China, AFP
La llegada de Didier Drogba y Nicolas Anelka prometía ser el reconocimiento a la pujanza del fútbol chino, pero su salida precipitada de ese país y su regreso a Europa confirman que el dinero no puede competir aún con el fútbol y la mayor serenidad que se vive en el continente.
En su sitio web, Drogba oficializó el lunes su fichaje por el Galatasaray turco en un comunicado en el que no tuvo ni una sola palabra para el equipo ni el campeonato en el que había jugado los últimos meses, desde que abandonó el Chelsea en julio de 2011.


En Turquía, el delantero marfileño de 34 años tratará de olvidar los tormentosos seis meses pasados en el Shanghai Shenhua, durante los cuales conoció a tres entrenadores, vivió enfrentamientos internos entre los dirigentes del equipo, sin hablar del pobre nivel futbolístico comparado con el que se practica en Europa.
Drogba, no obstante, puede que no haya acabado con su pesadilla china, ya que el Shanghai Shenhua anunció este miércoles que denunciará ante la FIFA su fichaje por el Galatasaray.
Anelka, de 33 años y que acaba de firmar por la Juventus, ha pasado más tiempo en China que su excompañero en el Chelsea, poco más de un año, pero la experiencia del "enfant terrible" del fútbol francés es sintomática de los sobresaltos que afectan al fútbol chino.

Primero fue presentado como el Lionel Messi del campeonato, después fue nombrado jugador-entrenador para luego volver a ser simplemente jugador, y acabó consumiéndose, pese a tener un sueldo semanal estimado en 234.000 euros, por la falta de juego y las crisis repetitivas.
Estas estrellas, incluso estando ya en el ocaso de sus carreras, no han tenido la repercusión prevista, pero es algo que tampoco sorprende a Tom Byer, un entrenador estadounidense fichado por la Federación China de Fútbol (CFA) para supervisar la formación de los jóvenes chinos.
"Este sistema, el de las estrellas, no funciona. Es una vieja historia y nadie puede dar un ejemplo de algún sitio donde haya funcionado antes", explicó a la AFP.

Otro problema del campeonato chino, según Byer, es la verdadera intención de los empresarios y empresas que controlan los clubes y que prometen sueldos astronómicos para atraer a las estrellas.
"Simplemente esperan poder sacar beneficios financieros", critica Byer.
De esa manera de actuar no se salva ni la propia federación. Su presidente Wei Di, dimitió a mediados de enero tras un problema relacionado con los emolumentos del seleccionador del país, el español José Antonio Camacho, y por los malos resultados de la selección, eliminada ya de la clasificación para Brasil-2014.
Su gestión de tres años al frente de la CFA se vio salpicada, además, por numerosos casos de corrupción y amaño de partidos.

La marcha de Drogba y de Anelka podría dar ideas a otros jugadores. El brasileño Dario Conca está enfrentado a los dirigentes de su club, el Guangzhou Evergrande.
Este equipo, vigente campeón y entrenado por el italiano Marcello Lippi, tampoco parece que podrá retener a otra de sus estrellas, el paraguayo Lucas Barrios.
El interés por ir a jugar a China parece enfriarse: el último jugador con algo de renombre en llegar a ese campeonato es el delantero francés Guillaume Hoarau. Cierto que es internacional, pero también lo es que los últimos meses los pasó en el banquillo del París Saint Germain, víctima de la competencia en el club parisino.

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