El Papa asegura que se dedicará a “la oración” en su último Ángelus
Benedicto XVI se asoma por última vez a la plaza de San Pedro ante unas 200.000 personas
Pablo Ordaz
Roma, El País
Benedicto XVI se asomó este domingo por última vez a la plaza de San Pedro para rezar el Ángelus. Unas 200.000 personas escucharon a Joseph Ratzinger aclarar que su renuncia al papado no supone un adiós, sino otra forma de estar en la Iglesia. "Si Dios me pide esto", ha dicho, "es porque yo podré continuar sirviendo con las mismas condiciones y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas".
El todavía Papa —su renuncia efectiva se producirá el próximo jueves a las ocho de la tarde—aprovechó la ocasión para resaltar el valor de la meditación: "La oración no es aislarse del mundo y sus contradicciones, como en el Monte Tabor hubiera querido hacer Pedro, pues la oración reconduce al camino, a la acción". El pasado día 14, en el transcurso de un encuentro con los curas de Roma, Joseph Ratzinger les dijo: "Estaré siempre con vosotros, pero permaneceré escondido para el mundo".
Es una cuestión —la del papel que jugará Ratzinger tras su renuncia— que preocupa en el Vaticano, sobre todo después del contenido que el todavía Papa ha querido imprimir a sus últimos discursos y a sus últimas decisiones, especialmente en relación con el escándalo Vatileaks y con las finanzas vaticanas. La sombra de Benedicto XVI va a planear sobre su sucesor, quien quiera que sea, no tanto porque Joseph Ratzinger --un hombre en extremo cuidadoso— vaya a querer interferir, sino porque su legado es claro: para conectar con el mundo actual, la Iglesia tiene que purificarse a sí misma, resolver el viejo y espinoso asunto de la pederastia y aclarar sus finanzas. Se espera que en las próximas horas, el Papa —que el viernes por la tarde concluyó sus ejercicios espirituales— dicte un Motu Proprio, un documento papal, para adelantar el cónclave.
Pablo Ordaz
Roma, El País
Benedicto XVI se asomó este domingo por última vez a la plaza de San Pedro para rezar el Ángelus. Unas 200.000 personas escucharon a Joseph Ratzinger aclarar que su renuncia al papado no supone un adiós, sino otra forma de estar en la Iglesia. "Si Dios me pide esto", ha dicho, "es porque yo podré continuar sirviendo con las mismas condiciones y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas".
El todavía Papa —su renuncia efectiva se producirá el próximo jueves a las ocho de la tarde—aprovechó la ocasión para resaltar el valor de la meditación: "La oración no es aislarse del mundo y sus contradicciones, como en el Monte Tabor hubiera querido hacer Pedro, pues la oración reconduce al camino, a la acción". El pasado día 14, en el transcurso de un encuentro con los curas de Roma, Joseph Ratzinger les dijo: "Estaré siempre con vosotros, pero permaneceré escondido para el mundo".
Es una cuestión —la del papel que jugará Ratzinger tras su renuncia— que preocupa en el Vaticano, sobre todo después del contenido que el todavía Papa ha querido imprimir a sus últimos discursos y a sus últimas decisiones, especialmente en relación con el escándalo Vatileaks y con las finanzas vaticanas. La sombra de Benedicto XVI va a planear sobre su sucesor, quien quiera que sea, no tanto porque Joseph Ratzinger --un hombre en extremo cuidadoso— vaya a querer interferir, sino porque su legado es claro: para conectar con el mundo actual, la Iglesia tiene que purificarse a sí misma, resolver el viejo y espinoso asunto de la pederastia y aclarar sus finanzas. Se espera que en las próximas horas, el Papa —que el viernes por la tarde concluyó sus ejercicios espirituales— dicte un Motu Proprio, un documento papal, para adelantar el cónclave.