Un escándalo financiero sacude Italia

Las oscuras operaciones del banco Monte dei Paschi, vinculado a la izquierda, debilitan la carrera electoral del Partido Democrático, favorito hasta ahora en los sondeos

Pablo Ordaz
Roma, El País
Los alcaldes de Siena suelen tener dos cosas en común: son de izquierdas y empleados del Monte dei Paschi, el banco en funcionamiento más antiguo del mundo, fundado en 1472, dos décadas antes del descubrimiento de América. Si a eso se le añade que el tercer banco de Italia está controlado por una fundación, a su vez controlada por el Ayuntamiento de Siena, no es de extrañar que el escándalo financiero que acaba de golpear al Monte dei Paschi suponga también un duro traspiés para el Partido Democrático (PD) en plena campaña electoral. ¿Hasta qué punto conocía la cúpula del partido con más posibilidades de formar el próximo Gobierno de Italia las prácticas de capitalismo salvaje del llamado banco rojo? El escándalo también salpica a Mario Monti, cuyo Ejecutivo técnico ha dispuesto 3.900 millones de euros en bonos para tapar el agujero del banco privado.


El pasado lunes, la prensa italiana publicó que una arriesgada operación de derivados firmada en 2009 por su anterior presidente, Giuseppe Mussari, con el banco japonés Nomura habría acarreado al banco de Siena pérdidas superiores a los 220 millones de euros. Una maniobra fallida que vendría a agravar otros fiascos igualmente notorios de Mussari, de 50 años, quien estuvo al frente del banco desde 2006 a 2012. El más célebre ocurrió en 2007. El Monte dei Paschi compró por 9.000 millones de euros al Banco Santander una entidad financiera italiana, Antonveneta, por la que unos días antes Emilio Botín había pagado 6.600 millones. La banca de Siena ha declarado pérdidas por un valor de 1.660 millones de euros en los primeros nueve meses de 2012. El lunes, tras destaparse el escándalo, Giuseppe Mussari dimitió de su actual cargo, presidente de la Asociación Bancaria Italiana, en un intento vano de frenar la polémica. Tras dos jornadas en la Bolsa de Milán en las que las acciones del banco perdieron el 14% de su valor, el Banco de Italia emitió un comunicado en el que acusaba al Monte dei Paschi de haberle ocultado las transacciones con derivados.

Del escándalo financiero a la refriega electoral solo transcurrieron algunos segundos. Tanto el Pueblo de la Libertad (PDL) de Silvio Berlusconi como sus socios de la Liga Norte cogieron al vuelo la oportunidad de atacar la gestión del banco rojo, un bastión histórico de la izquierda, y de paso criticar la forma en que el Gobierno técnico ha gestionado el dinero público en un momento especialmente duro de la crisis económica. El líder de la Liga, Roberto Maroni, pidió que el primer ministro, Mario Monti, y el secretario general del PD, Pier Luigi Bersani, acudan enseguida al Parlamento para explicar “los favores al Monte dei Paschi por parte del Gobierno y la desastrosa gestión de la banca que ha hecho la izquierda”. A lo primero, Monti ha respondido desde el Foro Económico Mundial de Davos que acudirá al Parlamento, pero ha acusado al partido de Berlusconi y a la Liga Norte de “crear confusión” con “evidentes razones electorales”. Por su parte, Bersani, el candidato con más posibilidades de convertirse en el próximo jefe del Gobierno, ha contestado: “El PD no tiene ninguna responsabilidad, por el amor de Dios. El PD es el PD y los bancos son los bancos”.

Eso es cierto, pero no del todo. Aun después de la privatización —antes funcionaba como las cajas de ahorros españolas, gestionadas hasta el último céntimo por el poder político de turno—, el Monte dei Paschi y el poder político de la ciudad toscana de Siena siguen siendo una misma cosa, al contrario que en los otros dos grandes bancos italianos —Unicredit e Intesa San Paolo—, donde la participación de los partidos sí es ya minoritaria. No es anecdótico que los alcaldes de Siena durante los últimos 20 años hayan sido, además, empleados del Monte dei Paschi o que las peleas internas entre los partidos de centroizquierda hayan tenido su repercusión en el control de la entidad financiera.

Ahora se trata de observar hasta qué punto el escándalo —a un mes justo de la celebración de las elecciones generales— vuelve a ser un asunto económico o arraiga en el debate político. De las declaraciones cruzadas que se produjeron durante las últimas horas, hay una que hizo especial daño en las filas de quienes apuestan por la permanencia de Monti al frente del Gobierno. Fue la de un recién llegado a la política.

El juez siciliano Antonio Ingroia, candidato por Revolución Civil, ha dicho que “es un verdadero escándalo el regalo de 3.900 millones de euros que el Gobierno de Monti ha hecho al Monte dei Paschi di Siena cogiéndolo directamente de los bolsillos de los italianos. Una cifra que casi corresponde a los ingresos obtenidos con el IMU [impuesto sobre la primera vivienda], una tasa injusta que literalmente ha desangrado a los más débiles”.

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