Juventus se quedó con el clásico de Turín
Roma, Espn
En un enfrentamiento de la decimoquinta jornada de la Serie A, Juventus le ganó por 3 a 0 a Torino en el clásico de Turín, gracias a un doblete de Claudio Marchisio, intermediado por un tanto de Sebastián Giovinco.
Con este triunfo, los bianconeri alargaron momentáneamente su ventaja en la primera posición, que ahora ocupan con 35 unidades, mientras que los granates se quedaron con 15 puntos y por el momento siguen decimocuartos.
Prácticamente, el desafío se dividió en dos partidos diferentes, el primero de 36 minutos y el segundo de 54: en efecto, en la media hora y pico inicial la visita jugó muy bien, copó con grande inteligencia táctica todos los espacios en la cancha, no le concedió nada a la Vieja Señora y, con el pasar de los minutos, logró también abrir espacios en la defensa rival, que concluyeron con dos buenas chances de gol.
En particular, fue clamorosa la ocasión de Meggiorini, quien se fue solo contra Buffón pero quiso tocar el balón con la zurda, en cambio de pegarle con la derecha, y así terminó por disparar apenas desfilado.
El match se le estaba poniendo de la mejor manera a Torino, mientras que Juventus, paulatinamente, sumaba nervios y perdía metros sobre el césped. Pero al minuto 36, llegó el episodio que cambió el partido, que fue realmente de pura locura: Glik, en corrida, se tiró en una patada aérea con el pie izquierdo "a martillo" y le partió ambas piernas a Giaccherini, tocándolo primero con la zurda y luego barriéndolo con la rodilla derecha.
El impacto fue tremendo y solo por suerte el juventino no se rompió realmente algún hueso: la fortuna quiso que la primera patada ya lo había levantado desde el piso y así el segundo golpe no encontró la pierna izquierda de Giaccherini clavada en el piso, eventualidad que sin dudas hubiese significado una grave fractura.
El defensor visitante, claramente, fue expulsado con roja directa. Increíble que Glik haya tenido el coraje (o más probablemente la inconsciencia) de protestar por la decisión del referí. Con hombre de menos, Torino se apagó rápidamente y concedió enseguida un penal, ocasión en la que recibió doble gracia: la primera del referí, que debía amonestarlo por segunda vez a Basha, y la segunda de Pirlo que falló clamorosamente desde los once metros.
El complemento tuvo poco sentido: el local bajó con todo y planteó una táctica muy inteligente que se demostró ganadora, simplemente aprovechando del cansancio de los marcadores de punta rivales buscando a menudo con balones altos desde derecha a izquierda.
Fue así que llegaron las mejores ocasiones y prácticamente los tres goles. Primero Giovinco, desde la derecha, premió la entrada de Marchisio por el segundo palo con un centro certero y el volante, figura de la cancha, aprovechó de la dormida de Darmián para cabecear al gol desde pocos pasos.
Luego fue el mismo Giovinco a anotar: el balón se movió rápido de un lado para el otro y le llegó algo por derecha al delantero, quien se metió en el área y remató fuerte y cruzado, encontrando espacio entre las piernas de D'Ambrosio para clavarla a lado del palo opuesto.
En fin, con la copia de una jugada que se había verificado unos minutos antes, Vucinic recibió cerca del vértice izquierdo del área chica un pelotazo desde el otro lado y se la bajó de manera genial a Marchisio con el pecho, para que el volante disparara de zurda y de primera intención, firmando el 3 a 0; un resultado realmente injusto para Torino, que sin dudas pagó justamente, si bien a un precio demasiado caro, la ingenuidad y la falta de categoría de su central defensivo.