Alemania, ¿un país de machos?
Las declaraciones de un jefe parlamentario sobre los pechos de una periodista reabren el debate sobre el sexismo en un país que se cree muy igualitario
Otro político dice que Merkel es popular por su "plus femenino"
La mayoría de mujeres ha sufrido acoso
Enrique Müller
Berlín, El País
Alemania, un país donde la palabra crisis económica parece no existir y que está orgulloso de exhibir una sociedad casi igualitaria, donde las mujeres y los hombres gozan de los mismos derechos, pero no siempre de las mismas oportunidades, está inmerso ahora en un furioso debate nacional que dejó al desnudo un imagen hasta ahora desconocida. Según varias encuestas oficiales y una feroz campaña en Twitter iniciada hace una semana bajo el lema "Aufschrei" (¡grito!), la primera potencia económica de Europa parece estar infectada por el germen del sexismo masculino.
La polémica se inició cuando la revista Stern publicó, a fines de enero, una largo perfil sobre Reiner Brüderle, actual jefe del grupo parlamentario del Partido Liberal (FDP), donde Laura Himmelreich, una atractiva periodista de 29 años, relata el acoso sexual que sufrió hace un año en el bar de un hotel en Stuttgart. Brüderle, que también es el principal abanderado del FDP para las elecciones nacionales, le dijo, después de fijar sus ojos en el busto de la periodista: "Usted podría llenar perfectamente un Dirndl" ,el vestido tradicional bávaro, que está diseñado para que las mujeres puedan lucir con alegría esa parte del cuerpo femenino que no deja a nadie indiferente.
"Los políticos también sucumben ante las periodistas", añadió Brüderle al rechazar las protestas de la periodista, que se sintió atacada y humillada por el político de 67 años. Bajo el título "Der Herrenwitz" (El chiste de hombres), el texto convenció a varios miles de mujeres a utilizar Twitter para expresar su indignación y también para compartir sus historias personales de humillación, vergüenza y acoso que sufren diariamente en el trabajo y también en actos públicos.
En las últimas dos semanas, los periódicos de difusión nacional y regional y los talk-shows más famosos del país se han hecho eco del choque que enfrentó a la periodista y al político. El artículo y la apasionada polémica que provocó en la nación, recordó también a los lectores y a los activistas de las redes sociales, una frase poco afortunada pronunciada hace un mes por Peer Steinbrück, el adversario de Merkel en las elecciones nacionales. El político socialdemócrata dijo que la canciller gozaba de una enorme popularidad en el país gracias a su condición de mujer.
"Ella es querida porque tiene un plus femenino, por eso es popular", dijo Steinbrück, una frase con la que pretendió desconocer las cualidades de la canciller y, al mismo tiempo, sugerir que Merkel sigue en el poder sólo porque es mujer. Pero el artículo que denuncia el acoso sexual de Brüderle dejó al desnudo el profundo resentimiento que tienen las mujeres, en especial en el trato que reciben en sus lugares de trabajo.
A pesar de que Alemania es el hogar geográfico y político de Angela Merkel, que cada año recibe la distinción por parte de la revista Forbes de ser la mujer más poderosa del mundo, un sinnúmero de mujeres profesionales señalaron que las relaciones de género en el país casi no han evolucionado desde la edad de piedra.
"Cuando tenía 30 años sufrí el acoso de un ministro, a los 40 de un productor de cine y a los 50 un empresario, después de beber un par de copas, me describió al oído el dormitorio donde quería dormir conmigo", confesó Baschka Mika, exdirectora del periódico TAZ, "Las agresiones sexuales representan un aspecto corrupto del poder, un producto de desecho de una sociedad marcada por el sexo y dominada por el sexo masculino".
De acuerdo a un estudio realizado en el Ministerio de la Familia, un 58% de las mujeres alemanas confesó que habían sido víctimas de acoso sexual, con más de un 42% de los casos ocurridos en los lugares de trabajo. Las mujeres en Alemania también gana un 22% menos que sus colegas de sexo masculino, que desempeñan el mismo trabajo, y para nadie es un secreto que no están adecuadamente representadas en cargos de alta responsabilidad.
El perfil sobre Rainer Burderle, escrito por Laura Himmelreich, también provocó una gloriosa polémica en el mundo político germano. La totalidad de los dirigentes del FDP salieron en defensa de su líder parlamentario y un dirigente se atrevió a decir que golpear durante la noche en la puerta de una habitación de hotel de una periodista "no era escandaloso".
La polémica aun continua y un 90 por ciento de la población cree que Brüderle debe pedir disculpas a la periodista. Pero el político guarda silencio y se ha convertido, gracias a su actitud, en un apestado en Berlín. "El hombre que era Reiner Brüderle ya no existe. En su lugar, un fantasma gris deambula por Berlín", señaló la revista Der Spiegel.
Pero otros medios, como el periódico conservador Die Welt prefirió utilizar el adjetivo de puritanismo para calificar la campaña que nació en el país. Angela Merkel, en cambio, aconsejada por la prudencia, defendió "un contacto humano profesional y respetuoso" en política y entre los políticos y los periodistas.
Otro político dice que Merkel es popular por su "plus femenino"
La mayoría de mujeres ha sufrido acoso
Enrique Müller
Berlín, El País
Alemania, un país donde la palabra crisis económica parece no existir y que está orgulloso de exhibir una sociedad casi igualitaria, donde las mujeres y los hombres gozan de los mismos derechos, pero no siempre de las mismas oportunidades, está inmerso ahora en un furioso debate nacional que dejó al desnudo un imagen hasta ahora desconocida. Según varias encuestas oficiales y una feroz campaña en Twitter iniciada hace una semana bajo el lema "Aufschrei" (¡grito!), la primera potencia económica de Europa parece estar infectada por el germen del sexismo masculino.
La polémica se inició cuando la revista Stern publicó, a fines de enero, una largo perfil sobre Reiner Brüderle, actual jefe del grupo parlamentario del Partido Liberal (FDP), donde Laura Himmelreich, una atractiva periodista de 29 años, relata el acoso sexual que sufrió hace un año en el bar de un hotel en Stuttgart. Brüderle, que también es el principal abanderado del FDP para las elecciones nacionales, le dijo, después de fijar sus ojos en el busto de la periodista: "Usted podría llenar perfectamente un Dirndl" ,el vestido tradicional bávaro, que está diseñado para que las mujeres puedan lucir con alegría esa parte del cuerpo femenino que no deja a nadie indiferente.
"Los políticos también sucumben ante las periodistas", añadió Brüderle al rechazar las protestas de la periodista, que se sintió atacada y humillada por el político de 67 años. Bajo el título "Der Herrenwitz" (El chiste de hombres), el texto convenció a varios miles de mujeres a utilizar Twitter para expresar su indignación y también para compartir sus historias personales de humillación, vergüenza y acoso que sufren diariamente en el trabajo y también en actos públicos.
En las últimas dos semanas, los periódicos de difusión nacional y regional y los talk-shows más famosos del país se han hecho eco del choque que enfrentó a la periodista y al político. El artículo y la apasionada polémica que provocó en la nación, recordó también a los lectores y a los activistas de las redes sociales, una frase poco afortunada pronunciada hace un mes por Peer Steinbrück, el adversario de Merkel en las elecciones nacionales. El político socialdemócrata dijo que la canciller gozaba de una enorme popularidad en el país gracias a su condición de mujer.
"Ella es querida porque tiene un plus femenino, por eso es popular", dijo Steinbrück, una frase con la que pretendió desconocer las cualidades de la canciller y, al mismo tiempo, sugerir que Merkel sigue en el poder sólo porque es mujer. Pero el artículo que denuncia el acoso sexual de Brüderle dejó al desnudo el profundo resentimiento que tienen las mujeres, en especial en el trato que reciben en sus lugares de trabajo.
A pesar de que Alemania es el hogar geográfico y político de Angela Merkel, que cada año recibe la distinción por parte de la revista Forbes de ser la mujer más poderosa del mundo, un sinnúmero de mujeres profesionales señalaron que las relaciones de género en el país casi no han evolucionado desde la edad de piedra.
"Cuando tenía 30 años sufrí el acoso de un ministro, a los 40 de un productor de cine y a los 50 un empresario, después de beber un par de copas, me describió al oído el dormitorio donde quería dormir conmigo", confesó Baschka Mika, exdirectora del periódico TAZ, "Las agresiones sexuales representan un aspecto corrupto del poder, un producto de desecho de una sociedad marcada por el sexo y dominada por el sexo masculino".
De acuerdo a un estudio realizado en el Ministerio de la Familia, un 58% de las mujeres alemanas confesó que habían sido víctimas de acoso sexual, con más de un 42% de los casos ocurridos en los lugares de trabajo. Las mujeres en Alemania también gana un 22% menos que sus colegas de sexo masculino, que desempeñan el mismo trabajo, y para nadie es un secreto que no están adecuadamente representadas en cargos de alta responsabilidad.
El perfil sobre Rainer Burderle, escrito por Laura Himmelreich, también provocó una gloriosa polémica en el mundo político germano. La totalidad de los dirigentes del FDP salieron en defensa de su líder parlamentario y un dirigente se atrevió a decir que golpear durante la noche en la puerta de una habitación de hotel de una periodista "no era escandaloso".
La polémica aun continua y un 90 por ciento de la población cree que Brüderle debe pedir disculpas a la periodista. Pero el político guarda silencio y se ha convertido, gracias a su actitud, en un apestado en Berlín. "El hombre que era Reiner Brüderle ya no existe. En su lugar, un fantasma gris deambula por Berlín", señaló la revista Der Spiegel.
Pero otros medios, como el periódico conservador Die Welt prefirió utilizar el adjetivo de puritanismo para calificar la campaña que nació en el país. Angela Merkel, en cambio, aconsejada por la prudencia, defendió "un contacto humano profesional y respetuoso" en política y entre los políticos y los periodistas.