Los brasileños justificaron el bochornoso final
Eleonora Gosman, Clarín
Después de muchas deliberaciones, a un costado del campo, y con la presencia de en el palco del Ministro de Deportes, Aldo Rebelo, la Conmebol consagró finalmente al San Pablo como campeón de la Copa Sudamericana, en una escandalosa noche en el estadio Morumbí. Custodios privados y agentes de la Policía Militar golpearon a los jugadores argentinos en forma tan brutal que se vieron manchas de sangre hasta en las paredes del vestuario.
La agresión ocurrió al finalizar el primer tiempo y los uniformados llegaron a apuntar a los argentinos con armas de fuego. Pero los brasileños dieron una justificación, al decir que los jugadores de Tigre habían intentado invadir el vestuario del San Pablo para provocar una pelea.
La Policía Militar paulista sostuvo que debió intervenir para "evitar un problema mayor". El jugador Lucas, vendido a Paris Sant Germain en 50 millones de dólares, dijo que había visto en el vestuario "un montón de custodios, pero ninguno del equipo argentino. No llegaron a entrar donde estábamos nosotros. Vi un lío allí en el medio". Otro jugador sampaulino, Jadson, declaró que "nuestro equipo jugó muy bien, mostramos nuestra raza y el amor por la camiseta. El equipo de ellos hizo quilombo".
A todo esto, el vicepresidente del San Pablo, Joao Paulo de Jesus Lopes dijo que en Buenos Aires habría sufrido agresiones la semana pasada. Poco antes del inicio del partido, San Pablo impidió que Tigre hiciera las prácticas de calentamiento en el campo de juego. Los custodios bloquearon la entrada pero los jugadores argentinos saltaron por encima de carteles de publicidad y lograron entrar en el césped.
Después de muchas deliberaciones, a un costado del campo, y con la presencia de en el palco del Ministro de Deportes, Aldo Rebelo, la Conmebol consagró finalmente al San Pablo como campeón de la Copa Sudamericana, en una escandalosa noche en el estadio Morumbí. Custodios privados y agentes de la Policía Militar golpearon a los jugadores argentinos en forma tan brutal que se vieron manchas de sangre hasta en las paredes del vestuario.
La agresión ocurrió al finalizar el primer tiempo y los uniformados llegaron a apuntar a los argentinos con armas de fuego. Pero los brasileños dieron una justificación, al decir que los jugadores de Tigre habían intentado invadir el vestuario del San Pablo para provocar una pelea.
La Policía Militar paulista sostuvo que debió intervenir para "evitar un problema mayor". El jugador Lucas, vendido a Paris Sant Germain en 50 millones de dólares, dijo que había visto en el vestuario "un montón de custodios, pero ninguno del equipo argentino. No llegaron a entrar donde estábamos nosotros. Vi un lío allí en el medio". Otro jugador sampaulino, Jadson, declaró que "nuestro equipo jugó muy bien, mostramos nuestra raza y el amor por la camiseta. El equipo de ellos hizo quilombo".
A todo esto, el vicepresidente del San Pablo, Joao Paulo de Jesus Lopes dijo que en Buenos Aires habría sufrido agresiones la semana pasada. Poco antes del inicio del partido, San Pablo impidió que Tigre hiciera las prácticas de calentamiento en el campo de juego. Los custodios bloquearon la entrada pero los jugadores argentinos saltaron por encima de carteles de publicidad y lograron entrar en el césped.