Koch: un histórico alcalde de Nueva York

El carismático Edward Koch, exregidor de la ciudad de los rascacielos, fallece a los 88 años

Sandro Pozzi
Nueva York, El País
Edward Koch decía que el de alcalde de Nueva York era el mejor trabajo del mundo. Estuvo al frente de la gestión de la ciudad de los rascacielos durante tres mandatos, entre 1978 y 1989. Su gran misión entonces fue rescatarla de la ruina financiera. El demócrata ha fallecido en la madrugada del viernes a los 88 años de edad.


Una de las declaraciones que mejor definían su personalidad era esta: “Si me das un puñetazo, te lo devuelvo”. El estilo afilado y sin tapujos del 105º alcalde neoyorquino, nacido en el Bronx en 1924 y muy presente recientemente en las series de televisión, fue una de sus principales señas de identidad. No se cortaba en defender lo que creía era justo y correcto. Le sucedió en el cargo David Dinkins.

En su autobiografía Alcalde, comentó que no era el tipo de persona que tenía úlceras. Sin embargo, eran conocidos los problemas de salud que venía arrastrando desde que en 1990 dejó la alcaldía neoyorquina, aunque eso no le impidió estar muy presente en la vida de la ciudad y seguir siendo una de las personas más reconocidas entre sus 8,4 millones de residentes.

La política y los partidos eran para él algo secundario. Se consideraba un “liberal con cordura”. Rompió así con la línea de los demócratas al apoyar a George Bush en su reelección presidencial, porque consideró que la seguridad del país era lo prioritario tras los atentados del 11-S. Y después forzó a Barack Obama a posicionarse sobre Israel, antes de darle su bendición.

Michael Bloomberg, actual alcalde de Nueva York, lo calificó como todo un icono de la ciudad. “Fue nuestro más carismático animador y referente”, señala en la nota de condolencia. Como dice el magnate, que lleva tres mandatos al frente de la metrópoli, “fue un gran alcalde, un gran hombre y un gran amigo”. Las banderas de los edificios oficiales están ya a media asta.

Koch ha fallecido el mismo día en el que Grand Central, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y principal centro de transporte de la urbe, cumple su centenario. Bajo su mandato apostó por la mejora de su red de metro mientras pasaba la podadora por las cuentas públicas para evitar la bancarrota. Se le reprocha haber hecho poco por los sin techo y para contener la espiral de contagios del sida, y haberlo hecho tarde.

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