El Papa es argentino

El cónclave elige pontifice tras al menos cuatro votaciones y dos fumatas negras



Pablo Ordaz
Roma, El País
La Iglesia ya tiene nuevo Papa. El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, jesuita de 76 años, ocupará la silla de Pedro con el nombre de Francisco I. Es arzobispo de Buenos Aires. Es el primer latinoamericano y el primer miembro de la compañía de Jesús que dirige la Iglesia católica. Tras al menos cuatro votaciones y dos fumatas negras, los 115 cardenales electores, con la ayuda siempre invocada del Espíritu Santo, inclinaron la votación a favor de Bergoglio. La fumata blanca se alzó sobre el cielo de Roma a las 19.08 (hora italiana y peninsular española). La Iglesia vivirá a partir de hoy una situación inédita. El nuevo Papa deberá convivir en el Vaticano con el papa emérito, Benedicto XVI.


Bergoglio es un jesuita ortodoxo en cuestiones dogmáticas pero flexible en materia de ética sexual. Desde el balcón y vestido de blanco, ha dado las gracias y ha pedido una oración por su antecesor, el pontífice emérito. El argentino ha bromeado diciendo que los cardenales han ido a buscar al nuevo Papa "al fin del mundo".

La elección ha sido más corta de lo que se esperaba. No hay que olvidar que el cónclave se inició bajo el signo de la división después de 10 reuniones muy intensas del colegio cardenalicio –formado por los 115 electores y los mayores de 80 años—en las que 161 purpurados alzaron su voz para hablar de la situación de la Iglesia. Aunque, al inicio de los encuentros, los cardenales prestaron juramento de no filtrar a la prensa el contenido de las discusiones, enseguida se supo que los temas más candentes fueron la necesidad de reformar de la Curia, la postura de la Iglesia ante la pederastia y la situación del IOR, el banco del Vaticano.

Algunos cardenales –entre ellos los estadounidenses—solicitaron además tener acceso al informe secreto que sobre el caso Vatileaks –el robo y filtración de la documentación privada de Joseph Ratzinger—elaboraron tres cardenales octogenarios. Antes de su renuncia, Benedicto XVI determinó que el informe solo fuese conocido por su sucesor, pero nada más llegar a Roma muchos de los cardenales insistieron en que, antes de dibujar el perfil del Papa que ahora necesita la Iglesia, sería conveniente saber la situación interna. El primero en expresar la preocupación creciente fue el cardenal Raymundo Damasceno, arzobispo de Aparecida y presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil: “¿Por qué los cardenales que somos los consejeros más próximos al Papa no podemos tener acceso a dichos documentos?”.

Finalmente, los tres cardenales que practicaron la investigación --Jozef Tomko, Salvatore De Giorgi y Julián Herranz— informaron privadamente y sin entrar en detalles y nombres a los purpurados que lo solicitaron. También llamó la atención que la décima y última de las congregaciones generales estuviese dedicada a hablar del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano. El secretario de Estado, Tarcisio Bertone, quien además es el presidente de la comisión cardenalicia que controla la entidad, informó a los cardenales de su situación. Según algunas filtraciones periodísticas, el cardenal Bertone recibió numerosas críticas durante las congregaciones generales por su manera de dirigir el Vaticano en los últimos años.

Pero, al margen de los asuntos polémicos, la Iglesia tiene numerosos retos por delante, y todos ellos fueron abordados en los días previos al cónclave. Antes de encerrarse en la Capilla Sixtina, los cardenales parecían tener claro que la Iglesia necesita ahora un Papa fuerte, un Pontífice capaz de reformar la Curia, organizar los dicasterios (ministerios) del Vaticano para hacerlos más eficaces, limpiar la podredumbre puesta al descubierto por el caso Vatileaks, impulsar el diálogo con el Islam, afrontar de una manera valiente el papel de la mujer en la Iglesia y la postura oficial ante la bioética. Un Papa, como dijo el cardenal Angelo Sodano en la misa Pro eligiendo Pontifice, “un pastor que anuncie el evangelio y la misericordia; un buen pastor capaz de dar la vida por sus ovejas”. Un Papa, en suma, que sepa estar al lado de los pobres en un momento de crisis mundial y que a la vez devuelva al Vaticano su influencia perdida. ¿Será capaz de hacerlo Bergoglio?

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