Un debilitado Netanyahu pide una prórroga para poder formar Gobierno

El primer ministro de Israel quedó notablemente debilitado tras las elecciones de enero

David Alandete
Jerusalén, El País
Las elecciones fueron hace cinco semanas. La histórica primera visita del presidente norteamericano Barack Obama a Israel está prevista para el 20 de marzo. Y a Benjamín Netanyahu se le acaba el tiempo para formar una coalición que gobierne el país durante los próximos cuatro años. Esta noche, el primer ministro acudió a la residencia del Jefe de Estado, el presidente Simón Peres, para pedirle una prórroga de dos semanas para poder formar Ejecutivo. Una horquilla de dos estrellas políticas emergentes, a su derecha y a su izquierda, ahoga a Netanyahu, que ha dejado atrás los días en que era fuerza y figura dominante en la política israelí.


Es una cuestión de matemática electoral. El Partido Laborista se ha negado a gobernar con Netanyahu. Este depende así de dos nuevos partidos que han formado una alianza postelectoral: el centrista Hay Futuro y el ultranacionalista Casa Judía, que suman 31 escaños. Hechas las cuentas, y contados sus apoyos, Netanyahu necesita seis escaños, seis únicos legisladores que le impiden formar un Gobierno que siga con las políticas de su anterior legislatura, sobre todo la prevención ante la amenaza nuclear iraní y la expansión de los asentamientos. Pero los que pueden ser sus nuevos aliados le exigen que renuncie a viejos compañeros de viaje.

Sobre la mesa de Netanyahu se hallan unas exigencias que le pueden llevar a romper con los partidos ultraortodoxos que le permitieron formar Gobierno en 2009. Hay Futuro y Casa Judía le reclaman que ponga fin a las prerrogativas de las que disfrutan los ultraortodoxos que se dedican al estudio de los textos sagrados. El requerimiento primordial: que esos judíos religiosos hagan el servicio militar obligatorio, algo de lo que están exentos desde el nacimiento del Estado en 1948. Si Netanyahu quiere formar Gobierno, no le queda más remedio que aceptar esas condiciones. Y para eso se verá obligado a formar un equipo de ministros más al centro de lo que esperaba y deseaba.

Es sintomático que el primer -y hasta ahora único- acuerdo de Gobierno de Netanyahu haya sido con la centrista Tzipi Livni, que ganó los comicios de 2009 y no pudo formar una coalición. Livni, quien fuera varias veces ministra con Ariel Sharon y Ehud Olmert, fue prácticamente la única que, en campaña, habló de la necesidad de revitalizar el proceso de paz con los palestinos. Ahora, si ese acuerdo se respeta, será ministra de Justicia, y negociadora exclusiva del Gobierno con la Organización para la Liberación de Palestina. Es una gran responsabilidad para Hatnuah, su partido, de nueva formación, que sólo consiguió seis escaños en las elecciones.

Lideran los partidos Hay Futuro y Casa Judía dos hombres con los que Netanyahu no tiene buena sintonía. Naftalí Bennett, que dirige el último, fue jefe de gabinete de Netanyahu entre 2006 y 2008, en la oposición. A ninguno de los dos hombres les queda un buen recuerdo de aquellos años. Bennett se opone a la creación de un Estado palestino y busca la anexión de la mayoría de Cisjordania. En los comicios obtuvo 12 escaños. El verdadero hombre fuerte de la nueva era política israelí es Yair Lapid, jefe de Hay Futuro. Carismático presentador de televisión convertido en político, controla una plataforma centrista cuyas prioridades son reformar el Gobierno, mejorar el sistema educativo e integrar a los ultraortodoxos en la sociedad y, sobre todo, el Ejército.

Netanyahu deberá tener un Gobierno en pie antes del 16 de marzo. Si no ocurre así, la Casa Blanca ya ha enviado el mensaje a Israel de que Obama se verá obligado a cancelar su visita

Lapid ganó 19 escaños en las elecciones de enero. Quedó segundo, toda una gesta con un partido de nueva formación. Si los comicios se celebraran hoy, los ganaría, según los sondeos más recientes. Uno de ellos, del canal de televisión parlamentario, publicado hace una semana, le concede hasta 30 escaños, frente a los magros 22 que obtendría Netanyahu. Este pensó que su coalición electoral con el partido Israel Es Nuestra Casa, del ultranacionalista Avigdor Lieberman -imputado por corrupción- le catapultaría a un gobierno sólidamente de derecha. A tenor de la extensión que le pidió al presidente Peres, se equivocó.

Netanyahu deberá tener un Gobierno en pie antes del 16 de marzo. Si no ocurre así, la Casa Blanca ya ha enviado el mensaje a Israel de que Obama se verá obligado a cancelar su visita, según reveló esta semana la emisora televisiva Canal 10. En ese improbable escenario, a Netanyahu sólo le quedaría la única y amarga opción de convocar, de nuevo, elecciones.

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