“Estoy sin nada, perdí todo”, es el lamento de los inundados en Argentina
Argentina, AFP
Decenas de personas, muchas de ellas mujeres con niños, hacen filas con paciencia y orden este jueves en La Plata, 63 km al sur de Buenos Aires, para recibir una bolsa de comida o mudas de ropa seca que les resuelvan la urgencia tras la inundación que se llevó todo y destruyó sus viviendas.
“Estoy sin nada. Vengo acá a que me den ropa, calzado sobre todo, para los niños. Mi nene, tiene 8 años y se quedó descalzo. Mi nena, que está conmigo, tiene sólo esas ojotas”, dice Lorena Bermet, de 36 años, mostrando a la niña que lleva de la mano, vestida con ropa sucia y raída, la que tenía puesta en el momento que el agua comenzó a subir y lo único que se salvó.
Lorena que ya tiene en su poder tres botellas de litro de agua mineral que le entregaron, espera desde hace dos horas por la ayuda solidaria que organiza la Cruz Roja en uno de los 33 centros montados en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país.
La mujer perdió todo y cuenta que tiene “una casa precaria que está al lado del arroyo El Gato”, cuya crecida en medio de la lluvia torrencial que se abatió entre la tarde y noche del martes provocó la mayor inundación de la historia en esta coqueta ciudad comercial y de mucha presencia estudiantil por su reconocida universidad pública.
Junto a su marido y dos hijos, Lorena debió refugiarse en el techo de su vivienda hasta que fueron rescatados en un bote por gente de una escuela vecina, donde pasaron la noche durmiendo sobre los escritorios porque en el piso también había agua.
“Yo no voy a pedir nada, porque tengo una familia que me cobijó y lo dejo para los que no tienen nada”
Al regresar a su casa al día siguiente se encontró con todo destruido, además de ratas, víboras y arañas, contó a la AFP.
Como ella, Cristina López, una jubilada de 77 años, forma fila frente al Club Infantil y Juvenil General San Martín, convertido en centro de ayuda, pero espera un colchón que en realidad entregan en otro lado.
La mujer, que estima “una pérdida total” en su casa, evoca la imagen que le dejó el agua “arrastrando de todo, como un río, se veían bolsas, ramas, cosas”, enumera.
“¡Colchones y frazadas a la izquierda, ropa y comida a la derecha!”, se escuchan los gritos de una voluntaria de la Cruz Roja que intenta poner orden en el centro de ayuda ubicado en el barrio de Tolosa, uno de los más afectados por la inundación y donde aún está cortado el servicio eléctrico.
Mariela Laborde, que estudia para ser bombera voluntaria, se entusiasma por la cantidad de ayuda solidaria recibida mientras deja pasar a gente que dona grandes bolsas de ropa que se van acumulando antes de ser seleccionados para el reparto.
“Estamos haciendo lo que podemos, vienen de todos lados a ayudar, vamos a los barrios y a los colegios donde están los evacuados“, explica a la AFP sin dejar de cumplir con su tarea.
La fila de unos 50 metros de cada lado, va avanzando de a poco pero nunca se termina ya que van llegando otros damnificados, muchos quejándose por la falta de ayuda en el momento más crítico de la inundación.
“Yo no voy a pedir nada, porque tengo una familia que me cobijó y lo dejo para los que no tienen nada” dice Christian Acuña, padre de tres hijos de 5, 7 y 15 años, desolado ante su casa devastada por el agua y el barro mezclado con gasoil.
“La bronca es que en un día perdí 15 años de esfuerzo”
Acuña tiene a quien pedir ayuda en la urgencia pero perdió todo y su esposa, además se quedó sin trabajo ya que la panadería donde era empleada también se inundó y quedó destruida.
“La bronca es que en un día perdí 15 años de esfuerzo. Hay que empezar todo de nuevo. No tuve miedo, tengo desesperanza”, se lamenta en un patio donde quedaron tirados cuadernos de escuela, un libro y ropa chorreando.
En medio del agua que subía sin cesar, la noche del martes, Acuña sacó a sus dos hijos menores por el techo de la casa para refugiarlos en una vivienda vecina.
Mientras tanto Acuña se quedaba adentro con el mayor hasta que la crecida los obligó a huir también de la casa que alquila en este barrio de clase media y dejar atrás heladeras, tres televisores, dos autos, una computadora.
“Es muy difícil el trabajo porque hay muchas casas que están cerradas porque la gente aún no volvió y no sabemos si puede haber alguna víctima adentro”, explica a la AFP Luis Alonso de la Policía Científica, que viene de forzar una puerta y encontrar a una víctima fatal, que suman al menos 49 en La Plata.
En estas horas, todos hablan del agua en La Plata, una ciudad de 900.000 habitantes, que son damnificados o conocen a alguien que lo es.