Mejor con Europa
Con la crisis la imagen de la UE entre los españoles se está desgastando aunque la mayoría sigue siendo favorable
José Pablo Ferrándiz, El País
La opinión pública española se ha sentido complacida con la pertenencia de España a la Unión Europea desde que nuestro país ingresara en la, entonces denominada, Comunidad Económica Europea (CEE) allá por el año 1986, pero sin llegar al entusiasmo. Los ciudadanos, a través de las encuestas (el último Eurobarómetro dado a conocer este mismo viernes así lo corrobora), han venido subrayando los beneficios económicos, políticos y sociales que ha reportado a España nuestra presencia en la UE -algo que les ha hecho desarrollar un sentimiento favorable hacia esta organización-, pero, al mismo tiempo, dejan entrever que todo aquello que tenga relación con la UE pasa a ocupar una posición secundaria en su atención y en sus preocupaciones.
Así, por ejemplo, el sentimiento de vinculación a un espacio geográfico concreto está mucho más extendido entre la ciudadanía cuando se refiere a ámbitos más próximos, como la ciudad o el pueblo de nacimiento, o incluso mucho más amplios, como el mundo en general, que a la Unión Europea; o suelen mostrar escaso o ningún interés -y, por tanto, tener poca o nula información- por los asuntos relacionados con la UE; o que la participación en las elecciones al Parlamento Europeo esté por debajo de la que se da en otro tipo de elecciones (locales, autonómicas o generales). La media de participación en los seis comicios europeos que se han celebrado hasta la fecha en nuestro país es de 55.9 % (la de las elecciones generales es del 67 %), pero en las dos últimas citas -2004 y 2009- la participación se situó, incluso, por debajo del 50 % (45.1 % y 44.9 % respectivamente).
Los españoles y la UE.
Ahora, con una persistente crisis económica que cada vez afecta a más ciudadanos y que nadie es capaz de vaticinar cuándo remitirá, la imagen de la UE entre los españoles -y como está ocurriendo también con la mayoría de instituciones- se está desgastando: un 60 % dice tener, ahora, una imagen negativa de la UE. Un desgaste influido por las políticas de austeridad recomendadas por la Unión Europea a aquellos países con mayores problemas económicos, como es el caso de España. Unas medidas que la mayoría (55 %) considera que no solo no van a generar confianza a los mercados, sino que van conseguir hacer más profunda la crisis en estos países.
Por otro lado, la actual situación económica ha dividido la opinión de los ciudadanos sobre la relación con nuestros vecinos: un 45 % cree que la crisis ha puesto de manifiesto que los españoles no tenemos casi nada en común con el resto de los europeos, frente a otro 45 % que piensa que, al contrario, ha permitido comprobar que es mucho lo que nos une. La mayoría (59 %) sigue pensando que pertenecer a la UE es algo positivo para España, pero el porcentaje es muy inferior al de hace tan solo cuatro años, en los primeros años de la crisis: en mayo de 2009 expresaba esa misma opinión un 80 % de los ciudadanos. No obstante, tres de cada cuatro españoles (73 %) siguen pensando que debemos permanecer en el euro (un porcentaje incluso superior al de hace un año (67 %); y la mayoría (66 %) sigue mostrando, en mayor o menor medida, un sentimiento europeísta (solo un 27 % dice sentirse solo español). Es decir, el desgaste de imagen de la UE ha sido limitado: preocupante pero, de momento, no alarmante. Algo que, probablemente, se deba, por un lado, a que uno de cada dos españoles (50 %) cree que hay que ser paciente porque las políticas de austeridad recomendadas por la Unión europea acabarán teniendo efectos beneficiosos a medio plazo y, por otro lado, al hecho de que los españoles señalan como principales responsables de estas medidas de austeridad al Gobierno alemán de Angela Merkel y al español de Mariano Rajoy más que (aunque también) a la Comisión Europea y al Banco Central Europeo. La solución, de momento, parece seguir pasando por Europa.
José Pablo Ferrándiz es sociólogo y vicepresidente de Metroscopia. En twitter @JPFerrandiz
José Pablo Ferrándiz, El País
La opinión pública española se ha sentido complacida con la pertenencia de España a la Unión Europea desde que nuestro país ingresara en la, entonces denominada, Comunidad Económica Europea (CEE) allá por el año 1986, pero sin llegar al entusiasmo. Los ciudadanos, a través de las encuestas (el último Eurobarómetro dado a conocer este mismo viernes así lo corrobora), han venido subrayando los beneficios económicos, políticos y sociales que ha reportado a España nuestra presencia en la UE -algo que les ha hecho desarrollar un sentimiento favorable hacia esta organización-, pero, al mismo tiempo, dejan entrever que todo aquello que tenga relación con la UE pasa a ocupar una posición secundaria en su atención y en sus preocupaciones.
Así, por ejemplo, el sentimiento de vinculación a un espacio geográfico concreto está mucho más extendido entre la ciudadanía cuando se refiere a ámbitos más próximos, como la ciudad o el pueblo de nacimiento, o incluso mucho más amplios, como el mundo en general, que a la Unión Europea; o suelen mostrar escaso o ningún interés -y, por tanto, tener poca o nula información- por los asuntos relacionados con la UE; o que la participación en las elecciones al Parlamento Europeo esté por debajo de la que se da en otro tipo de elecciones (locales, autonómicas o generales). La media de participación en los seis comicios europeos que se han celebrado hasta la fecha en nuestro país es de 55.9 % (la de las elecciones generales es del 67 %), pero en las dos últimas citas -2004 y 2009- la participación se situó, incluso, por debajo del 50 % (45.1 % y 44.9 % respectivamente).
Los españoles y la UE.
Ahora, con una persistente crisis económica que cada vez afecta a más ciudadanos y que nadie es capaz de vaticinar cuándo remitirá, la imagen de la UE entre los españoles -y como está ocurriendo también con la mayoría de instituciones- se está desgastando: un 60 % dice tener, ahora, una imagen negativa de la UE. Un desgaste influido por las políticas de austeridad recomendadas por la Unión Europea a aquellos países con mayores problemas económicos, como es el caso de España. Unas medidas que la mayoría (55 %) considera que no solo no van a generar confianza a los mercados, sino que van conseguir hacer más profunda la crisis en estos países.
Por otro lado, la actual situación económica ha dividido la opinión de los ciudadanos sobre la relación con nuestros vecinos: un 45 % cree que la crisis ha puesto de manifiesto que los españoles no tenemos casi nada en común con el resto de los europeos, frente a otro 45 % que piensa que, al contrario, ha permitido comprobar que es mucho lo que nos une. La mayoría (59 %) sigue pensando que pertenecer a la UE es algo positivo para España, pero el porcentaje es muy inferior al de hace tan solo cuatro años, en los primeros años de la crisis: en mayo de 2009 expresaba esa misma opinión un 80 % de los ciudadanos. No obstante, tres de cada cuatro españoles (73 %) siguen pensando que debemos permanecer en el euro (un porcentaje incluso superior al de hace un año (67 %); y la mayoría (66 %) sigue mostrando, en mayor o menor medida, un sentimiento europeísta (solo un 27 % dice sentirse solo español). Es decir, el desgaste de imagen de la UE ha sido limitado: preocupante pero, de momento, no alarmante. Algo que, probablemente, se deba, por un lado, a que uno de cada dos españoles (50 %) cree que hay que ser paciente porque las políticas de austeridad recomendadas por la Unión europea acabarán teniendo efectos beneficiosos a medio plazo y, por otro lado, al hecho de que los españoles señalan como principales responsables de estas medidas de austeridad al Gobierno alemán de Angela Merkel y al español de Mariano Rajoy más que (aunque también) a la Comisión Europea y al Banco Central Europeo. La solución, de momento, parece seguir pasando por Europa.
José Pablo Ferrándiz es sociólogo y vicepresidente de Metroscopia. En twitter @JPFerrandiz