El año clave para la acción política
Solo la capacidad de diálogo de Gobiernos e instituciones internacionales puede evitar la extensión global de la recesión y la propagación de conflictos armados
Lluís Bassets, El País
El año 2013, que empieza dentro de 48 horas, tiene un único secreto o clave y se llama “política”. Con el adjetivo de grande o en mayúsculas, como quiso calificarla un tanto toscamente el redactor del discurso del Rey de España en su mensaje de Nochebuena del pasado 24 de diciembre. De la capacidad de acción política de los Gobiernos e instituciones internacionales sobre la economía depende que el año en el que entramos sea el de la mayor y más extensa recesión en el mundo. También de la capacidad de diálogo y de entendimiento entre los Gobiernos y las instituciones internacionales, de la acción política de nuevo, depende que no prenda el fuego en los tres focos de tensión bélica perfectamente localizados para el próximo año, dos de ellos en Oriente Próximo y un tercero, relativamente nuevo, en Asia.
Llegamos al último día de 2012 con la amenaza de una recesión provocada por la falta de política en Estados Unidos y con la entera Unión Europea y Japón que están ya en recesión. La preocupación más inmediata viene de Washington, donde faltan días e incluso horas para que entren en vigor automáticamente unos recortes de presupuesto público e incrementos de impuestos que “podrían inclinar la economía estadounidense a la recesión y pesar negativamente en el crecimiento global”, según palabras de Ángel Gurría, secretario general de la OCDE.
No es la única amenaza que pesa sobre el crecimiento de la economía global para 2013. Este economista mexicano que dirige la institución de coordinación económica intergubernamental también señaló el pasado 28 de noviembre, en la presentación del documento de perspectivas económicas para los próximos dos años, que “la crisis de la zona euro sigue siendo una grave amenaza para la economía mundial”.
Además de la amenaza de recesión, tres más son las amenazas, estas de tipo bélico, que pesan sobre la estabilidad del mundo en 2013, según los expertos del think-tank estadounidense Council on Foreign Relations. El primero es la extensión a los países vecinos y el total descontrol del actual conflicto armado entre la oposición y el Gobierno en Siria, tras el hundimiento del régimen y la muy probable caída este año de Bachar el Asad. El segundo, que finalmente se produjera el ataque israelí a las instalaciones nucleares de Irán, con el efecto de arrastre sobre Estados Unidos. El tercero sería una dramática escalada de tensión entre Japón y China por las islas denominadas Diaoyu en chino y Senkaku en japonés, que podría llegar al incidente armado.
Para completar el cuadro para 2013, hay que ver también el informe sobre tendencias globales (Global Trends) que le entrega el Consejo Nacional de Inteligencia al presidente de Estados Unidos después de su elección y antes de que tome posesión. Las observaciones de este organismo que coordina todas las agencias de información y espionaje estadounidenses se proyectan sobre los siguientes 15 años, pero contienen numerosas observaciones de valor inmediato. El último, publicado este mismo mes de diciembre, ha avistado ocho cisnes negros o acontecimientos totalmente inesperados en el horizonte hasta 2030, cuatro de los cuales podrían aparecer perfectamente en 2013.
El primero es el hundimiento del euro, que ha conseguido sobrevivir a 2012, debido a una salida desordenada de Grecia de la Unión Monetaria. El segundo es una crisis política en China, fruto de una primavera democrática muy acorde con el próximo salto en la renta per cápita hasta los 15.000 dólares, el umbral actual para una transición democrática, según algunos especialistas. El tercero es una evolución reformista en Irán, donde hay elecciones presidenciales en junio, que comportaría una apertura internacional y una negociación en buena forma sobre su programa nuclear. El cuarto es un acontecimiento bélico, quizás de nuevo tipo, en forma de ciberataque, guerra nuclear o uso de armas de destrucción masiva, por parte de actores informales o de alguna de las actuales potencias, como Rusia, Pakistán, Irán o Corea del Norte.
Hay cuatro cisnes negros más o menos plausibles, por su carácter especialmente extraño, y el que más, una sucesión de tormentas solares electromagnéticas que pusieran en peligro o dañaran gravemente los sistemas de satélites, las redes eléctricas o nuestros inmensos parques de equipos electrónicos individuales, domésticos, empresariales o estatales. Los otros tres son una severa pandemia con efectos globales, una aceleración catastrófica del cambio climático o la apertura de un periodo de anarquía fruto de una súbita retirada de Estados Unidos de sus compromisos globales. Es evidente que el Consejo Nacional de Inteligencia no puede considerar este último peligro como inmediato, aunque sí le conviene señalarlo en el horizonte ante la perspectiva de los sucesivos recortes en los presupuestos de Defensa y de Exteriores que comporta el abismo fiscal.
Entre las megatendencias para los próximos 15 años, el Global Trends 2030 señala una mayor difusión del poder en el mundo, algo que ya se puede observar en las actuales dificultades políticas de gobernanza mundial para 2013: “No habrá un poder hegemónico. El poder se trasladará a las redes y a las coaliciones en un mundo multipolar”. El primer afectado por esta megatendencia es el primer receptor del informe, Barack Obama. Karl Rove, eficaz asesor electoral de los Bush con vocación de pájaro de mal agüero para el presidente demócrata, ha escrito en el Wall Street Journal que “el señor Obama descubrirá que la influencia y el poder presidenciales en el segundo mandato son casi siempre menores que en el primero”.
Según Ryan Lizza, el corresponsal del semanario The New Yorker en la Casa Blanca, los próximos 18 meses serán decisivos para Obama. “Los límites del mandato son crueles con los presidentes”, escribía en junio pasado, lejos todavía de la victoria de noviembre (El segundo mandato, ¿qué hará Obama ahora si es reelegido?, 18 de junio). Esta ventana de oportunidad de año y medio que tiene Obama es también el plazo que tiene Europa para resolver su propia crisis de gobernanza y empezar a crecer, a menos que quiera arriesgarse a una crisis social pavorosa.
El vendaval ha alcanzado ya a Francia, que se halla prácticamente desaparecida del escenario: si Sarkozy fingía mantener el tándem con Merkel en la dirección de los asuntos europeos, François Hollande ha significado directamente la disolución del eje franco-alemán por incomparecencia. Todo está en manos de Merkel, que verá sometida su acción a la convalidación de los votantes alemanes en septiembre, junto al tipo de coalición necesaria para gobernar. Momentos decisivos para el desenlace de la crisis serán tanto las elecciones generales en Alemania como las de Italia en febrero, en las que la sombra de Berlusconi es todavía una amenaza persistente. De las urnas podría salir una modulación más social y orientada al crecimiento de la cansina y torturada construcción de la unión fiscal, bancaria y presupuestaria en la que está metida la UE.
Lo que les pasa a los Gobiernos europeos no es muy distinto de lo que le sucede a Obama, caracterizado por “un fracaso a la hora de obtener el consenso en la respuesta política”, según Pier Carlo Padoan, el economista jefe de la OCDE. Este fracaso se traduce, según sus propias palabras, “en respuestas insuficientes e inefectivas, tanto en la acción a corto plazo como en estrategias creíbles a largo plazo”. “Para conseguir algo en el segundo mandato”, le dice una fuente de la Casa Blanca a Lizza, “el presidente tiene que convencer al Partido Republicano de que el obstruccionismo es una estrategia perdedora”.
De la resolución en las próximas horas o días del abismo fiscal no depende tan solo la entrada en recesión de la economía estadounidense y el efecto de arrastre global, sino también la posibilidad para Obama de completar su programa de reformas, sobre todo en inmigración y energía, asentar su política exterior con el nuevo equipo presidencial, y demostrar que sí se puede. Si Obama no puede hacer política en 2013, ¿quién podrá hacerla?
Lluís Bassets, El País
El año 2013, que empieza dentro de 48 horas, tiene un único secreto o clave y se llama “política”. Con el adjetivo de grande o en mayúsculas, como quiso calificarla un tanto toscamente el redactor del discurso del Rey de España en su mensaje de Nochebuena del pasado 24 de diciembre. De la capacidad de acción política de los Gobiernos e instituciones internacionales sobre la economía depende que el año en el que entramos sea el de la mayor y más extensa recesión en el mundo. También de la capacidad de diálogo y de entendimiento entre los Gobiernos y las instituciones internacionales, de la acción política de nuevo, depende que no prenda el fuego en los tres focos de tensión bélica perfectamente localizados para el próximo año, dos de ellos en Oriente Próximo y un tercero, relativamente nuevo, en Asia.
Llegamos al último día de 2012 con la amenaza de una recesión provocada por la falta de política en Estados Unidos y con la entera Unión Europea y Japón que están ya en recesión. La preocupación más inmediata viene de Washington, donde faltan días e incluso horas para que entren en vigor automáticamente unos recortes de presupuesto público e incrementos de impuestos que “podrían inclinar la economía estadounidense a la recesión y pesar negativamente en el crecimiento global”, según palabras de Ángel Gurría, secretario general de la OCDE.
No es la única amenaza que pesa sobre el crecimiento de la economía global para 2013. Este economista mexicano que dirige la institución de coordinación económica intergubernamental también señaló el pasado 28 de noviembre, en la presentación del documento de perspectivas económicas para los próximos dos años, que “la crisis de la zona euro sigue siendo una grave amenaza para la economía mundial”.
Además de la amenaza de recesión, tres más son las amenazas, estas de tipo bélico, que pesan sobre la estabilidad del mundo en 2013, según los expertos del think-tank estadounidense Council on Foreign Relations. El primero es la extensión a los países vecinos y el total descontrol del actual conflicto armado entre la oposición y el Gobierno en Siria, tras el hundimiento del régimen y la muy probable caída este año de Bachar el Asad. El segundo, que finalmente se produjera el ataque israelí a las instalaciones nucleares de Irán, con el efecto de arrastre sobre Estados Unidos. El tercero sería una dramática escalada de tensión entre Japón y China por las islas denominadas Diaoyu en chino y Senkaku en japonés, que podría llegar al incidente armado.
Para completar el cuadro para 2013, hay que ver también el informe sobre tendencias globales (Global Trends) que le entrega el Consejo Nacional de Inteligencia al presidente de Estados Unidos después de su elección y antes de que tome posesión. Las observaciones de este organismo que coordina todas las agencias de información y espionaje estadounidenses se proyectan sobre los siguientes 15 años, pero contienen numerosas observaciones de valor inmediato. El último, publicado este mismo mes de diciembre, ha avistado ocho cisnes negros o acontecimientos totalmente inesperados en el horizonte hasta 2030, cuatro de los cuales podrían aparecer perfectamente en 2013.
El primero es el hundimiento del euro, que ha conseguido sobrevivir a 2012, debido a una salida desordenada de Grecia de la Unión Monetaria. El segundo es una crisis política en China, fruto de una primavera democrática muy acorde con el próximo salto en la renta per cápita hasta los 15.000 dólares, el umbral actual para una transición democrática, según algunos especialistas. El tercero es una evolución reformista en Irán, donde hay elecciones presidenciales en junio, que comportaría una apertura internacional y una negociación en buena forma sobre su programa nuclear. El cuarto es un acontecimiento bélico, quizás de nuevo tipo, en forma de ciberataque, guerra nuclear o uso de armas de destrucción masiva, por parte de actores informales o de alguna de las actuales potencias, como Rusia, Pakistán, Irán o Corea del Norte.
Hay cuatro cisnes negros más o menos plausibles, por su carácter especialmente extraño, y el que más, una sucesión de tormentas solares electromagnéticas que pusieran en peligro o dañaran gravemente los sistemas de satélites, las redes eléctricas o nuestros inmensos parques de equipos electrónicos individuales, domésticos, empresariales o estatales. Los otros tres son una severa pandemia con efectos globales, una aceleración catastrófica del cambio climático o la apertura de un periodo de anarquía fruto de una súbita retirada de Estados Unidos de sus compromisos globales. Es evidente que el Consejo Nacional de Inteligencia no puede considerar este último peligro como inmediato, aunque sí le conviene señalarlo en el horizonte ante la perspectiva de los sucesivos recortes en los presupuestos de Defensa y de Exteriores que comporta el abismo fiscal.
Entre las megatendencias para los próximos 15 años, el Global Trends 2030 señala una mayor difusión del poder en el mundo, algo que ya se puede observar en las actuales dificultades políticas de gobernanza mundial para 2013: “No habrá un poder hegemónico. El poder se trasladará a las redes y a las coaliciones en un mundo multipolar”. El primer afectado por esta megatendencia es el primer receptor del informe, Barack Obama. Karl Rove, eficaz asesor electoral de los Bush con vocación de pájaro de mal agüero para el presidente demócrata, ha escrito en el Wall Street Journal que “el señor Obama descubrirá que la influencia y el poder presidenciales en el segundo mandato son casi siempre menores que en el primero”.
Según Ryan Lizza, el corresponsal del semanario The New Yorker en la Casa Blanca, los próximos 18 meses serán decisivos para Obama. “Los límites del mandato son crueles con los presidentes”, escribía en junio pasado, lejos todavía de la victoria de noviembre (El segundo mandato, ¿qué hará Obama ahora si es reelegido?, 18 de junio). Esta ventana de oportunidad de año y medio que tiene Obama es también el plazo que tiene Europa para resolver su propia crisis de gobernanza y empezar a crecer, a menos que quiera arriesgarse a una crisis social pavorosa.
El vendaval ha alcanzado ya a Francia, que se halla prácticamente desaparecida del escenario: si Sarkozy fingía mantener el tándem con Merkel en la dirección de los asuntos europeos, François Hollande ha significado directamente la disolución del eje franco-alemán por incomparecencia. Todo está en manos de Merkel, que verá sometida su acción a la convalidación de los votantes alemanes en septiembre, junto al tipo de coalición necesaria para gobernar. Momentos decisivos para el desenlace de la crisis serán tanto las elecciones generales en Alemania como las de Italia en febrero, en las que la sombra de Berlusconi es todavía una amenaza persistente. De las urnas podría salir una modulación más social y orientada al crecimiento de la cansina y torturada construcción de la unión fiscal, bancaria y presupuestaria en la que está metida la UE.
Lo que les pasa a los Gobiernos europeos no es muy distinto de lo que le sucede a Obama, caracterizado por “un fracaso a la hora de obtener el consenso en la respuesta política”, según Pier Carlo Padoan, el economista jefe de la OCDE. Este fracaso se traduce, según sus propias palabras, “en respuestas insuficientes e inefectivas, tanto en la acción a corto plazo como en estrategias creíbles a largo plazo”. “Para conseguir algo en el segundo mandato”, le dice una fuente de la Casa Blanca a Lizza, “el presidente tiene que convencer al Partido Republicano de que el obstruccionismo es una estrategia perdedora”.
De la resolución en las próximas horas o días del abismo fiscal no depende tan solo la entrada en recesión de la economía estadounidense y el efecto de arrastre global, sino también la posibilidad para Obama de completar su programa de reformas, sobre todo en inmigración y energía, asentar su política exterior con el nuevo equipo presidencial, y demostrar que sí se puede. Si Obama no puede hacer política en 2013, ¿quién podrá hacerla?