Miles de voluntarios reconstruyen la ciudad tras la caída del meteorito

Rusia, AP
Un pequeño ejército de trabajadores se prepararon el sábado para reemplazar aproximadamente 200.000 metros cuadrados (50 acres) de cristales de ventana rotos por la onda expansiva de un meteorito que explotó sobre la región rusa de Cheliábinsk.
El sorprendente acontecimiento de la mañana del viernes rompió los cristales en más de 4.000 edificios en la región, mayormente en la ciudad capital, del mismo nombre, y lesionó a aproximadamente 1.200 personas, en su mayoría con cortadas por los cristales voladores.


Quince de los heridos permanecían hospitalizados el sábado, uno de ellos en coma, dijo el ministerio de salud regional, según la agencia de noticias Interfax.

El gobernador regional Mikhail Yurevich señaló que el daño de la explosión ocurrida a gran altitud _con una fuerza calculada en 20 bombas atómicas_ es de aproximadamente 1.000 millones de rublos (33 millones de dólares). Prometió que todas las ventanas dañadas serían reparadas en el plazo de una semana.

Pero esa es una espera demasiado larga en una región glacial. La temperatura de mediodía en Cheliábinsk fue de menos 12º Celsius (10º F), y para muchos la tarea inmediata fue colocar plásticos y tablas sobre las destrozadas ventanas de sus viviendas.

Más de 24.000 personas, incluidos voluntarios, se movilizaron en la región para cubrir ventanas, reunir ropa cálida y comida, así como para realizar otras labores de socorro, dijo la oficina del gobernador regional. Cuadrillas de trabajadores de empresas de cristales en regiones adyacentes estaban acudiendo al lugar afectado.

En el poblado de Chebarkul, ubicado 80 kilómetros (50 millas) al oeste de la ciudad de Cheliábinsk, buzos exploraron el fondo de un lago congelado en busca de fragmentos del meteoro que se cree cayeron ahí, dejando un boquete de seis metros (20 pies) de diámetro. Irina Rossius, vocera del Ministerio de Emergencias, dijo a agencias de noticias rusas que la búsqueda no había encontrado nada.

La Policía evitó que una pequeña multitud de curiosos se aventurara hacia el lago, donde se colocó una tienda de campaña para los buzos.

Muchos de ellos aún estaban tratando de procesar los recuerdos del extraño día al que sobrevivieron.

Valery Fomichov comentó que había salido a correr cuando el meteoro pasó como un rayo poco después del amanecer.

"Miré hacia arriba y vi un punto incandescente en el oeste. Y se volvía más y más grande, como un balón de fútbol, hasta que se volvió deslumbrantemente blanco y retiré la vista'', agregó.
En una iglesia local, el clérigo Sexton Sergei buscó extraer una enseñanza más grande.

"Quizá Dios estaba dando un tipo de señal, a fin de que la gente no piense simplemente sobre sus propias trivialidades sobre la tierra, sino que miren a los cielos de vez en cuando''.

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