Papa argentino se enfrentó al poder, pero silencio durante la dictadura lo persigue

Buenos Aires, Reuters
El Papa argentino, Jorge Bergoglio, es un duro crítico de los poderosos y un audaz defensor de los pobres, pero algunos creen que defraudó a su país al permanecer en silencio durante la sangrienta dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1982.


Los vínculos entre miembros de la Iglesia Católica Romana y el gobierno militar durante ese oscuro período, cuando hasta 30.000 personas fueron secuestradas y asesinadas, mancharon la reputación de los eclesiásticos locales y las heridas aún no han cerrado.

Los críticos de Bergoglio, ex arzobispo jesuita de Buenos Aires, dicen que no logró proteger a los sacerdotes que desafiaron a la dictadura y que habló muy poco sobre la complicidad de la Iglesia durante el gobierno militar.

En eso se basan algunos activistas de derechos humanos para cuestionar las credenciales morales del Papa Francisco, como eligió ser llamado Bergoglio.

"Jamás ha dicho nada sobre los curas genocidas (...) Nosotros nunca lo hemos escuchado que realmente él haya dicho algo, hasta hoy jamás escuchamos absolutamente nada", dijo Taty Almeida, una de las líderes de Madres de Plaza de Mayo, que marchó durante años frente a la Casa de Gobierno para reclamar por los hijos desaparecidos durante la dictadura.

Los críticos más duros de Bergoglio van aún más lejos.

"Entregó sacerdotes durante la dictadura", dijo Horacio Verbitsky, periodista y escritor cercano a la presidenta Cristina Fernández, con quien Bergoglio mantiene una relación espinosa.

Según el libro de Verbitsky "El silencio", Bergoglio retiró la protección de la orden de los jesuitas a dos sacerdotes luego de que se negaron a dejar de visitar barrios pobres, lo que según la publicación allanó el camino para que sean capturados.

"Pensaba de él más o menos lo que piensa mucha de la gente que hoy está celebrando su elección en todo el mundo, que era un hombre humilde, inteligente, dedicado a los pobres (...) Pero luego aprendí todas las cosas que están en mis libros, en mis investigaciones", dijo.

Sin embargo, las acusaciones de Verbitsky son controvertidas.

Bergoglio declaró que pidió a los líderes de la junta militar, Jorge Rafael Videla y Emilio Massera, que liberaran a dos sacerdotes que habían sido secuestrados y mantenidos cautivos por cinco meses. Y los defensores del nuevo Papa aseguran que ayudó a muchos a escapar.

"Bergoglio lo que trató fue de ayudar en lo posible", dijo Adolfo Pérez Esquivel, quien ganó un premio Nobel de la Paz por defender los derechos humanos durante la dictadura.

"Bergoglio no entregó a nadie, tampoco es un cómplice de la dictadura (...) Es cierto que Bergoglio no actuó como actuaron muy pocos obispos acompañando y en defensa de los derechos humanos, pero tampoco se le puede acusar de ser cómplice", agregó.

SIN RODEOS

En los últimos años, las críticas -a veces abiertas, a veces crípticas- a los dirigentes en el poder han sido una constante del liderazgo de Bergoglio de la Iglesia Católica de Argentina, y su disposición a hablar le ha creado enemigos.

"No tiene pelos en la lengua, incluso ha tenido que decir cosas muy duras para un determinado ámbito", dijo la monja Mercedes Zamuner, ayudante en las misas de Bergoglio en la capilla del sanatorio Mater Dei de Buenos Aires.

En el peor momento de una devastadora crisis económica en 2001/02 que llevó a millones a la pobreza, sus críticas fueron contundentes.

El entonces presidente Eduardo Duhalde asistió atónito a una dura homilía en el 2002, cuando la crisis rabiaba fuera de la Catedral de Buenos Aires.

"No vamos a tolerar el triste espectáculo de los que no ya no saben cómo mentir y contradecirse para mantener sus privilegios, su rapacidad y su ganado enfermo: la riqueza", dijo Bergoglio en el sermón.

El cardenal, el primer jesuita en convertirse en Papa, nació en el seno de una familia numerosa de clase trabajadora de Buenos Aires. Su padre fue un inmigrante italiano y obrero ferroviario y su madre era ama de casa.

Quienes los conocen aseguran que comparte dos pasiones nacionales -el fútbol y el tango- y tiene una forma sencilla de relacionarse con las personas, aunque no despachaba en forma permanente en los barrios pobres que rodean a las grandes ciudades argentinas.

"Bergoglio está dispuesto a acercarse a la gente: ha lavado los pies de enfermos de sida, de embarazadas en la Maternidad Sardá, bendijo cartoneros (recolectores de basura) en la Plaza Constitución", dijo al diario Página 12 Eduardo de la Serna, un cura argentino que trabaja con los pobres.

En Flores, el barrio de clase media de Buenos Aires donde Bergoglio creció, su antigua casa fue derrumbada, pero él sigue siendo bien recordado entre los vecinos que lo conocieron en la infancia.

"Cuando él tenía 12 años me escribió una carta diciéndome que si no se casaba conmigo se haría cura", dijo Amalia Damonte, de 76 años, amiga de la infancia y vecina de Bergoglio.

En la cercana escuela y parroquia Nuestra Señora de la Misericordia, Bergoglio fue al jardín de infantes e hizo la primera comunión. Allí también jugaba al fútbol los domingos, recordó la monja Rosita Blanco, de 90 años.

La pasión por ese deporte de Bergoglio continuó y aún hoy es socio del club San Lorenzo, cuyo apodo es Los Santos.

"El dice que vive en un permanente estado de sufrimiento por San Lorenzo", dijo el también simpatizante Oscar Lucchini, agregando que Bergoglio no iba a ver los partidos de su equipo.

"Es un hombre que tuvo algunos pocos problemas de salud entonces se cuida mucho", agregó.

Conocido por viajar en autobús y en metro y evitar los lujos de las oficinas de la jerarquía de la Iglesia, Bergoglio vivía en Buenos Aires en un sencillo apartamento de una habitación al lado de la Catedral, y se dice que usa zapatos gastados.

"Cuando llega a Roma toma el autobús desde el aeropuerto", dijo Francesca Ambrogetti, co-autora de una biografía de Bergoglio después de llevar a cabo una serie de entrevistas con él durante tres años.

"Un día, un chofer de la Embajada de Argentina en el Vaticano le pidió por favor que lo dejara llevarlo, porque si no lo iban a retar", agregó.

Ambrogetti dijo que "nos mostró lo que debía haber sido su despacho (en la curia). Era una cosa absolutamente lujosa. El lo transformó en un depósito y atiende en una oficina sencillísima".

RELACIONES TURBULENTAS

Bergoglio ha mantenido relaciones turbulentas con la presidenta Fernández y su fallecido esposo y sucesor Néstor Kirchner.

En medio de una caótica revuelta de productores agropecuarios en el 2008, la Iglesia enfureció al Gobierno de Fernández al reclamarle "un gesto de nobleza y un diálogo constructivo".

Esta no fue la primera vez que Bergoglio fue acusado de ser parcial por parte de los Kirchner, cuya mezcla de retórica izquierdista, políticas económicas heterodoxas y el combate a las violaciones de los derechos humanos los ha mantenido en el poder desde el 2003.

Durante su presidencia, Kirchner evitó encontrarse con Bergoglio faltando a la tradicional misa que se celebra cada año en la Catedral de Buenos Aires para conmemorar una importante fiesta patria. Pero no ahorró frases críticas para referirse al sacerdote.

"Hay un Dios y Dios es de todos, pero cuidado, que el diablo también les llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas, porque el diablo penetra por todos lados", dijo el entonces mandatario en el 2006.

Bergoglio una vez se quejó que "el presidente me ve como el jefe de la oposición, pero yo no son un político", según un comentario que realizó en el 2007 Joaquín Pina, obispo emérito de Puerto Iguazú en el norte argentino.

Las relaciones de Bergoglio con la presidenta Fernández tocaron su piso cuando el Congreso aprobó una ley que convirtió a Argentina en el primer país de Latinoamérica en aprobar el matrimonio homosexual.

Los Kirchner no fueron los únicos en ser blancos de las críticas del nuevo Papa.

En el 2011, después de un largo boom económico, el prelado apuntó contra el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires por la persistente explotación de inmigrantes ilegales en talleres textiles clandestinos.

"La esclavitud no está abolida. En esta ciudad (por Buenos Aires) está a la orden del día y bajo diversas formas. En esta ciudad se explota a trabajadores en talleres clandestinos, y si son migrantes se les priva de la posibilidad de salir de ahí", dijo.

Algunos piensan que la forma de encarar los problemas que tiene Bergoglio puede ser un activo a la hora de tomar las riendas de una Iglesia sacudida por todo tipo de escándalos.

Admirador de su predecesor, el Papa Benedicto XVI, Bergoglio debe enfrentarse a la crisis causada por los casos de abuso de infantil por parte de curas y la filtración de documentos papales secretos que dejaron al descubierto corrupción y rivalidades dentro de la Curia.

"Uno tiene la sensación de que es alguien que tiene la capacidad para defender lo que necesita ser defendido con gran intensidad", dijo su biógrafa Ambrogetti.

ABUSO INFANTIL

Bergoglio se ordenó sacerdote a los 32 años, casi una década después de que padeciera una grave enfermedad respiratoria que le hizo perder el funcionamiento de un pulmón y de abandonar sus estudios de química.

A pesar de su inicio tardío, Bergoglio comenzó a liderar la comunidad jesuita en Argentina en apenas cuatro años, ocupando la posición de superior provincial entre 1973 y 1979.

Luego tuvo diferentes puestos académicos y realizo estudios de doctorado en Alemania. Fue designado obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992 y arzobispo en 1998.

Como una persona solemne, con fuertes lazos a las tradiciones centenarias de los católicos apostólicos romanos, no se espera que se aparte de la doctrina eclesial sobre temas conflictivos como sexualidad, divorcio y aborto, pero se espera que traiga consigo un toque más pastoral.

"Los sacerdotes que se casaron los acompañó siempre. Incluso nos dijo que casó a algunos (ex) sacerdotes", dijo Ambrogetti.

Una vez calificó de "hipócritas" a los curas que se niegan a bautizar a los niños nacidos fuera del matrimonio.

Argentina no ha tenido tantos escándalos de abusos sexuales que involucren a sacerdotes como en otros países, por lo que Bergoglio no se ha visto forzado a tomar una posición pública sobre el problema como sus pares.

Bergoglio ha mencionado que los casos de curas pedófilos son producto de una perversión que se origina antes de su ingreso al seminario y que "hay que tener mucho cuidado en la selección de los candidatos al sacerdocio".

Almeida pidió a Bergoglio hacer clara su posición sobre los casos de abusos ahora que está en el Vaticano.

"Ya que es el Papa, que Dios lo ilumine y que realmente se dedique a condenar y ocuparse realmente de los curas pedófilos, que realmente se ocupe de toda la miseria que hay dentro del Vaticano", dijo.

En el ex barrio de Bergoglio en Buenos Aires, Damonte, su amiga de la infancia, dijo que ella comparte la esperanza con los millones de latinoamericanos que celebraron la elección del primer Papa de la región.

"Es un buen hombre, hijo de una familia trabajadora", afirmó en el patio delantero de su casa decorado con flores y plantas. "Espero que pueda concretar todo lo bueno que tiene en su corazón", agregó.

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