Águilas se resistían. Cardozo puso el 1-1 de penalti y el Benfica volvió a creer. Hasta que apareció Ivanovic.

Guttman nació en Hungría en 1900. Era judío. En esa época el fútbol aún era amateur, por lo que se ganaba la vida dando clases de danza en una escuela que él mismo había abierto. Pasó por el banquillo de conjuntos de Rumanía, Italia y Brasil, pero fue en Portugal donde se hizo leyenda. Primero dirigió al Oporto y luego al Benfica que, con Eusebio a la cabeza, se codeaba y ganaba a los grandes de Europa (al Barcelona en su primera Copa de Europa y al Real Madrid en la segunda).

Los portugueses intentaron romper la maldición en 1990 antes de enfrentarse al Milan en la final de la Copa de Europa. Con Eusebio a la cabeza, imploraron el perdón de Guttman llevándole flores a la tumba. Un gol de Rijkaard valió para comprobar que la maldición seguía en pie. Los doscientos mil socios y cinco millones de seguidores del Benfica en Portugal la siguen sufriendo en 2013.

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