El futuro de Italia se juega en las regiones
El centroizquierda trata de afianzarse en los comicios legislativos de hoy y mañana ante el avance del populismo
Pablo Ordaz
Roma, El País
Hace 15 meses, cuando dimitió Silvio Berlusconi porque no le quedaba otro remedio y llegó Mario Monti con la bendición de Europa y los mercados, uno de los primeros asuntos que tenía que reformar el Gobierno técnico era la ley electoral vigente, cuyo sobrenombre lo dice todo: “la cerdada”. Se trata, según propios y extraños, de una ley absurda que prácticamente garantiza la ingobernabilidad de Italia.
El asunto es que, si bien en la Cámara de Diputados el partido que obtiene más votos logra un premio de mayoría que le adjudica el 55% de los 630 diputados, en el Senado la cosa se complica bastante. La bonificación se otorga en base a los resultados obtenidos en cada una de las 20 regiones. O sea, que Monti llegó y se propuso cambiar la ley electoral sí o sí. Pero, como era de esperar, fue no y no.
Aunque a regañadientes a veces, los dos grandes partidos —el Pueblo de la Libertad (PDL) de Silvio Berlusconi y el Partido Democrático (PD) de Pier Luigi Bersani— fueron aprobando las reformas, algunas muy duras, que les iba proponiendo Mario Monti para que la prima de riesgo bajara, la Bolsa subiera e Italia no se despeñara por la senda de Grecia. Pero con la ley electoral no sucedió eso. Era más fácil votar el aumento de la edad de jubilación, la flexibilización del despido o los recortes en educación o sanidad que ponerse de acuerdo en una ley electoral que hiciera las elecciones más transparentes y más justas.
Se trataba, como no podía ser de otra manera, de otra herencia envenenada de Silvio Berlusconi. En 2005 introdujo una serie de modificaciones en la ley electoral con el fin de evitar la previsible victoria de la gran coalición de centroizquierda en 2006. Desde entonces, los premios de mayoría se obtienen región por región para el Senado: el partido más votado logra también el 55% de los escaños y el otro 45% de la región se lo reparte el resto, siempre teniendo en cuenta que el umbral mínimo para obtener escaños es del 8% en el Senado, frente a un 4% en la Cámara de Diputados.
Además, cada región envía a Roma un número de senadores proporcional a su población. De ahí que en estas elecciones la cosa esté que arde. No se sabe qué puede pasar en la región con más electores, Lombardía, cuyo gobierno regional, del PDL, se ha visto salpicado en los últimos tiempos por un sinnúmero de escándalos que han llevado a algunos consejeros a la imputación judicial o incluso a la cárcel. También estará la situación reñida en Sicilia, donde las últimas elecciones supusieron un vuelco. El centroizquierda logró formar Gobierno, pero el partido más votado fue el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, y ahora parece que los hombres de Berlusconi —que siempre consideró Sicilia como cosa suya— regresan por sus fueros. Por tanto, el quid de la gobernabilidad de Italia puede estar en los 49 senadores que envía Lombardía, en los 29 de Campania, los 25 de Sicilia y los 24 del Veneto. La solución, esta noche…
Porque, en Italia, la jornada electoral es doble. Domingo hasta las diez de la noche y lunes hasta las tres de la tarde. A las siete de la tarde de ayer, la participación en las elecciones legislativas era de un 45,91% del censo, 2,41 puntos menos que en las elecciones de 2008.
En cambio, en las regiones donde, además de las generales, se celebran elecciones a los consejos regionales —Lombardía, Lacio y Molise— se ha registrado un incremento, en especial en Lombardía, donde se ha pasado del 37,9% de 2008 al 51,36%. Como se suele decir en estos casos, la jornada transcurrió sin incidentes de importancia. La única excepción fue la protagonizada en Milán donde tres jóvenes del grupo feminista ucranio Femen se presentaron en el colegio electoral donde vota Silvio Berlusconi y, cuando llegó, se desnudaron y armaron el alboroto. El anterior primer ministro se limito a sonreír después de que, el día anterior, rompiera la jornada de reflexión con unas declaraciones en las que atacaba, otra vez, a los jueces italianos: “La magistratura es una mafia más peligrosa que la mafia siciliana”.
Más grave será para Berlusconi el día después de las elecciones. No ya por los resultados, buenos o malos, que pueda cosechar. Sino porque esos jueces a los que ataca retomarán los procesos pendientes —entre ellos el de inducción a la prostitución de menores— y que quedaron suspendidos temporalmente por “legítimo impedimento” electoral. Durante la campaña, a Berlusconi se le ha visto feliz, quizás más que al resto de los candidatos. El juego electoral era una casilla segura para él. Ahora los dados volverán a caer sobre el tablero. Su próximo objetivo es evitar la casilla de cárcel.
Pablo Ordaz
Roma, El País
Hace 15 meses, cuando dimitió Silvio Berlusconi porque no le quedaba otro remedio y llegó Mario Monti con la bendición de Europa y los mercados, uno de los primeros asuntos que tenía que reformar el Gobierno técnico era la ley electoral vigente, cuyo sobrenombre lo dice todo: “la cerdada”. Se trata, según propios y extraños, de una ley absurda que prácticamente garantiza la ingobernabilidad de Italia.
El asunto es que, si bien en la Cámara de Diputados el partido que obtiene más votos logra un premio de mayoría que le adjudica el 55% de los 630 diputados, en el Senado la cosa se complica bastante. La bonificación se otorga en base a los resultados obtenidos en cada una de las 20 regiones. O sea, que Monti llegó y se propuso cambiar la ley electoral sí o sí. Pero, como era de esperar, fue no y no.
Aunque a regañadientes a veces, los dos grandes partidos —el Pueblo de la Libertad (PDL) de Silvio Berlusconi y el Partido Democrático (PD) de Pier Luigi Bersani— fueron aprobando las reformas, algunas muy duras, que les iba proponiendo Mario Monti para que la prima de riesgo bajara, la Bolsa subiera e Italia no se despeñara por la senda de Grecia. Pero con la ley electoral no sucedió eso. Era más fácil votar el aumento de la edad de jubilación, la flexibilización del despido o los recortes en educación o sanidad que ponerse de acuerdo en una ley electoral que hiciera las elecciones más transparentes y más justas.
Se trataba, como no podía ser de otra manera, de otra herencia envenenada de Silvio Berlusconi. En 2005 introdujo una serie de modificaciones en la ley electoral con el fin de evitar la previsible victoria de la gran coalición de centroizquierda en 2006. Desde entonces, los premios de mayoría se obtienen región por región para el Senado: el partido más votado logra también el 55% de los escaños y el otro 45% de la región se lo reparte el resto, siempre teniendo en cuenta que el umbral mínimo para obtener escaños es del 8% en el Senado, frente a un 4% en la Cámara de Diputados.
Además, cada región envía a Roma un número de senadores proporcional a su población. De ahí que en estas elecciones la cosa esté que arde. No se sabe qué puede pasar en la región con más electores, Lombardía, cuyo gobierno regional, del PDL, se ha visto salpicado en los últimos tiempos por un sinnúmero de escándalos que han llevado a algunos consejeros a la imputación judicial o incluso a la cárcel. También estará la situación reñida en Sicilia, donde las últimas elecciones supusieron un vuelco. El centroizquierda logró formar Gobierno, pero el partido más votado fue el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, y ahora parece que los hombres de Berlusconi —que siempre consideró Sicilia como cosa suya— regresan por sus fueros. Por tanto, el quid de la gobernabilidad de Italia puede estar en los 49 senadores que envía Lombardía, en los 29 de Campania, los 25 de Sicilia y los 24 del Veneto. La solución, esta noche…
Porque, en Italia, la jornada electoral es doble. Domingo hasta las diez de la noche y lunes hasta las tres de la tarde. A las siete de la tarde de ayer, la participación en las elecciones legislativas era de un 45,91% del censo, 2,41 puntos menos que en las elecciones de 2008.
En cambio, en las regiones donde, además de las generales, se celebran elecciones a los consejos regionales —Lombardía, Lacio y Molise— se ha registrado un incremento, en especial en Lombardía, donde se ha pasado del 37,9% de 2008 al 51,36%. Como se suele decir en estos casos, la jornada transcurrió sin incidentes de importancia. La única excepción fue la protagonizada en Milán donde tres jóvenes del grupo feminista ucranio Femen se presentaron en el colegio electoral donde vota Silvio Berlusconi y, cuando llegó, se desnudaron y armaron el alboroto. El anterior primer ministro se limito a sonreír después de que, el día anterior, rompiera la jornada de reflexión con unas declaraciones en las que atacaba, otra vez, a los jueces italianos: “La magistratura es una mafia más peligrosa que la mafia siciliana”.
Más grave será para Berlusconi el día después de las elecciones. No ya por los resultados, buenos o malos, que pueda cosechar. Sino porque esos jueces a los que ataca retomarán los procesos pendientes —entre ellos el de inducción a la prostitución de menores— y que quedaron suspendidos temporalmente por “legítimo impedimento” electoral. Durante la campaña, a Berlusconi se le ha visto feliz, quizás más que al resto de los candidatos. El juego electoral era una casilla segura para él. Ahora los dados volverán a caer sobre el tablero. Su próximo objetivo es evitar la casilla de cárcel.