Un River sin ideas dejó pasar una gran ocasión
Buenos Aires, Clarín
Lejos de aquel primer tiempo en el que entusiasmó a su gente frente a Racing, su rendimiento decayó ante este Arsenal que hace un culto de cómo disimular su escasa jerarquía individual con un juego colectivo capaz de complicar a cualquiera y en el escenario que sea. Lo curioso es que, sin haber jugado bien, River estuvo más cerca de la victoria y transformó a Campestrini en el jugador más valioso del partido.
River empató su segundo encuentro seguido en el Monumental y ahora Lanús se le fue a cuatro puntos. Queda mucho por recorrer, pero sus desniveles en el juego lo alejan de la condición de equipo seguro de sí mismo que se necesita para pelear un torneo con argumentos sólidos. Como era de esperar, Arsenal le planteó un partido de incomodidades.
Alfaro dispuso siete jugadores de características defensivas (Nervo, Lisandro López y Braghieri en la línea de tres del fondo; y Casais, Espinoza, Marcone y Damián Pérez en el medio) con una prioridad clara: cerrarle los caminos y lastimarlo de contraataque con la velocidad de Carbonero y Benedetto. River entendió enseguida que la noche no le sería sencilla cuando al minuto Campestrini le tapó con los reflejos de un tigre a Luna una volea desde la puerta del área chica. Si no entró esa jugada tan clara de gol, era porque a River lo esperaría un desarrollo poco amable para con sus intenciones de dominar el juego.
River tuvo la iniciativa, pero le costó muchísimo superar la segunda línea de presión de Arsenal (la primera la conformaron Benedetto, el único delantero, Carbonero y Mariano González, los dos conectores). A Lanzini lo fagocitaron entre Espinoza y Marcone, y esta vez no se vieron ni el juego asociado ni las triangulaciones que tanto resultado le habían dado ante Racing. La pelota pasó mucho por los pies de Ponzio y poco por los de Lanzini, lo que le dio la razón al enganche cuando en la semana dijo que la presencia del ex Zaragoza le “bloqueaba” su juego.
Además, a River le faltaron paciencia e inteligencia para atacar.
En varias ocasiones se volcó masivamente al ataque, al punto de rozar la ingenuidad. Arsenal le avisó con dos contragolpes y en la tercera ocasión que River le dio ventajas, se puso arriba: Damián Pérez se aprovechó de la indulgencia de Abecasis para marcar y envió un centro venenoso que Benedetto conectó al gol sin que Balanta Alvarez llegara a cerrar. Salvo esa jugada, en la que quedó la sensación de que podría haber hecho algo más, el colombiano jugó como para quedarse con el puesto: volvió a exhibir firmeza y personalidad.
Por su estilo poco generoso para con el espectáculo, Arsenal jamás se perdonará que River se lo haya empatado de contraataque. Rojas metió un pelotazo delicioso, Funes Mori le ganó la espalda a Lisandro López y se tomó ese segundo que le faltó en tantos otros partidos para definir con calidad. Antes del cierre del primer tiempo, Campestrini tapó dos disparos de media distancia, uno de Ponzio y otro de Funes Mori. Aplomado, Arsenal le quitó la pelota durante buena parte de la etapa final. En una contra , Benedetto se lo perdió entrando solo por el segundo palo.
Ramón puso a Mora e Iturbe, y Alfaro le contestó con dos cambios que dejaron en claro que él también se dio cuenta de que si Arsenal se animaba, podía ganarlo. Sin embargo, y paradójicamente, Arsenal casi no volvió a inquietar y fue River el que, sólo con empuje, terminó de erigir en figura a Campestrini tras taparle una pelota a Mora y otra a Funes Mori.