El chavismo cierra filas con Maduro

-Venezuela vive una jornada de duelo multitudinario en las calles
-Mientras, la cúpula del régimen maniobra para entregar el poder al vicepresidente
-Las elecciones se convocarán en el plazo de un mes
-Se han decretado siete días de duelo nacional



Ewald Scharfenberg
Caracas, El, País
Venezuela se preparaba este miércoles para transitar un camino inédito en su historia republicana, un día después de darse a conocer la noticia del fallecimiento del presidente Hugo Chávez. El excomandante de paracaidistas, de 58 años, es el primer presidente venezolano que muere en el cargo desde que el dictador Juan Vicente Gómez desapareciera en 1935, después de 27 años en el poder. Entonces, como ahora, el reto fue el de encauzar el restablecimiento de las instituciones democráticas y sortear las amenazas para la paz en una ruta que no estaba prestablecida.


A medida que una auténtica marea roja inundaba las calles de Caracas, acompañando el traslado de los restos del comandante desde el Hospital Militar donde falleció hasta la Academia Militar, crecía también la incógnita acerca de cómo se resolverá, por la ley y los hechos, el limbo político por el que se precipita el país.

La Constitución vigente, promulgada en 1999, ha mostrado desde el pasado enero algunos vacíos sobre el tema de la ausencia sobrevenida del presidente y sus mecanismos de reemplazo. A comienzos de año no tuvo respuestas para una situación sin precedentes: un presidente en funciones, reelecto, que no podía tomar posesión en la fecha prevista por el texto constitucional.

La cuestión quedó resuelta por un fallo de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, que el 9 de enero estableció que se podía esperar todo el tiempo necesario para que Chávez, el presidente reelecto, se restableciera y prestara juramento. Entre tanto ello no ocurriera, bajo el principio de la “continuidad administrativa”, el Gobierno anterior seguiría en funciones.

Esa sentencia resultaba conveniente para quienes desde el oficialismo buscaban prolongar el compás de espera para una eventual recuperación del presidente. Ahora, con Chávez ya fuera de escena, también parece que se acomodará a los deseos de la facción predominante del oficialismo, que pretende no solo cumplir al pie de la letra los deseos expresos de Chávez de que Nicolás Maduro fuera el candidato presidencial del chavismo, sino entregar las riendas del país al actual vicepresidente en el ínterin prelectoral. El cargo de vicepresidente ejecutivo no lleva implícito la facultad de reemplazar al presidente cuando este fallece. Lo que sí previó la Constitución fue que, en caso de falta absoluta del presidente, el vicepresidente completaría el período, sólo si ocurriera en los dos últimos años del mandato de seis.

Si la falta absoluta ocurriera antes de la toma de posesión del presidente electo o, ya en ejercicio, antes de cumplir cuatro años en el cargo, el Presidente de la Asamblea Nacional —Diosdado Cabello, en la actualidad— debería encargarse de la primera magistratura y convocar elecciones universales en un plazo de 30 días. Chávez, reelecto el pasado 7 de octubre, no alcanzó a jurar su nuevo período el 10 de enero pasado. Por lo tanto, correspondería que el presidente del Parlamento asuma el cargo transitoriamente y convoque a elecciones.

No obstante, el oficialismo se apresta a acomodar una nueva tesis mixta y que no está en la tinta de la Constitución. Las pistas las dieron el canciller Elías Jaua, la misma noche del deceso del presidente, y el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, en declaraciones a una televisión colombiana: Maduro sustituirá al presidente y convocará a elecciones donde él mismo se presentará como candidato.

Maduro quedaría así en la posición privilegiada que Chávez disfrutó en sus últimas competencias electorales: la de candidato-presidente, con todos los recursos del Estado a su disposición. El plan aún no cuenta con respaldo explícito del Tribunal Supremo, aunque se da por descontado.

También se espera un pronto pronunciamiento del Consejo Nacional Electoral, encargado de organizar los comicios. No obstante, todas estas expectativas no son más que bizantinismos para la multitud que, entre tanto, ha seguido el cortejo fúnebre de Chávez.

El traslado del cadáver del presidente venezolano ha realizado un recorrido propio de sus triunfales campañas electorales, por calles del oeste, centro y suroeste de la ciudad capital, tradicionales bastiones del oficialismo. La procesión ha partido del Hospital Militar de Caracas, donde Chávez expiró el martes tras haber ingresado el 18 de febrero, hasta la Academia Militar, donde fue cadete y a la que llamaba “cuna de la revolución”. Allí se mantendrá el cadáver expuesto en capilla ardiente, hasta que sea inhumado el próximo viernes.

Miles de personas, encabezadas por Maduro, Cabello, el presidente boliviano Evo Morales, ministros del Gabinete y el alto mando militar, han acompañado el féretro que iba cubierto con una bandera venezolana y un sinnúmero de flores que el público le arrojaba. Consignas clásicas de la izquierda latinoamericana, como Hasta la victoria siempre, comandante, se han dejado escuchar, pero otro clamor, desconocido hasta ahora —apoyado por los medios oficiales—, ha predominado: Chávez al Panteón, Junto con Simón [Bolívar].

Hacía alusión al destino final de los restos del comandante. Por tradición, desde el siglo XIX, el Panteón Nacional de Caracas aloja los restos de los héroes de la Independencia y próceres republicanos de Venezuela, entre ellos, el Libertador Simón Bolívar. El edificio ocupa una antigua iglesia al norte de Caracas. Junto a él, Chávez ordenó la construcción de un colosal mausoleo destinado a recibir en solitario el esqueleto de Bolívar, exhumado en 2010. Sin embargo, Chávez, ya en las fases terminales de su enfermedad, no alcanzó a ver concluida la obra ni a presidir el traslado de los restos del héroe sudamericano.

El ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, ha asegurado que el Gobierno respetará la voluntad de la familia presidencial sobre la última morada de Chávez. Pero ha dicho que apoyaba el deseo “del pueblo” de dar “el sitio más digno posible” para la tumba del comandante.

También la televisión ha acompañado la marcha luctuosa, transmitida en cadena nacional por todos los medios a lo largo de sus seis horas de duración. La transmisión ha favorecido los primeros planos de gente llorosa o en trance de dolor, que no eran difíciles de detectar en un evento histórico, de gran emotividad. Tanto en la narración oficial como en los testimonios recogidos entre los asistentes, tampoco se han escatimado los llamados de unidad y apoyo al vicepresidente Maduro, en lo que ha parecido un anticipo poco discreto de campaña electoral. Han abundado juramentos de lealtad y admoniciones para la oligarquía, que “no volverá”.

El Gobierno ha decretado siete días de duelo nacional. En la capital, Caracas, se apreciaba una leve actividad en comercios e industrias. La banca se ha mantenido en servicio, así como los supermercados.

No obstante, a las 24 horas de la desaparición de Chávez, todavía se echa de menos la emisión de un parte oficial que comunique las causas de la muerte y despeje las incógnitas que persisten sobre qué tipo de cáncer llevó a Chávez, un hombre dado a los absolutos en sus discursos, a sucumbir ante el mayor de los absolutos, la muerte.

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