Los republicanos alargan el drama sobre el ‘abismo fiscal’ de EEUU

Un veto en la Cámara de Representantes a la ley pactada por el Senado amenaza con provocar una crisis económica en EEUU y afectar a los mercados mundiales

Antonio Caño
Washington, El País
Entrados en 2013, con el país sumido ya en el abismo fiscal que empezó, técnicamente, el 1 de enero, los republicanos decidieron prolongar este drama en la Cámara de Representantes, con nuevas discusiones y posibles enmiendas del plan que el Senado había aprobado en la madrugada y que incluye una subida de impuestos solo a los más ricos y un breve aplazamiento de dos meses de los recortes de gastos que debían entrar este martes formalmente en efecto.


Si la Cámara no ratifica lo votado por el Senado, al borde de las dos de la madrugada y después de una larguísima y difícil negociación, la crisis económica que se anticipaba con el abismo fiscal será inevitable. Nada de lo pactado con Barack Obama tendrá valor, nada de lo decidido por el Senado servirá para nada, y entrarán en vigor los aumentos de impuestos para la casi totalidad de la población y las drásticas reducciones de programas sociales y presupuesto militar. Si eso no se evita antes de hoy, cabe esperarse además un fuerte impacto en las cotizaciones de la Bolsa de Nueva York, con sus posibles ramificaciones en el resto de los mercados del mundo.

La Cámara estaba este martes en sesión. El presidente de la Cámara, John Boehner, mantuvo diversas reuniones con los miembros de su grupo republicano para tratar de precisar con cuántos votos cuenta. El vicepresidente, Joe Biden, se reunió, por su parte, con los demócratas con el mismo objetivo. En uno y otro grupo hay bastantes que se oponen, desde la derecha y la izquierda, a lo acordado por el Senado. La duda es si quedarán suficientes votos en el centro, y para ello el problema principal está en el campo republicano, que es el que menos centristas tiene en sus filas y el que con mayor repugnancia ve el aumento de los impuestos a los ingresos superiores a los 450.000 dólares decidido por el Senado.

En el Senado se consiguió un sólida mayoría de 89 contra 8 (tres demócratas y republicanos), con la llamativa oposición del senador Marco Rubio, cuyo nombre es mencionado insistentemente como próximo candidato presidencial. No será fácil conseguir una mayoría similar en la Cámara.

La Cámara tiene tres opciones: uno, ratificar la ley que salió del Senado, en cuyo caso podríamos, se supone, poner fin a esta crisis, al menos por unas semanas; dos, rechazarla, ante lo que la caída en el abismo fiscal sería inmediata y completa; y tres, enmendarla o proponer una versión distinta, lo que obligaría a abrir nuevas negociaciones con el Senado que, probablemente, no daría tiempo a completar en el tiempo que le queda de vigencia a este Congreso.

El día 3, se disuelven las actuales cámaras y toma oficialmente posesión el Congreso elegido el pasado 6 de noviembre. A lo largo de esta negociación se había insinuado varias veces que sería más fácil un acuerdo en el próximo Congreso, donde la presencia del Tea Party es considerablemente menor, que en el actual. Pero eso, que puede ser cierto, representa la pesadilla de volver a empezar este embrollo con otros congresistas que defienden otras agendas y llegan con otros intereses. Sin contar con que, para entonces, las medidas del abismo fiscal ya habrían entrado en vigor, y quién sabe el daño que se habría ocasionado ya en los mercados.

Tampoco está claro qué instrumentos tendría la Casa Blanca en caso de llegarse a esa situación. De momento, Obama expresó este martes su satisfacción por lo conseguido en el Senado y animó a los miembros de la Cámara a seguir el ejemplo: “Aunque ni demócratas ni republicanos han conseguido todo lo que querían, este acuerdo es lo que había que hacer por nuestro país y la Cámara debería de aprobarlo sin dilación”.

Las dificultades para su aprobación en la Cámara tienen que ver, precisamente, con la impresión sobre quién ha cedido más para llegar al acuerdo de Nochevieja. Para algunos demócratas de izquierdas, Obama hizo una concesión excesiva al aceptar que la subidas de impuestos –el tipo máximo pasa del 35% al 39,6%- se apliquen solo a partir de los 450.000 dólares anuales de ingresos, y no los 250.000, como inicialmente proponía la Casa Blanca.

Pero incluso esa barrera de los 450.000 puede ser inaceptable para los congresistas republicanos que, al comienzo de esta legislatura, hicieron público juramento de no apoyar jamás un aumento de impuestos. Las primeras voces de la derecha que se oyeron en el pleno de la Cámara no permitían, desde luego, ser muy optimistas sobre el resultado final de la votación.

Las objeciones republicanas no tienen que ver solo con los impuestos. También se quejan de que el aumento de la presión fiscal a los ricos no vaya acompañada de ningún recorte de gasto social ni de compromisos siquiera de hacerlos en el futuro. El acuerdo del Senado prolonga durante un año el seguro de desempleo que cobran dos millones de personas y retrasa la aplicación de otros 110.000 millones de dólares de recortes de gastos.

Esa retraso es, al mismo tiempo, el anuncio de que, incluso aunque la Cámara evite este abismo fiscal, estaremos de nuevo dentro de dos meses ante una batalla similar a la de estas inolvidables navidades. En dos meses, EE UU alcanzará su techo de deuda y el estado se quedará sin dinero para pagar a empleados y acreedores. La próxima tormenta, por tanto, está a la vuelta de la esquina.

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