DPA: Cuba se prepara para los siguientes cinco años del “raulismo”
La Habana, dpa
Casi siete años después de su llegada al poder, Raúl Castro asumirá este domingo previsiblemente su segundo mandato al frente del gobierno cubano, con la isla sumida de lleno en el proceso de su “actualización” económica.
El “raulismo” ha cambiado la isla en el último lustro. Afianzado en el poder una vez conseguido con éxito el cambio de mando tras la enfermedad de Fidel en 2006, el menor de los Castro debe ser reelegido como presidente este domingo tras la constitución de la nueva Asamblea Nacional.
El propio Raúl Castro bromeó hoy sobre su posible retiro próximamente, aunque sin detallar planes concretos. “Voy a cumplir los 82 años, tengo derecho a retirarme. ¿No lo creen?”, dijo Castro en tono jocoso durante un acto con el primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, de visita en la isla.
Se prevé sin embargo que los 612 delegados del Parlamento unicameral de la isla, elegidos el pasado 3 de febrero en unos comicios a los que concurrían como candidatos únicos, lo confirmen el domingo en el poder.
Si cumple su propuesta de limitar los altos cargos a un máximo de dos periodos de cinco años cada uno, Raúl Castro asumirá a sus 81 años también su último mandato al frente del único régimen comunista del hemisferio occidental. Tras asumir de forma interina la presidencia en julio de 2006 por la enfermedad de Fidel, Raúl Castro fue designado oficialmente presidente el 24 de febrero de 2008.
El “raulismo” ha sido distinto al “fidelismo”, aunque sin cambiar la esencia del sistema. Visto por analistas como más “pragmático” y calificado como más “racional” y “sosegado” en el gobierno incluso por la oposición interna, el menor de los Castro es un general del Ejército que se granjeó fama de buen administrador al frente del Ministerio de las Fuerzas Armadas durante casi 50 años.
Sus reformas, que han ido abriendo la isla paulatinamente a mecanismos de mercado y desmontando el monopolio estatal, han asegurado al mismo tiempo el continuismo político medio siglo tras el triunfo de la revolución.
“El gobierno de Raúl Castro se ha caracterizado por una dosis de más racionalidad”.
“El gobierno de Raúl Castro se ha caracterizado por una dosis de más racionalidad”, dijo a dpa el economista disidente Óscar Espinosa Chepe, un ex preso político de la llamada “primavera negra” de 2003 que trabajó para el gobierno en la década de los 60.
Al mismo tiempo, la disidencia interna critica la falta de voluntad del castrismo para poner en marcha las reformas políticas que exigen.
“Hay muchas reformas por delante, pero creo que las más importantes están en el campo político, donde apenas si se han dado pasos”, valoró la conocida bloguera Yoani Sánchez antes de poder viajar por fin el pasado domingo al extranjero.
La activista, beneficiada ella misma por la última reforma de Raúl Castro -la migratoria-, ve la “despenalización de la discrepancia política” o la libertad de asociación como los cambios aún necesarios en la isla.
El gobierno cubano ya ha subrayado en varias ocasiones que no prevé cambios políticos. Hace un año, Raúl Castro descartó el final del monopartidismo durante la esperada Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC), que había despertado expectativas de reformas políticas.
Entonces, el presidente descartó las “ilusiones” de que “la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución”.
Mucho menos carismático que su hermano, al menor de los Castro se le ve poco en público. No visita programas de debate en la televisión estatal ni pronuncia los largos discursos que hicieron famoso a Fidel Castro. Sus reformas, sin embargo, han tenido una fuerte repercusión en el día a día de los cubanos.
Menos ideología, más pragmatismo, considera el disidente Espinosa Chepe. “Hay más racionalidad, más sosiego”, dice. A partir de 2008, el régimen eliminó restricciones como la prohibición para los cubanos de hospedarse en hoteles de lujo o comprar teléfonos celulares y electrodomésticos.
Tras el VI Congreso del PCC de 2011 siguieron las reformas de más calado. Los ajustes para “actualizar” el modelo económico han permitido la entrega de tierras ociosas en usufructo a agricultores privados y han ampliado las autorizaciones para el trabajo por cuenta propia.
A finales de 2011 se autorizó parcialmente la libre compraventa de casas y autos tras décadas de restricciones, así como la concesión de créditos al sector privado.
La reforma migratoria, que permite a los cubanos desde enero viajar al extranjero sin presentar el permiso de salida que necesitaban antes, ha sido el último cambio, el más anhelado por la población y quizá uno de los significativos a largo plazo.
Bien vistas por grupos del exilio moderado como el Cuba Study Group con sede en Washington, que pidieron hace unos días a Estados Unidos responder con medidas que flexibilicen el embargo comercial, las reformas chocan sin embargo con el escepticismo de la disidencia.
“La crisis se mantiene, la dualidad monetaria se mantiene, el problema demográfico se mantiene”, enumera el economista Espinosa Chepe algunos de los problemas.
Casi siete años después de su llegada al poder, Raúl Castro asumirá este domingo previsiblemente su segundo mandato al frente del gobierno cubano, con la isla sumida de lleno en el proceso de su “actualización” económica.
El “raulismo” ha cambiado la isla en el último lustro. Afianzado en el poder una vez conseguido con éxito el cambio de mando tras la enfermedad de Fidel en 2006, el menor de los Castro debe ser reelegido como presidente este domingo tras la constitución de la nueva Asamblea Nacional.
El propio Raúl Castro bromeó hoy sobre su posible retiro próximamente, aunque sin detallar planes concretos. “Voy a cumplir los 82 años, tengo derecho a retirarme. ¿No lo creen?”, dijo Castro en tono jocoso durante un acto con el primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, de visita en la isla.
Se prevé sin embargo que los 612 delegados del Parlamento unicameral de la isla, elegidos el pasado 3 de febrero en unos comicios a los que concurrían como candidatos únicos, lo confirmen el domingo en el poder.
Si cumple su propuesta de limitar los altos cargos a un máximo de dos periodos de cinco años cada uno, Raúl Castro asumirá a sus 81 años también su último mandato al frente del único régimen comunista del hemisferio occidental. Tras asumir de forma interina la presidencia en julio de 2006 por la enfermedad de Fidel, Raúl Castro fue designado oficialmente presidente el 24 de febrero de 2008.
El “raulismo” ha sido distinto al “fidelismo”, aunque sin cambiar la esencia del sistema. Visto por analistas como más “pragmático” y calificado como más “racional” y “sosegado” en el gobierno incluso por la oposición interna, el menor de los Castro es un general del Ejército que se granjeó fama de buen administrador al frente del Ministerio de las Fuerzas Armadas durante casi 50 años.
Sus reformas, que han ido abriendo la isla paulatinamente a mecanismos de mercado y desmontando el monopolio estatal, han asegurado al mismo tiempo el continuismo político medio siglo tras el triunfo de la revolución.
“El gobierno de Raúl Castro se ha caracterizado por una dosis de más racionalidad”.
“El gobierno de Raúl Castro se ha caracterizado por una dosis de más racionalidad”, dijo a dpa el economista disidente Óscar Espinosa Chepe, un ex preso político de la llamada “primavera negra” de 2003 que trabajó para el gobierno en la década de los 60.
Al mismo tiempo, la disidencia interna critica la falta de voluntad del castrismo para poner en marcha las reformas políticas que exigen.
“Hay muchas reformas por delante, pero creo que las más importantes están en el campo político, donde apenas si se han dado pasos”, valoró la conocida bloguera Yoani Sánchez antes de poder viajar por fin el pasado domingo al extranjero.
La activista, beneficiada ella misma por la última reforma de Raúl Castro -la migratoria-, ve la “despenalización de la discrepancia política” o la libertad de asociación como los cambios aún necesarios en la isla.
El gobierno cubano ya ha subrayado en varias ocasiones que no prevé cambios políticos. Hace un año, Raúl Castro descartó el final del monopartidismo durante la esperada Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC), que había despertado expectativas de reformas políticas.
Entonces, el presidente descartó las “ilusiones” de que “la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución”.
Mucho menos carismático que su hermano, al menor de los Castro se le ve poco en público. No visita programas de debate en la televisión estatal ni pronuncia los largos discursos que hicieron famoso a Fidel Castro. Sus reformas, sin embargo, han tenido una fuerte repercusión en el día a día de los cubanos.
Menos ideología, más pragmatismo, considera el disidente Espinosa Chepe. “Hay más racionalidad, más sosiego”, dice. A partir de 2008, el régimen eliminó restricciones como la prohibición para los cubanos de hospedarse en hoteles de lujo o comprar teléfonos celulares y electrodomésticos.
Tras el VI Congreso del PCC de 2011 siguieron las reformas de más calado. Los ajustes para “actualizar” el modelo económico han permitido la entrega de tierras ociosas en usufructo a agricultores privados y han ampliado las autorizaciones para el trabajo por cuenta propia.
A finales de 2011 se autorizó parcialmente la libre compraventa de casas y autos tras décadas de restricciones, así como la concesión de créditos al sector privado.
La reforma migratoria, que permite a los cubanos desde enero viajar al extranjero sin presentar el permiso de salida que necesitaban antes, ha sido el último cambio, el más anhelado por la población y quizá uno de los significativos a largo plazo.
Bien vistas por grupos del exilio moderado como el Cuba Study Group con sede en Washington, que pidieron hace unos días a Estados Unidos responder con medidas que flexibilicen el embargo comercial, las reformas chocan sin embargo con el escepticismo de la disidencia.
“La crisis se mantiene, la dualidad monetaria se mantiene, el problema demográfico se mantiene”, enumera el economista Espinosa Chepe algunos de los problemas.