Los liberales alemanes cierran filas ante las elecciones de septiembre
Philip Rösler queda confirmado como líder con el 86% de los votos en el congreso federal del partido
Los sondeos ponen en duda que el FDP alcance los votos necesarios para acceder al Bundestag
Juan Gómez
Berlín, El País
El Partido Liberal Democrático (FDP) y su presidente, Philipp Rösler, se están empleando este año en confirmar un proverbio alemán: el dado por muerto vive más tiempo. Ninguneados por la jefa de su coalición de Gobierno, la democristiana Angela Merkel (CDU), y castigados por las urnas desde que lograron un extraordinario 14,6% en las generales de 2009, los liberales han recompuesto sus filas y renovado su mando para la batalla electoral de septiembre en un congreso federal celebrado en Berlín este fin de semana. En el partido esperan haber zanjado las rivalidades internas al confirmar al vicecanciller y ministro de Economía, Philipp Rösler, como jefe. El 86% de los delegados le han votado, un resultado modesto pero excelente dada la mala situación del partido. El cabeza de lista para las generales será Rainer Brüderle, que el pasado enero perdió su pulso político con Rösler tras el éxito en las elecciones de Baja Sajonia.
Rösler, que tiene 40 años, se beneficiará de esta alianza con su antiguo contrincante, de 67. Avezado orador con larga experiencia en campañas y en la Cámara baja (Bundestag), Brüderle pondrá la cara y afilará el discurso. Rösler no pierde el aspecto ni el tono de estudiante aplicado. Dirigirá la campaña tratando de recuperar las viejas aspiraciones políticas liberales ajenas a la economía. Los votantes identifican al FDP con las finanzas y con la empresa. Una suerte de partido-lobby centrado en las rebajas fiscales que, sin embargo, no ha cumplido sus promesas de 2009 y se ha plegado, según la percepción generalizada, a las necesidades y las decisiones de la canciller Merkel. De aquel 15% de votos de 2009 no queda ni la sombra: pese a la caída del impopular Guido Westerwelle, que dejó la presidencia del partido en 2011, los sondeos ponen en duda la capacidad del FDP para alcanzar el 5% necesario para acceder al Bundestag. En estos tres años y medio, los liberales han protagonizado un viacrucis de derrotas electorales en diversas regiones alemanas, entre ellas las cruciales de Renania del Norte-Westfalia y Baden-Württemberg.
Este domingo en Berlín, Rösler entregó un simbólico balón de fútbol a Brüderle, encargado de los remates a puerta en la campaña. En el FDP saben que su única salida del agujero pasa por la unidad y la busca de un perfil propio tras estos años de caos interno y de irrelevancia ante la opinión pública. Los liberales necesitan por lo menos el 7% o el 8% de los apoyos para prolongar la coalición con los democristianos de Merkel hasta 2017. La encuesta más reciente de la cadena pública ARD, publicada el viernes, da el 40% de los votos a la CDU/CSU, 14 puntos más que al socialdemócrata SPD. El FDP se quedaría fuera del Parlamento con el 4% de los votos. Con estos mimbres, Merkel tendría que ganarse a Los Verdes o repetir la gran coalición con los socialdemócratas que la llevó al poder en 2005.
Una de las primeras decisiones del nuevo tándem Rösler-Brüderle será plantar cara a los democristianos de Merkel pidiendo la equiparación total entre los matrimonios y las uniones civiles de personas del mismo sexo. Merkel ha querido contentar al ala derecha de la CDU y de su partido hermano bávaro, la CSU, negándose a que su partido acepte dicha equiparación, que ya se perfila como uno de los temas estrella hasta el 22 de septiembre. Por su parte, la CSU prepara la cita electoral bávara, también en septiembre, afilando el canto conservador.
Para la CDU surge ahora un dilema. En las elecciones de Baja Sajonia hace siete semanas, el primer ministro regional, David MacAllister (CDU), sugirió a los votantes que, si querían conservar con vida su coalición de centroderecha, debían apoyar al FDP. Los liberales obtuvieron un estupendo 10%, pero la exitosa transfusión de votos democristianos mató al paciente: la coalición perdió por la mínima y fue relevada por un nuevo Gobierno de SPD y Los Verdes. En Berlín, el FDP ha sido un socio excelente para los intereses democristianos. Ha apoyado sin apenas fisuras las políticas de Merkel, que los ha usado de saco de boxeo para desviar críticas y responsabilidades por los fracasos conjuntos. Merkel se tiene que preguntar cuánto apoyo les puede ceder. Si es que cede alguno.
Los sondeos ponen en duda que el FDP alcance los votos necesarios para acceder al Bundestag
Juan Gómez
Berlín, El País
El Partido Liberal Democrático (FDP) y su presidente, Philipp Rösler, se están empleando este año en confirmar un proverbio alemán: el dado por muerto vive más tiempo. Ninguneados por la jefa de su coalición de Gobierno, la democristiana Angela Merkel (CDU), y castigados por las urnas desde que lograron un extraordinario 14,6% en las generales de 2009, los liberales han recompuesto sus filas y renovado su mando para la batalla electoral de septiembre en un congreso federal celebrado en Berlín este fin de semana. En el partido esperan haber zanjado las rivalidades internas al confirmar al vicecanciller y ministro de Economía, Philipp Rösler, como jefe. El 86% de los delegados le han votado, un resultado modesto pero excelente dada la mala situación del partido. El cabeza de lista para las generales será Rainer Brüderle, que el pasado enero perdió su pulso político con Rösler tras el éxito en las elecciones de Baja Sajonia.
Rösler, que tiene 40 años, se beneficiará de esta alianza con su antiguo contrincante, de 67. Avezado orador con larga experiencia en campañas y en la Cámara baja (Bundestag), Brüderle pondrá la cara y afilará el discurso. Rösler no pierde el aspecto ni el tono de estudiante aplicado. Dirigirá la campaña tratando de recuperar las viejas aspiraciones políticas liberales ajenas a la economía. Los votantes identifican al FDP con las finanzas y con la empresa. Una suerte de partido-lobby centrado en las rebajas fiscales que, sin embargo, no ha cumplido sus promesas de 2009 y se ha plegado, según la percepción generalizada, a las necesidades y las decisiones de la canciller Merkel. De aquel 15% de votos de 2009 no queda ni la sombra: pese a la caída del impopular Guido Westerwelle, que dejó la presidencia del partido en 2011, los sondeos ponen en duda la capacidad del FDP para alcanzar el 5% necesario para acceder al Bundestag. En estos tres años y medio, los liberales han protagonizado un viacrucis de derrotas electorales en diversas regiones alemanas, entre ellas las cruciales de Renania del Norte-Westfalia y Baden-Württemberg.
Este domingo en Berlín, Rösler entregó un simbólico balón de fútbol a Brüderle, encargado de los remates a puerta en la campaña. En el FDP saben que su única salida del agujero pasa por la unidad y la busca de un perfil propio tras estos años de caos interno y de irrelevancia ante la opinión pública. Los liberales necesitan por lo menos el 7% o el 8% de los apoyos para prolongar la coalición con los democristianos de Merkel hasta 2017. La encuesta más reciente de la cadena pública ARD, publicada el viernes, da el 40% de los votos a la CDU/CSU, 14 puntos más que al socialdemócrata SPD. El FDP se quedaría fuera del Parlamento con el 4% de los votos. Con estos mimbres, Merkel tendría que ganarse a Los Verdes o repetir la gran coalición con los socialdemócratas que la llevó al poder en 2005.
Una de las primeras decisiones del nuevo tándem Rösler-Brüderle será plantar cara a los democristianos de Merkel pidiendo la equiparación total entre los matrimonios y las uniones civiles de personas del mismo sexo. Merkel ha querido contentar al ala derecha de la CDU y de su partido hermano bávaro, la CSU, negándose a que su partido acepte dicha equiparación, que ya se perfila como uno de los temas estrella hasta el 22 de septiembre. Por su parte, la CSU prepara la cita electoral bávara, también en septiembre, afilando el canto conservador.
Para la CDU surge ahora un dilema. En las elecciones de Baja Sajonia hace siete semanas, el primer ministro regional, David MacAllister (CDU), sugirió a los votantes que, si querían conservar con vida su coalición de centroderecha, debían apoyar al FDP. Los liberales obtuvieron un estupendo 10%, pero la exitosa transfusión de votos democristianos mató al paciente: la coalición perdió por la mínima y fue relevada por un nuevo Gobierno de SPD y Los Verdes. En Berlín, el FDP ha sido un socio excelente para los intereses democristianos. Ha apoyado sin apenas fisuras las políticas de Merkel, que los ha usado de saco de boxeo para desviar críticas y responsabilidades por los fracasos conjuntos. Merkel se tiene que preguntar cuánto apoyo les puede ceder. Si es que cede alguno.