Berlusconi vuelve a enfangar la política italiana

El PDL bloquea la aprobación los presupuestos para intentar atrasar las elecciones

Pablo Ordaz
Roma, El País
La situación política italiana se mueve entre el quizá y el tal vez. Nada es seguro salvo la duda. Todo el mundo daba por descontado hace 48 horas que antes del fin de semana se aprobarían los presupuestos generales, Mario Monti presentaría su dimisión al frente del Gobierno técnico, desvelaría por fin sus planes de futuro y el anciano presidente de la República, Giorgio Napolitano, convocaría las elecciones generales para el final del próximo mes de febrero. Pero entonces llegó Silvio Berlusconi y mandó parar. “¿Para qué tanta prisa?”, se preguntó durante un programa de televisión, su hábitat natural. Al tiempo, el anterior primer ministro ordenaba a los suyos que, hasta nueva orden, entorpecieran la aprobación de los presupuestos.


La historia parece muy confusa, pero en realidad no lo es tanto. Aunque al carácter italiano le va más la esgrima, Mario Monti y Silvio Berlusconi sostienen en estos momentos un auténtico combate de boxeo. El primer puñetazo lo lanzó Silvio Berlusconi el pasado 8 de diciembre, cuando retiró la confianza parlamentaria al Gobierno de Monti y anunció oficialmente su candidatura a primer ministro. El profesor solo necesitó 24 horas para reponerse. La noche del 9 de diciembre anunció su dimisión. El golpe, propio de un maestro, lograba varias cosas. Evitar a su Gobierno cuatro largos meses de agonía bajo los caprichos de Berlusconi, responsabilizar al anterior primer ministro de la inestabilidad provocada -la prima de riesgo le dedicó el lunes 10 un pescozón a Italia- y, sobre todo, lograr el apoyo unánime de los líderes europeos al trabajo desarrollado por el Gobierno técnico y a que continúe al frente de Italia. Berlusconi pareció tambalearse en la lona…

Pero enseguida recuperó el equilibrio. No hay que olvidar que Berlusconi fue un gobernante sin escrúpulos y que su vuelta a la política se debe a que su situación actual es triplemente desesperada. Un partido en la ruina, unas empresas que se resienten de su pérdida del poder y, por encima de todo, una situación judicial muy peligrosa, con varias sentencias -entre ellas la del caso Ruby- a punto de ser dictadas. Tras el anuncio de dimisión de Monti, apareció en escena Berlusconi en estado puro. La demagogia con zapatos de alza. Durante sus apariciones diarias en televisión, ofrece sin ningún rubor su cóctel de la victoria: leña a Europa y a Angela Merkel, críticas al euro, promesa de eliminar el impuesto de bienes inmuebles -que los italianos acaban dolorosamente de pagar- el único conjuro posible contra la victoria de “los comunistas” -el centro izquierda de Pier Luigi Bersani es, todavía, la opción mejor colocada en las encuestas-.

¿Que quién se va a creer a estas alturas los trucos rancios del viejo tahúr? Desde que empezó a aparecer en televisión, las expectativas de voto del Pueblo de la Libertad (PDL) han subido cuatro puntos. Según dijo el propio Berlusconi el martes por la noche en la RAI, su objetivo es llegar al 40% de los votos. Le preguntaron: ¿y qué necesita usted para conseguirlo? Con toda la sincera desfachatez del mundo, respondió: “Horas de televisión”. En Italia, el verdadero espectáculo es la política. Y su escenario privilegiado es la televisión. Berlusconi, propietario de un imperio mediático, es el dueño del circo y el payaso principal. Y no tiene ningún pudor en aprovecharlo. Necesita tiempo, horas de televisión, para reorganizar a sus huestes -que estaban en desbandada- y lograr el mejor resultado posible. De ahí el atraso a la aprobación de los presupuestos y las críticas a “las prisas” de Monti y del presidente Napolitano a convocar elecciones.

Algo ya ha conseguido. El primer ministro suspendió ayer la habitual rueda de prensa de final de año que estaba prevista para el viernes 21. Se esperaba que fuese allí -una vez aprobados los presupuestos- donde anunciase su futuro, después de que en las últimas horas se haya reunido con varios de los representantes del centro político italiano que reclaman su permanencia en la política. Ahora todo vuelve al quizá y al tal vez. Lo único seguro es que esta trifulca entre Monti y Berlusconi ya tiene un damnificado, Pier Luigi Bersani. Las cámaras apenas se detienen en líder del centroizquierda, un tipo serio y sin demasiado carisma que pretende hablar de propuestas en medio de un espectacular combate de boxeo.

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