Los palestinos ultiman una nueva propuesta negociadora para Israel
El negociador Saeb Erekat advierte contra la ampliación de los sentamientos
El Gobierno israelí anuncia la construcción de 1.500 nuevas viviendas en Jerusalén Este
Ana Carbajosa
Jericó, El País
Los palestinos quieren sacar el máximo partido al triunfo diplomático que el mes pasado elevó su estatus al de Estado observador ante la Asamblea de Naciones Unidas y les acercó un paso más a la creación de Palestina como país independiente. Sienten que asisten a una corriente de simpatía inédita, que animó a la mayoría de los países europeos a apoyarles en la ONU. Alemania incluso, le negó el “sí” a Israel. Con renovada autoestima, han decidido lanzar la pelota al tejado israelí y poner sobre la mesa una nueva propuesta negociadora para la que aspiran contar con el respaldo del Gobierno español y que Saeb Erekat, el máximo negociador palestino, detalla a este diario en su ciudad, Jericó, horas antes de viajar a España.
Hace más de dos años que palestinos e israelíes no se sientan cara a cara a negociar. Ahora los palestinos trabajan en una propuesta, que presentarán en enero y que consiste en lo siguiente: ofrecen retomar las conversaciones de paz donde las dejaron en 2008 siempre y cuando Israel deje de construir en los asentamientos y libere a los prisioneros palestinos anteriores a los acuerdos de Oslo. Las negociaciones durarían un plazo máximo de seis meses, durante los cuales debe alcanzarse un acuerdo marco.
Es una propuesta que hace además las veces de ultimátum. “Si Israel no acepta y continúa construyendo asentamientos, incluido E-1 [uno especialmente polémico y que la comunidad internacional en bloque condena], los palestinos nos defenderemos por otros medios”, explica Erekat en su oficina. Esos medios son “la legislación internacional y las instituciones internacionales”.
Justamente este mismo lunes el Gobierno israelí ha aprobado la construcción de 1.500 viviendas en Ramat Shlomo, un barrio de colonos en Jerusalén Este. Así lo ha anunciado un portavoz del Ministerio del Interior. Este proyecto se había congelado tras haber desencadenado una grave crisis diplomática con Estados Unidos en 2010, durante una visita que el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, realizó a Jerusalén en marzo de 2010.
Las amenazas palestinas han cobrado un nuevo significado tras la votación de noviembre en la ONU. El nuevo estatus -el mismo que tiene El Vaticano- les va a permitir ingresar en instituciones internacionales, a las que antes no tenían acceso por no ser considerados Estado sobre el papel. Ahora, el gran temor de los israelíes es que, gracias la votación, los palestinos soliciten el ingreso en la Corte Penal Internacional y les demanden, por ejemplo, por crímenes de guerra. Los palestinos han mencionado reiteradamente esa posibilidad, pero de momento se niegan a desvelar planes concretos. Todo depende, dice Erekat, de que los israelíes acepten la propuesta en ciernes en las próximas semanas. Un comité jurídico palestino ya trabaja para concretar cuáles serán los pasos del día después del rechazo a su propuesta.
Otra diferencia de la actual posición palestina respecto a iniciativas anteriores radica en primer lugar en el plazo de seis meses -“se ha acabado lo de negociar por negociar eternamente. No vamos a tolerarlo más”-. Pero tal vez la gran novedad es que los palestinos sienten que cuentan con buena parte de la comunidad internacional para “controlar y supervisar las negociaciones que deben culminar en la llamada solución de Dos Estados [uno palestino y uno israelí] en las fronteras de 1967”.
Erekat interpreta los nuevos aires que se respiran en las cancillerías occidentales: “En Europa hemos visto cosas inéditas. Hemos visto que se han dado buenos pasos. Hemos visto que la paciencia europea con Israel se acaba y que envían el mensaje de que diferencian el derecho de Israel para vivir en paz y seguridad dentro de sus fronteras del comportamiento de Israel como potencia ocupante y colonizadora. El mundo ya no va a tolerar la continuación de la ocupación”.
Los palestinos fijan un límite temporal en esta enésima iniciativa negociadora, ahora que sienten que los vientos diplomáticos soplan a su favor y que se sienten capaces de ejercer cierta presión. Pero sobre todo, porque son conscientes de que los territorios palestinos son ahora mismo una olla a presión capaz de estallar en cualquier momento. Los choques entre el Ejército israelí y manifestantes palestinos han alcanzado niveles de violencia poco habituales en los últimos tiempos. Tanto, que algunos analistas hablan del riesgo inminente de una Tercera Intifada. “Temo una explosión. La paciencia de los palestinos se está acabando. No podemos pagar los salarios de los funcionarios, lo que se traduce en agitación social. No podemos ofrecer un horizonte político porque los asentamientos no dejan de crecer y tampoco somos capaces de alcanzar una reconciliación palestina”, dice Erekat.
Una de las represalias israelíes tras el éxito diplomático en la ONU fue confiscar el dinero que transfiere cada mes a la Autoridad Palestina, en concepto de impuestos que recauda de los palestinos. Ese dinero se emplea entre otras cosas para pagar los salarios de los funcionarios palestinos. El otro castigo fue el anuncio de una expansión masiva de los asentamientos.
Para eso llega el presidente palestino Mahmud Abbas mañana a España. Para agradecer su apoyo en la ONU y para tratar de convencer al Gobierno español de que no permita a Israel confiscar el dinero de los palestinos y extender sus colonias a lo largo y ancho de los territorios palestinos. Pero sobre todo, Abbas aspira a seducir a España y a otros países europeos que visita en esta gira para que respalden la propuesta negociadora naciente.
El Gobierno israelí anuncia la construcción de 1.500 nuevas viviendas en Jerusalén Este
Ana Carbajosa
Jericó, El País
Los palestinos quieren sacar el máximo partido al triunfo diplomático que el mes pasado elevó su estatus al de Estado observador ante la Asamblea de Naciones Unidas y les acercó un paso más a la creación de Palestina como país independiente. Sienten que asisten a una corriente de simpatía inédita, que animó a la mayoría de los países europeos a apoyarles en la ONU. Alemania incluso, le negó el “sí” a Israel. Con renovada autoestima, han decidido lanzar la pelota al tejado israelí y poner sobre la mesa una nueva propuesta negociadora para la que aspiran contar con el respaldo del Gobierno español y que Saeb Erekat, el máximo negociador palestino, detalla a este diario en su ciudad, Jericó, horas antes de viajar a España.
Hace más de dos años que palestinos e israelíes no se sientan cara a cara a negociar. Ahora los palestinos trabajan en una propuesta, que presentarán en enero y que consiste en lo siguiente: ofrecen retomar las conversaciones de paz donde las dejaron en 2008 siempre y cuando Israel deje de construir en los asentamientos y libere a los prisioneros palestinos anteriores a los acuerdos de Oslo. Las negociaciones durarían un plazo máximo de seis meses, durante los cuales debe alcanzarse un acuerdo marco.
Es una propuesta que hace además las veces de ultimátum. “Si Israel no acepta y continúa construyendo asentamientos, incluido E-1 [uno especialmente polémico y que la comunidad internacional en bloque condena], los palestinos nos defenderemos por otros medios”, explica Erekat en su oficina. Esos medios son “la legislación internacional y las instituciones internacionales”.
Justamente este mismo lunes el Gobierno israelí ha aprobado la construcción de 1.500 viviendas en Ramat Shlomo, un barrio de colonos en Jerusalén Este. Así lo ha anunciado un portavoz del Ministerio del Interior. Este proyecto se había congelado tras haber desencadenado una grave crisis diplomática con Estados Unidos en 2010, durante una visita que el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, realizó a Jerusalén en marzo de 2010.
Las amenazas palestinas han cobrado un nuevo significado tras la votación de noviembre en la ONU. El nuevo estatus -el mismo que tiene El Vaticano- les va a permitir ingresar en instituciones internacionales, a las que antes no tenían acceso por no ser considerados Estado sobre el papel. Ahora, el gran temor de los israelíes es que, gracias la votación, los palestinos soliciten el ingreso en la Corte Penal Internacional y les demanden, por ejemplo, por crímenes de guerra. Los palestinos han mencionado reiteradamente esa posibilidad, pero de momento se niegan a desvelar planes concretos. Todo depende, dice Erekat, de que los israelíes acepten la propuesta en ciernes en las próximas semanas. Un comité jurídico palestino ya trabaja para concretar cuáles serán los pasos del día después del rechazo a su propuesta.
Otra diferencia de la actual posición palestina respecto a iniciativas anteriores radica en primer lugar en el plazo de seis meses -“se ha acabado lo de negociar por negociar eternamente. No vamos a tolerarlo más”-. Pero tal vez la gran novedad es que los palestinos sienten que cuentan con buena parte de la comunidad internacional para “controlar y supervisar las negociaciones que deben culminar en la llamada solución de Dos Estados [uno palestino y uno israelí] en las fronteras de 1967”.
Erekat interpreta los nuevos aires que se respiran en las cancillerías occidentales: “En Europa hemos visto cosas inéditas. Hemos visto que se han dado buenos pasos. Hemos visto que la paciencia europea con Israel se acaba y que envían el mensaje de que diferencian el derecho de Israel para vivir en paz y seguridad dentro de sus fronteras del comportamiento de Israel como potencia ocupante y colonizadora. El mundo ya no va a tolerar la continuación de la ocupación”.
Los palestinos fijan un límite temporal en esta enésima iniciativa negociadora, ahora que sienten que los vientos diplomáticos soplan a su favor y que se sienten capaces de ejercer cierta presión. Pero sobre todo, porque son conscientes de que los territorios palestinos son ahora mismo una olla a presión capaz de estallar en cualquier momento. Los choques entre el Ejército israelí y manifestantes palestinos han alcanzado niveles de violencia poco habituales en los últimos tiempos. Tanto, que algunos analistas hablan del riesgo inminente de una Tercera Intifada. “Temo una explosión. La paciencia de los palestinos se está acabando. No podemos pagar los salarios de los funcionarios, lo que se traduce en agitación social. No podemos ofrecer un horizonte político porque los asentamientos no dejan de crecer y tampoco somos capaces de alcanzar una reconciliación palestina”, dice Erekat.
Una de las represalias israelíes tras el éxito diplomático en la ONU fue confiscar el dinero que transfiere cada mes a la Autoridad Palestina, en concepto de impuestos que recauda de los palestinos. Ese dinero se emplea entre otras cosas para pagar los salarios de los funcionarios palestinos. El otro castigo fue el anuncio de una expansión masiva de los asentamientos.
Para eso llega el presidente palestino Mahmud Abbas mañana a España. Para agradecer su apoyo en la ONU y para tratar de convencer al Gobierno español de que no permita a Israel confiscar el dinero de los palestinos y extender sus colonias a lo largo y ancho de los territorios palestinos. Pero sobre todo, Abbas aspira a seducir a España y a otros países europeos que visita en esta gira para que respalden la propuesta negociadora naciente.