El Constitucional portugués anula una parte clave de los recortes

El tribunal tumba la supresión de las pagas extra de los funcionarios y los pensionistas que iban a suponer un ahorro de 1.150 millones de euros

Antonio Jiménez Barca
Lisboa, El País
Es un duro golpe para el Gobierno portugués, ya debilitado de por sí, cercado por previsiones que no salen y presionado por la troika para que cumpla el déficit y las protestas en la calle por los recortes, y que ahora se encuentra inmerso en un fenomenal lío económico, ya que deberá encontrar medidas alternativas para ahorrar los cerca de 1.200 millones de euros que va a emplear en abonar las pagas extras que pretendía amortizarse a fin de que le salgan las cuentas. La oposición había denunciado también la brutal subida de impuestos que también lleva en sí el presupuesto en vigor en Portugal, pero el tribunal ha considerado que eso se ajustaba a la Constitución. Con todo, la pelota (peligrosa) queda ahora en el tejado de un Gobierno que había asegurado que carecía de Plan B (algunos aseguraban que para presionar al tribunal) pero que deberá encontrar alternativas si no quiere que el déficit se dispare.


La crucial decisión de los 13 jueces del Tribunal Constitucional, con la que el país entero ha permanecido en suspenso, expectante desde el punto de vista político y económico, cierra dos semanas particularmente convulsas en Portugal, gobernado en los casi dos últimos años por un ejecutivo conservador de coalición estable, comandado por Pedro Passos Coelho. Esta estabilidad, eso sí, ha contrastado con la progresiva merma de los servicios públicos debido a los recortes galopantes, al incremento de la austeridad casi mes a mes y a las oleadas de contestación en la calle.

El pasado 28 de marzo, se produjo el primer acontecimiento que sacudió el país: el ex primer ministro socialista José Sócrates, después de perder las elecciones de 2011 y tras casi dos años de silencio, volvía con estrépito a la vida pública portuguesa anunciando que ejercerá de comentador en un programa semanal de televisión y dando una entrevista en la que se exculpaba y atacaba, de paso, al presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, del mismo partido que Passos Coelho.

Después, con el Gobierno en suspenso, pendiente del Tribunal Constitucional, sin aliento político y sin margen de maniobra, se produjo, el miércoles pasado, la primera moción de censura impulsada por el Partido Socialista portugués (PS), que hasta ahora se había desmarcado de las otras mociones (3) presentadas por los grupos situados más a la izquierda. Es decir: los socialistas portugueses, algo maniatados desde 2011 porque, en el fondo, fue precisamente Sócrates el que firmó el memorando con la troika en abril de ese año, se desmarcaban del inmediato pasado y daban un paso al frente, exigiendo la renegociación de la deuda y de sus intereses. El líder del Partido Socialista portugués, António José Seguro, denunció al Gobierno de estar empobreciendo al país basándose en unas previsiones económicas que, a la larga, yerran siempre. Y como ejemplo recordó que hace poco más de seis meses el ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, auguraba para 2013 un crecimiento de un 0,6% y que ahora prevé una caída de un 2,2%.

Un día después de esta moción de censura, el jueves, el ministro más polémico del Gabinete de Passos Coelho, Miguel Relvas, presentaba su dimisión. Relvas no era un ministro cualquiera: estaba considerado el brazo derecho de Passos Coelho y era, además de ministro de Asuntos Parlamentarios, el hombre encargado de las negociaciones comprometidas (la privatización, aún no llevada a cabo, de la televisión pública portuguesa o la venta fracasada de la TAP). Ha sido un hombre con un inmenso poder dentro y fuera del partido y su salida del Gobierno significó la tercera sacudida de la semana. Alegó, en una declaración sin permitir preguntas “falta de condiciones anímicas”. Pero la verdadera razón hay que buscarla en la inminente divulgación de un informe que confirma la obtención fraudulenta, de su licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Lusáfona, de carácter privado y de no muy buena fama. La carrera contaba con 36 asignaturas pero Relvas, que se matriculó en 2006, cuando ya era diputado y un alto dirigente del PSP, consiguió que le convalidaran 32 alegando su experiencia política. De decidir cuáles y cuántas se encargó directamente, según publica el diario Público, el mismísimo rector de la universidad, Fernando dos Santos. Sólo tuvo que examinarse de cuatro. Y en una de estas asignaturas, Introducción al Pensamiento Contemporáneo, curso dirigido por el rector Santos, el futuro ministro sacó un sobresaliente después de una entrevista y de presentar ocho artículos escritos por el mismo Relvas publicados en la prensa. En un país en el que muchos de sus doctores y licenciados se ven obligados a emigrar por falta de oportunidades de trabajo la manera elástica de ganarse una licenciatura del ministro parecía, simplemente, una burla.

La salida de Relvas –y la decisión del Tribunal Constitucional- augura una crisis de Gobierno y una renovación del Gabinete. La prensa portuguesa ha asegurado que ya hay varios ministros en la rampa de salida. Por lo pronto, Passos Coelho ya ha convocado un Consejo extraordinario de ministros para el sábado a las cuatro de la tarde, hora española. Marcelo Rebelo de Sousa, miembro del Consejo de Estado, exministro con el PSP (actual partido en el poder), exdirector de Expresso y uno de los comentaristas políticos más reconocidos del país, asegura que el actual ejecutivo “ha agotado su estrategia y su discurso en los dos últimos años, porque ya empieza a cuestionar el memorandos de la troika”. Rebelo de Sousa añade que debe “encontrar rápidamente otra estrategia y otro discurso para renovarse y tratar de recuperar la iniciativa política, pero esto no parece nada fácil”.

¿Significará esto un aumento de la protesta en la calle? “Los partidos a la izquierda del Partido Socialista (Partido Comunista y Bloque de Izquierda), así como el sindicato CGTP continuarán organizando cierta movilización social en la calle y en los lugares de trabajo hasta el Primero de Mayo. Pero el portugués medio se encuentra muy asustado y preocupado con el riesgo de que una crisis política agrave una crisis económica”, asegura Rebelo da Sousa.

Entradas populares