Hace un año el “Costa Concordia” se acercó peligrosamente a tierra firme y se hundió
Roma, DPA
Era viernes 13. Ante la isla italiana de Giglio, un agradable crucero por el mar Mediterráneo terminó en drama mortal. Hace un año, el “Costa Concordia” se acercó peligrosamente a tierra firme, chocó con una roca y se hundió no lejos del puerto.
La arriesgada ruta había sido elegida al parecer para “saludar” a la isla y mostrársela a los pasajeros. En una caótica acción de evacuación, los desesperados pasajeros intentaron llegar hasta Giglio. “Sálvese quien pueda”, reza el dicho, en esta ocasión al parecer también para el capitán.
En el naufragio murieron 32 personas y los cadáveres de dos de las víctimas no pudieron ser todavía rescatados. A bordo de la embarcación viajaban más de 4.200 personas, entre pasajeros y tripulantes. Todavía está pendiente el remolque del barco, así como el juicio relacionado con el accidente.
Debido a la inclinación del coloso de 290 metros, la noche del accidente hubo graves problemas con los botes de rescate. De repente, a bordo no quedó ni rastro del capitán, Francesco Schettino, que abandonó el buque en medio de la evacuación. Más tarde, el capitán italiano aclaró que se cayó por accidente en un bote salvavidas y su extraño comportamiento saltó a los titulares de todo el mundo, convirtiéndole en el centro de las investigaciones.
A bordo de la embarcación viajaban más de 4.200 personas, entre pasajeros y tripulantes
Schettino acusó a la empresa naviera, Costa Crociere, de haber ordenado seguir la peligrosa ruta, pero la compañía le devolvió la pelota y aseguró que el culpable era él. ¿Quién deberá ir a prisión por el naufragio? ¿Quién pagará las millonarias indemnizaciones? Los afectados y familiares de las víctimas todavía tendrán que esperar para conocer las respuestas a estas preguntas, pues las investigaciones son complicadas y las declaraciones de más de 200 personas llenan 50.000 páginas de documentos.
La Fiscalía cerró las actas poco antes de Navidad e informó a ocho posibles acusados, entre ellos Schettino y los representantes de Costa Crociere, del fin de las investigaciones. Ahora se abre el plazo en el que pueden declarar sobre lo ocurrido, hasta que el fiscal de Grosseto establezca, posiblemente en enero, cuándo deben comparecer ante los tribunales. Pero aún pueden pasar varios meses hasta que se dirima la acusación y se establezca la fecha de inicio del juicio.
El timonel indonesio Jacob Rusli Bin es uno de los que ha recibido una notificación del fiscal Francesco Verusio y posiblemente podría contar con comparecer ante los tribunales. Durante la recopilación de pruebas en septiembre, se supo que el indonesio sencillamente no captó las órdenes del capitán en varias ocasiones, con lo que se perdió un valioso tiempo en el intento de evitar la catástrofe.
La información de expertos recogida en un millar de páginas es espeluznante: antes de que se produjera el accidente, en el puente de mando reinaba el caos y a veces la tripulación no era capaz de entenderse. Además, Schettino y uno de los encargados de gestionar la crisis habrían retrasado la alarma y el inicio de la evacuación.
Un año después, el “Costa Concordia” permanece como un monumento cerca de la isla, que vive del turismo. La acción de rescate del barco, una de las más caras y complicadas de la historia, avanza muy lentamente. En un primer momento se habló de febrero de 2013 como fecha para el fin de las labores, pero ya se ha retrasado hasta septiembre. Los trabajos, que dirige la empresa estadounidense Titan Salvage, son difíciles y pueden verse entorpecidos por el mal tiempo. Y desmontar los restos del barco sin remolcarlo supondría un gran riesgo para el medio ambiente.
La acción de rescate del barco, una de las más caras y complicadas de la historia, avanza muy lentamente
Cerca de 400 especialistas trabajan día y noche en decenas de plataformas y grúas para asegurar el barco semihundido. El plan es colocar una plataforma de cemento sobre la que pueda asegurarse la embarcación, algo que costará bastante más de los 230 millones de euros previstos en un primer momento. Si todo sale bien, el “Costa Concordia” será transportado a un astillero en tierra firme, donde será desguazado.
Entre tanto, muchos de los afectados por el naufragio han aceptado la oferta de indemnización general de la compañía genovesa. Otros confían en abogados estadounidenses que les han prometido conseguir mucho más dinero durante el juicio. Uno de esos letrados es John A. Eaves, especializado en indemnizaciones, que según sus propias cifras representa a 120 afectados.
Un año después del naufragio, Schettino lucha ahora en varios tribunales laborales en contra de su despido de Costa Crociere. Al capitán del “Costa Concordia” se le levantó el estricto arresto domiliciario al que estaba sometido, aunque sólo puede salir de su lugar de residencia, en Sorrento, con un permiso especial.
Era viernes 13. Ante la isla italiana de Giglio, un agradable crucero por el mar Mediterráneo terminó en drama mortal. Hace un año, el “Costa Concordia” se acercó peligrosamente a tierra firme, chocó con una roca y se hundió no lejos del puerto.
La arriesgada ruta había sido elegida al parecer para “saludar” a la isla y mostrársela a los pasajeros. En una caótica acción de evacuación, los desesperados pasajeros intentaron llegar hasta Giglio. “Sálvese quien pueda”, reza el dicho, en esta ocasión al parecer también para el capitán.
En el naufragio murieron 32 personas y los cadáveres de dos de las víctimas no pudieron ser todavía rescatados. A bordo de la embarcación viajaban más de 4.200 personas, entre pasajeros y tripulantes. Todavía está pendiente el remolque del barco, así como el juicio relacionado con el accidente.
Debido a la inclinación del coloso de 290 metros, la noche del accidente hubo graves problemas con los botes de rescate. De repente, a bordo no quedó ni rastro del capitán, Francesco Schettino, que abandonó el buque en medio de la evacuación. Más tarde, el capitán italiano aclaró que se cayó por accidente en un bote salvavidas y su extraño comportamiento saltó a los titulares de todo el mundo, convirtiéndole en el centro de las investigaciones.
A bordo de la embarcación viajaban más de 4.200 personas, entre pasajeros y tripulantes
Schettino acusó a la empresa naviera, Costa Crociere, de haber ordenado seguir la peligrosa ruta, pero la compañía le devolvió la pelota y aseguró que el culpable era él. ¿Quién deberá ir a prisión por el naufragio? ¿Quién pagará las millonarias indemnizaciones? Los afectados y familiares de las víctimas todavía tendrán que esperar para conocer las respuestas a estas preguntas, pues las investigaciones son complicadas y las declaraciones de más de 200 personas llenan 50.000 páginas de documentos.
La Fiscalía cerró las actas poco antes de Navidad e informó a ocho posibles acusados, entre ellos Schettino y los representantes de Costa Crociere, del fin de las investigaciones. Ahora se abre el plazo en el que pueden declarar sobre lo ocurrido, hasta que el fiscal de Grosseto establezca, posiblemente en enero, cuándo deben comparecer ante los tribunales. Pero aún pueden pasar varios meses hasta que se dirima la acusación y se establezca la fecha de inicio del juicio.
El timonel indonesio Jacob Rusli Bin es uno de los que ha recibido una notificación del fiscal Francesco Verusio y posiblemente podría contar con comparecer ante los tribunales. Durante la recopilación de pruebas en septiembre, se supo que el indonesio sencillamente no captó las órdenes del capitán en varias ocasiones, con lo que se perdió un valioso tiempo en el intento de evitar la catástrofe.
La información de expertos recogida en un millar de páginas es espeluznante: antes de que se produjera el accidente, en el puente de mando reinaba el caos y a veces la tripulación no era capaz de entenderse. Además, Schettino y uno de los encargados de gestionar la crisis habrían retrasado la alarma y el inicio de la evacuación.
Un año después, el “Costa Concordia” permanece como un monumento cerca de la isla, que vive del turismo. La acción de rescate del barco, una de las más caras y complicadas de la historia, avanza muy lentamente. En un primer momento se habló de febrero de 2013 como fecha para el fin de las labores, pero ya se ha retrasado hasta septiembre. Los trabajos, que dirige la empresa estadounidense Titan Salvage, son difíciles y pueden verse entorpecidos por el mal tiempo. Y desmontar los restos del barco sin remolcarlo supondría un gran riesgo para el medio ambiente.
La acción de rescate del barco, una de las más caras y complicadas de la historia, avanza muy lentamente
Cerca de 400 especialistas trabajan día y noche en decenas de plataformas y grúas para asegurar el barco semihundido. El plan es colocar una plataforma de cemento sobre la que pueda asegurarse la embarcación, algo que costará bastante más de los 230 millones de euros previstos en un primer momento. Si todo sale bien, el “Costa Concordia” será transportado a un astillero en tierra firme, donde será desguazado.
Entre tanto, muchos de los afectados por el naufragio han aceptado la oferta de indemnización general de la compañía genovesa. Otros confían en abogados estadounidenses que les han prometido conseguir mucho más dinero durante el juicio. Uno de esos letrados es John A. Eaves, especializado en indemnizaciones, que según sus propias cifras representa a 120 afectados.
Un año después del naufragio, Schettino lucha ahora en varios tribunales laborales en contra de su despido de Costa Crociere. Al capitán del “Costa Concordia” se le levantó el estricto arresto domiliciario al que estaba sometido, aunque sólo puede salir de su lugar de residencia, en Sorrento, con un permiso especial.