El rebelde congoleño ‘Terminator’ se rinde en la Embajada de EEUU en Kigali

Bosco Ntaganda, dirigente del grupo M23, era reclamado desde hacía ocho años por la Corte Penal Internacional de La Haya

Gemma Parellada
Bamako, El País
Reclamado desde hace ocho años por la Corte Penal Internacional (CPI) ha sido finalmente el mismo Terminator el que se ha entregado y el que ha pedido ser transferido a la justicia internacional. El rebelde congoleño Bosco Ntaganda, conocido en el este de Congo como Terminator, se ha presentado este lunes en la Embajada de Estados Unidos en la capital ruandesa, Kigali, tras huir de las disputas internas en su movimiento armado, el M23.


La ministra de Exteriores ruandesa, Louise Mushikiwabo, fue la primera a informar con un tuit sobre la rendición del rebelde congoleño y el Departamento de Estado de Estados Unidos lo ha confirmado a través de su portavoz, Victoria Nuland, quien añadió que “él pidió específicamente ser transferido a la Corte Penal Internacional en La Haya”.

Washington ha asegurado “apoyar con firmeza la CPI y su investigación sobre las atrocidades cometidas en Congo” y asegura estar gestionando su petición, pero ni Ruanda ni Estados Unidos están obligados a extraditar a Ntaganda, ya que ninguno de los dos países es firmante del estatuto de Roma que la constituyó. Es más, Estados Unidos se ha opuesto durante años al tribunal supranacional.

Bosco Ntaganda ha dirigido distintos grupos armados en el conflictivo este de Congo desde hace más de una década. Fue compañero de armas de Thomas Lubanga -el primer condenado en la CPI- en la provincia de Ituri, rica en oro, y más tarde se concentró en Kivu Norte, donde hay grandes cantidades de estaño y tantalita, minerales imprescindibles para las nuevas tecnologías.

Sus hombres lograron ocupar Goma, la capital del este de Congo, hace medio año

Aunque la CPI emitió una orden de arresto ya en 2006, Ntaganda no solo siguió operando con toda tranquilidad sino que incluso se ganó el grado de general y fue asimilado al Ejército congoleño en nombre de los acuerdos de paz de 2009. Mientras fue miembro oficial de las fuerzas congoleñas mantuvo sus hombres fieles que funcionaban de facto bajo sus órdenes directas, un grupo que dependía poco de la jerarquía y que pudo seguir controlando ciertas zonas mineras claves.

En su nutrido currículum armado también destaca su posición de número dos en el grupo del carismático insurgente Lauren Nkunda, el líder del CNDP que, tras lanzar una fuerte ofensiva en Kivu Norte, fue arrestado por su presunta aliada Ruanda y guardado en su capital, Kigali, donde jamás nadie le volvió a molestar. El precedente de Nkunda abre un gran interrogante sobre el futuro de Ntaganda.

Todos los grupos armados con los que ha luchado o comandado Ntaganda en los últimos años han tenido una fuerte vinculación con Ruanda, acusada de financiarles y armarles. El más reciente es el M23, heredero de la rebelión de Nkunda y que demostró su poder hace medio año, cuando logró ocupar Goma, la capital provincial.

Se sospecha que una de las razones de la nueva rebelión del M23 era justamente proteger a Bosco Ntaganda, quien tras años de acuerdos y cambios de etiqueta, podría tener un amplio conocimiento de las relaciones entre el Gobierno congoleño, los grupos armados y los operadores económicos. Ntaganda se considera el líder real del M23, aunque la cúpula del movimiento armado siempre lo negó.

Los vínculos entre Ntaganga y Ruanda se han tejido tanto en el ámbito militar como en el del tráfico de minerales, un campo en el que Ntaganda llegó a acumular mucho poder.

El este de Congo es escenario del conflicto más mortífero del mundo, una zona considerada también, debido a la guerra, la "capital mundial de las violaciones".

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