Obama pide a los jóvenes israelíes que exijan la paz a sus líderes

En un discurso al pueblo de Israel el presidente pide un Estado palestino independiente

David Alandete
Jerusalén, El País
“La paz no comienza en los planes de los líderes, sino en los corazones de la gente”. Barack Obama apeló este jueves a las nuevas generaciones de israelíes para que olviden los conflictos del pasado y se labren un futuro de estabilidad duradera. El presidente de Estados Unidos dijo en un discurso ante una entusiasmada multitud de jóvenes en Jerusalén que nadie puede poner ya en duda el derecho de Israel a existir y defenderse, pero que el desafío pendiente es garantizar un futuro en que dos Estados, israelí y palestino, puedan ser vecinos en paz, avanzando cada uno en caminos paralelos, sin amenazas mutuas.


El Obama que se dirigió este jueves por primera vez a la nación israelí era el líder conciliador, el estadista de los grandes discursos, el que en 2009 recibió el Nobel de la Paz. Fue capaz de aunar en su discurso la defensa del sionismo y la demanda de un Estado palestino soberano y libre. “Los palestinos deben reconocer que Israel será un Estado judío, y que los israelíes tienen derecho a reclamar seguridad”, dijo, entre aplausos. “El único modo de que Israel crezca como un Estado democrático es a través de la consecución de una Palestina independiente y viable”, añadió.

Al acto, en el marco de la primera visita oficial de Obama como presidente a Israel, no se invitó oficialmente a ningún político. Él quería hablar directamente a los jóvenes. Su mensaje no era para aquella generación de judíos que emigró a Oriente Próximo antes y después de la declaración de independencia de Israel, en 1948. Tampoco para aquellos que lucharon en tantas guerras posteriores hasta los años 70. Los destinatarios del discurso, dijo, eran los jóvenes que, en su veintena y treintena, “han colocado a Israel en la primera línea de la economía global”.

Su discurso lo pronunció en Jerusalén, pero Obama miraba a otro lado. “Quien quiera ver el futuro de la economía mundial, que mire a Tel Aviv”, dijo.

Horas antes Obama había estado en Cisjordania, para reunirse con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. A este le pidió que vuelva a la mesa de negociaciones con los israelíes, sin precondiciones. Posteriormente, en conferencia de prensa, dijo no estar en disposición de pedir una congelación de la expansión de asentamientos de colonos judíos dentro de territorio palestino. En su discurso posterior a los israelíes, Obama dijo que estos deben reconocer, en algún momento, “que la expansión de los asentamientos es contraproducente en la búsqueda de la paz, y que una Palestina independiente debe ser viable y sus fronteras deben ser trazadas”.

Recordaba el Obama de Jerusalén al de El Cairo de 2009, cuando se dirigió al mundo islámico, especialmente a los jóvenes, para apoyarles en su búsqueda de cambio y libertad. Tras aquel célebre discurso llegaron las revueltas de la primavera árabe, que derrocaron varios regímenes autoritarios, para dar paso, en casos como el de Libia y Egipto, a situaciones de gran inestabilidad, y al ascenso de fuerzas islámicas que en algunos casos son altamente beligerantes con Israel.

“El mundo árabe debe tomar las medidas necesarias para normalizar sus relaciones con Israel”, dijo Obama. “Reconozco que con la incertidumbre en la zona, con las gentes en las calles, los cambios en liderazgo, el ascenso de partidos ni seculares en política, es tentador aislarse. Pero esta es precisamente la hora de responder a la marea revolucionaria con la determinación de la paz”, añadió.

Obama no es un líder especialmente popular en Israel. Las últimas encuestas reflejan que sólo un 10% de los ciudadanos de este país tienen una imagen favorable de él. No les sentó bien que no visitara el país en su primer mandato, pero que sí encontrara tiempo de acudir a Egipto y Turquía, por ejemplo. Tampoco han visto con buenos ojos sus tira y afloja con el primer ministro Benjamín Netanyahu, y lo que en ocasiones han visto como tibieza en las condenas a Irán por sus ambiciones nucleares, que en Israel es un problema de primera magnitud con cuya amenaza se vive a diario.

En el centro de congresos donde dio su discurso, el presidente encandiló a los jóvenes reunidos, que le respondieron con varias ovaciones cerradas. “Uno no puede ser cínico o sarcástico ante un discurso como este”, decía tras él Zvicka Deutsch, de 34 años. “Nos ha pedido que hagamos un cambio, que actuemos para presionar a Bibi [el apodo de Netanyahu] y le digamos que queremos otra oportunidad, que tenemos esperanza, que podemos conseguir la paz”.

Separan a EE UU y a Israel, su principal aliado en Oriente Próximo, más de 9.000 kilómetros. Aun habiendo recorriendo esa distancia, y con el desgaste de un mandato cumplido a sus espaldas, Obama fue capaz de despertar en los jóvenes a los que se dirigió este jueves la voluntad de buscar un cambio y la ilusión de la esperanza, precisamente ambos lemas electorales que le llevaron a la presidencia en las elecciones de 2008.

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