¿The Killers aburre en concierto?

Música
La banda estadounidense The Killers, uno de los grupos más influyentes de la escena rock de los últimos años, presentó esta noche en Santiago de Chile su último trabajo, Battle Born, ante diez mil espectadores en un concierto correcto pero un tanto desapasionado.
En su quinto recital en Chile en cuatro años, la banda de Las Vegas liderada por el carismático Brandon Flowers (voz y teclado) demostró, eso sí, el oficio que ha adquirido desde el lanzamiento de su primer álbum, el alternativo Hot Fuss (2004), al que le siguió el rock épico de Sams Town (2006) y el bailable Day & Age (2008).



Vestido con una chaqueta de cuero negro como la de Marlon Brandon en The Wild One y un corte de pelo al estilo nerd, Brandon Flowers y sus compañeros irrumpieron en el Movistar Arena con "Mr. Brightside", una de las primeras canciones compuestas por la banda, a la que siguió "Spaceman", del disco "Day & Age", y "Smile Like You Mean It" .

Dotado de una voz portentosa y un talento natural para comunicarse con el público, Brandon Flowers no tardó ni diez minutos en abrir fuego.

"¿Nos extrañaron?", preguntó a los espectadores. "¡Nosotros también!", respondió sin darle tregua a un público que estaba emocionado por el reencuentro dos años después del último concierto.

A continuación, el chico del corte de pelo escolar y sus greñudos compañeros le quitaron el celofán a su último álbum de estudio, que contiene ampulosas piezas de rock americano, como "Runaways", baladas íntimas baladas ("Here Whit Me"), canciones románticas ("Miss Atomic Bomb") y lirismo épico ("Flesh and Bone").

Pero a diferencia de lo que ocurrió en el masivo recital de noviembre de 2009 en este mismo auditorio o en el cierre estelar de la primera edición del Festival Lollapalooza, en abril de 2011, esta vez les faltó la pasión con la que entonces sedujeron al público chileno.

The Killers, que venían de actuar en Brasil, Argentina y Paraguay, trocó la energía por el estilo, la fuerza por la perfección, la pasión por la ejecución.

Ni los disparos de confetis plateados en forma de "k", ni los fuegos artificiales, ni los juegos visuales en una gigantesca pantalla pudieron suplir la ausente complicidad de antaño.

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