Gatillazo fatal de España ante Finlandia


Madrid, As
España sufrió una cogida tonta e inesperada, de pronóstico entre reservado y grave, tras un asedio infinito en el que, por momentos, cayó en el desánimo y se aburrió de mandar por tierra, mar y aire frente a un adversario, Finlandia, que sólo quiso ser pared. Un arranque de furia de Sergio Ramos pareció acabar con el problema, pero Pukki, en el único arrimón finlandés, nos metió en un lío. Ocurre cuando no se llena de goles el saco y no se cuidan las bajadas de tensión. El gatillazo condena a la Selección a un ganar o ganar en París.


El dominio extremo de La Roja acabó, durante muchos momentos, con Arbeloa y Jordi Alba como alas, especialmente el azulgrana, esa irrupción en pantalla por sorpresa con el que se mata en el tiqui-taca, y hasta con Ramos como rematador de segunda instancia. Pero el intenso tráfico en las barbas de Maaenpa lo espesó todo. Ante ese acorazado quizá hubiese merecido la pena prescindir desde el comienzo de un lateral, Arbeloa, y darle esa banda que no exigía viaje de vuelta a Navas, jugador con energía, desborde y centro.

Y eso que la puesta en escena fue trepidante. Antes del primer minuto, Moisander rozó el autogol y Villa, el baño de gloria. Su remate se fue al lateral de la red, pero el Guaje entró en el partido emprendedor, crecido y confiado, de nuevo en gran figura. Las burbujas desaparecieron pronto y España guisó el partido a fuego lento, aunque esta vez sin Xavi, maestro en esta suerte. Y sin Xavi casi nunca hay paraíso. España tocó y tocó sin encontrar el acceso a Maenpaa y acabó descargando su frustración en disparos lejanos. Desde allí sufrió menos Finlandia, aunque Fábregas, dos veces, Cazorla, otras dos, e Iniesta rozaron el notable en puntería.

Iniesta, que reúne varios jugadores en uno, y todos fantásticos, tiró del slalom en los mejores momentos de la primera mitad, pero el escudo finlandés llegó a todas partes antes del descanso y la actividad ofensiva fue decayendo. Villa comenzó a perderse en el sudoku, Silva ofreció poco, Cesc lo hizo todo muy lejos de Maaenpa.

Del Bosque presintió que Finlandia sólo sería vulnerable sometida a mayor agitación y retiró a Cazorla para entregarse a Pedro. Flecha por florete, lo que acarreó la mudanza de Villa a la punta y de Cesc al centro de creación. Una maniobra inteligente que le dio solvencia a España, pero el despegue tuvo más que ver con la emoción que con la estrategia. Ramos rasgó el telón con un cabezazo de furia, para convertir el centenario en centenariazo.

A partir de ahí, de ese calentón, España dejó de confundir, más brevemente de los que le convenía, la paciencia con la siesta, cargó el juego a la izquierda, porque Pedro anduvo con chispa y con ganas, e hizo pasar un buen rato a El Molinón antes de caer, equivocadamente, en la cuenta de que el martes está cerca, París se ve cuesta arriba y el descanso es un arma. Bajó las revoluciones y se dejó ir, convencida de que Finlandia moriría de un solo balazo. Del Bosque le ahorró gasto a Villa y Cesc y en estas empató Pukki. A la carga final se sumaron Negredo y Mata, con empeño pero sin puntería. La cosa queda ahora en machada o repesca.

España: Valdés; Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Busquets, Cazorla (Pedro, m. 46), Iniesta; Silva, Villa (Negredo, m. 65) y Cesc (Mata, m. 76).

Finlandia: Mäenpää; Raitala, Moisander, Toivio, Arkivuo; Tainio (Sparj, m. 69), Roman Eremenko, Ring; Hetemaj, Pukki (Halsti, m. 93) y Hämäläinen.

Goles: 1-0, m.49: Sergio Ramos. 1-1, m.79: Pukki.

Árbitro: Ovidiu Alin Hategan (RUM). Amonestó a Silva (89') por España, y a Mäenpää (85') y Moisander (89') por Finlandia.

Incidencias: Encuentro de clasificación al Mundial 2014, disputado en el estadio El Molinón, lleno, con 30.000 espectadores. Finlandia portó brazaletes negros en memoria del exfutbolista Kai Pahlman.

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