El secretismo y la seguridad que rodean la elección del próximo Papa
David Willey
BBC, Roma
Durante cientos de años y para evitar filtraciones, puertas con doble revestimiento han preservado el secretismo en el interior del palacio.
Las papeletas de votación son quemadas después de cada elección para evitar cualquier análisis posterior sobre quién votó a quién. De ahí las tradicionales estufas, una en la que se queman las papeletas y otra para emitir humo negro o blanco para avisar al mundo exterior del resultado de la votación.
Pero también utilizan tecnología del siglo XXI para acorazar la Capilla Sixtina y aislar a los cardenales asistentes al cónclave electrónicamente y telefónicamente del mundo exterior hasta que uno de ellos haya recibido los dos tercios de los votos necesarios para ser declarado obispo de Roma.
En todas las ventanas del área donde se celebrará el cónclave se han colocado láminas de plástico opacas para evitar que los fotógrafos puedan tomar fotos desde afuera.
Además, los teléfonos móviles serán prohibidos y el personal administrativo será registrado por gendarmes vaticanos para asegurarse de que nadie rompe el embargo sobre la identidad del nuevo Papa cuando la chimenea en el techo de la Capilla Sixtina empiece a emitir el humo blanco.
"Dependemos de la buena fe y la confianza de los cardenales", aseguró hace unos días el portavoz del Vaticano Federico Lombardi.
Este cura jesuita ha sido la única fuente oficial de información sobre las discusiones sobre el futuro Papa iniciadas el pasado 1 de marzo.
Una suite especial de la residencia vaticana Sanctae Marthae en la que se alojarán los 115 cardenales durante el cónclave, será utilizada por el nuevo Papa como residencia temporal una vez sea anunciada su elección.
El sastre vaticano Lorenzo Gamarelli ya ha entregado tres sotanas papales al Vaticano para que el nuevo Pontífice pueda vestir sus nuevas ropas blancas minutos después de ser elegido.
De momento, de acuerdo con El Vaticano, ninguno de los cardenales electores ha viajado al Castillo de Gandolfo, situado a unos 25 kilómetros al sudeste de Roma, donde el Papa emérito Benedicto XVI ha estado viviendo desde su retirada a fines de febrero.
El colegio electoral se limitó a enviarle un mensaje de gratitud general por sus servicios a la iglesia.
Y es que Benedicto XVI parece haber intentado evitar que se le pueda criticar por influenciar el resultado de la elección papal.
Es por ello que se retiró de la escena vaticana, aunque pretende volver a vivir de forma permanente tras los muros del Vaticano en un futuro próximo.
El mero hecho de que él haya nombrado a 60 de los 115 cardenales que elegirán a su sucesor habla por sí mismo.
BBC, Roma
Las autoridades en El Vaticano están tomando todas las precauciones posibles para evitar que se filtre cualquier información sobre el cónclave que debe elegir al próximo Papa y que se inicia este martes.
La elección de un nuevo Pontífice siempre ha conllevado una extraña mezcla de rituales eclesiásticos, discusiones democráticas y miedo obsesivo a la intervención de intereses de terceras partes.Los apartamentos papales en el piso superior del Palacio Apostólico del Vaticano permanecerán cerrados y sellados hasta que el nuevo Papa sea elegido.
Durante cientos de años y para evitar filtraciones, puertas con doble revestimiento han preservado el secretismo en el interior del palacio.
Las papeletas de votación son quemadas después de cada elección para evitar cualquier análisis posterior sobre quién votó a quién. De ahí las tradicionales estufas, una en la que se queman las papeletas y otra para emitir humo negro o blanco para avisar al mundo exterior del resultado de la votación.
Pero también utilizan tecnología del siglo XXI para acorazar la Capilla Sixtina y aislar a los cardenales asistentes al cónclave electrónicamente y telefónicamente del mundo exterior hasta que uno de ellos haya recibido los dos tercios de los votos necesarios para ser declarado obispo de Roma.
En todas las ventanas del área donde se celebrará el cónclave se han colocado láminas de plástico opacas para evitar que los fotógrafos puedan tomar fotos desde afuera.
Además, los teléfonos móviles serán prohibidos y el personal administrativo será registrado por gendarmes vaticanos para asegurarse de que nadie rompe el embargo sobre la identidad del nuevo Papa cuando la chimenea en el techo de la Capilla Sixtina empiece a emitir el humo blanco.
"Buena fe"
Este cura jesuita ha sido la única fuente oficial de información sobre las discusiones sobre el futuro Papa iniciadas el pasado 1 de marzo.
Una suite especial de la residencia vaticana Sanctae Marthae en la que se alojarán los 115 cardenales durante el cónclave, será utilizada por el nuevo Papa como residencia temporal una vez sea anunciada su elección.
El sastre vaticano Lorenzo Gamarelli ya ha entregado tres sotanas papales al Vaticano para que el nuevo Pontífice pueda vestir sus nuevas ropas blancas minutos después de ser elegido.
De momento, de acuerdo con El Vaticano, ninguno de los cardenales electores ha viajado al Castillo de Gandolfo, situado a unos 25 kilómetros al sudeste de Roma, donde el Papa emérito Benedicto XVI ha estado viviendo desde su retirada a fines de febrero.
El colegio electoral se limitó a enviarle un mensaje de gratitud general por sus servicios a la iglesia.
Y es que Benedicto XVI parece haber intentado evitar que se le pueda criticar por influenciar el resultado de la elección papal.
Es por ello que se retiró de la escena vaticana, aunque pretende volver a vivir de forma permanente tras los muros del Vaticano en un futuro próximo.
El mero hecho de que él haya nombrado a 60 de los 115 cardenales que elegirán a su sucesor habla por sí mismo.