Rafa Nadal saborea en Brasil la victoria 251 días después
Río de Janeiro, EFE
Rafa Nadal levantó un trofeo 251 días después. No fue el de Roland Garros, como el 11 de junio del año pasado, sino el del ‘modesto’ ATP 250 de Sao Paulo, que ya ganara en el 2005 con 18 años: 6-2 y 6-3 a David Nalbandián, tras remontar un 0-3 en la segunda manga. No hubo brillo tenístico, pero el título tiene mucho peso en lo mental, en la lucha que ha emprendido Nadal por volver a ser él.
Nadal ha vuelto ahora a la gira sudamericana, con 26 años, para ascender la escalera que debe llevarle a la planta VIP donde le esperan Novak Djokovic, Andy Murray, Roger Federer y David Ferrer. Tras siete meses parado por una rotura del tendón rotuliano y hoftitis en su rodilla izquierda, decidió capturar sensaciones y seguridad en la arcilla de Sudamérica que le vio explotar. No en el cemento. Tras caer en la final de Viña del Mar con Horacio Zeballos (71º) en su retorno, derrotó en el Open brasileño al ‘Rey David’, un jugador con más galones que lo que indica su puesto 93º del ránking y que, pese a llevar desde agosto pasado sin jugar, había eliminado al campeón en 2012 Nicolás Almagro.
“No soy favorito”, había advertido Nadal antes de ganar el título que hace el 51 en su carrera, el 37 sobre tierra (37-5 en finales en esta superficie). Las pequeñas bolas Wilson, los hoyos de la pista, la altitud (más de 700 metros) y la condición indoor del torneo hacían la cancha “más rápida que la del US Open y Australia”, dijo. Pero más que eso, lo que frenaba a Nadal eran las sensaciones que le transmitió su rodilla frente a Martín Alund, ante el que cedió un set en semifinales. “No respondió bien. Y así no puedo atacar la pelota, no puedo moverme bien”.
En la final, con el título a tiro, Nadal se olvidó a ratos de esa rodilla y dio fogonazos. Discontinuos, pero esperanzadores. En el primer set, dos breaks para 4-2 y 6-2 con Nalbandián pesado y descolocado. Sin ser el de estos días. Él, también con dudas. Dudas que se acentuaron al inicio del segundo, cuando el argentino se colocó 3-0. Entonces, el número cinco del mundo se reencontró con aquel tenista fuerte de mente que siempre ha sido. Sacó un mejor tenis. Metió profundidad a la bola y endosó tres roturas seguidas para anotarse seis juegos del tirón.
En sólo dos torneos, Rafa ha vuelto, aunque aún le quede mucho camino. 251 días después. Próxima parada, en dos semanas Acapulco, donde por ejemplo estará David Ferrer. Otro escaloncito hacia la cima.
Rafa Nadal levantó un trofeo 251 días después. No fue el de Roland Garros, como el 11 de junio del año pasado, sino el del ‘modesto’ ATP 250 de Sao Paulo, que ya ganara en el 2005 con 18 años: 6-2 y 6-3 a David Nalbandián, tras remontar un 0-3 en la segunda manga. No hubo brillo tenístico, pero el título tiene mucho peso en lo mental, en la lucha que ha emprendido Nadal por volver a ser él.
Nadal ha vuelto ahora a la gira sudamericana, con 26 años, para ascender la escalera que debe llevarle a la planta VIP donde le esperan Novak Djokovic, Andy Murray, Roger Federer y David Ferrer. Tras siete meses parado por una rotura del tendón rotuliano y hoftitis en su rodilla izquierda, decidió capturar sensaciones y seguridad en la arcilla de Sudamérica que le vio explotar. No en el cemento. Tras caer en la final de Viña del Mar con Horacio Zeballos (71º) en su retorno, derrotó en el Open brasileño al ‘Rey David’, un jugador con más galones que lo que indica su puesto 93º del ránking y que, pese a llevar desde agosto pasado sin jugar, había eliminado al campeón en 2012 Nicolás Almagro.
“No soy favorito”, había advertido Nadal antes de ganar el título que hace el 51 en su carrera, el 37 sobre tierra (37-5 en finales en esta superficie). Las pequeñas bolas Wilson, los hoyos de la pista, la altitud (más de 700 metros) y la condición indoor del torneo hacían la cancha “más rápida que la del US Open y Australia”, dijo. Pero más que eso, lo que frenaba a Nadal eran las sensaciones que le transmitió su rodilla frente a Martín Alund, ante el que cedió un set en semifinales. “No respondió bien. Y así no puedo atacar la pelota, no puedo moverme bien”.
En la final, con el título a tiro, Nadal se olvidó a ratos de esa rodilla y dio fogonazos. Discontinuos, pero esperanzadores. En el primer set, dos breaks para 4-2 y 6-2 con Nalbandián pesado y descolocado. Sin ser el de estos días. Él, también con dudas. Dudas que se acentuaron al inicio del segundo, cuando el argentino se colocó 3-0. Entonces, el número cinco del mundo se reencontró con aquel tenista fuerte de mente que siempre ha sido. Sacó un mejor tenis. Metió profundidad a la bola y endosó tres roturas seguidas para anotarse seis juegos del tirón.
En sólo dos torneos, Rafa ha vuelto, aunque aún le quede mucho camino. 251 días después. Próxima parada, en dos semanas Acapulco, donde por ejemplo estará David Ferrer. Otro escaloncito hacia la cima.