Análisis / Las penas son de nosotros y los plasmas son ajenos

Daniel Juri, Clarín
Desde que sonó el primer piedrazo contra una vidriera de la apacible Bariloche, la única preocupación del kirchnerismo fue encontrar una cabeza visible para exponerla en una pica en Plaza de Mayo.


Fue todo en cuestión de horas: rompió lanzas el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, que llegó a hablar hasta de narcotraficantes detrás de los saqueos. En paralelo, su rival interno en la provincia, el senador Miguel Ángel Pichetto, se fue al otro extremo. Habló de anarquistas, de la extrema izquierda y de una nueva categoría social: el "indigenismo duro". No se sabe a qué se refería, pero al menos, su actitud macartista frente a lo que el kirchnerismo gusta en llamar pueblos originarios dio la tranquilidad de volver a encontrarse con el Pichetto de siempre, el de los años noventa, el Pichetto menemista.

Algunos intendentes -de Gobernador Gálvez, de San Fernando- optaron por hablar de delincuentes. Cuidadoso como siempre, el gobernador Daniel Scioli fue más sutil: se refirió solo a "vándalos" y evitó dar nombres propios.

Eso, claro, hasta que entró en escena el inefable Sergio Berni que le apuntó a Hugo Moyano. Y en seguida, se subió a ese colectivo el propio jefe de los ministros, Juan Manuel Abal Medina, quien fue por más: Moyano, Barrionuevo y Micheli, como instigadores.

Pero no solo eso: Abal Medina se ocupó en remarcar que quienes saquean "se llevaban plasmas y no comida". Y entonces surge una pregunta: su licenciatura en Ciencias Políticas con diploma de honor y medalla de oro, ¿no le permite ir más allá y hacer otro análisis más que ese? Y otra: ¿su carnet de progresista habilita a este tipo de análisis?

Algo similar dijo Scioli, que no estudió Ciencias Políticas ni se dice progresista pero es nada menos que el gobernador de la provincia de Buenos Aires.

En rigor, poco importa si esa gente se robó un plasma -o dos, o tres- para venderlo, cortarlo en pedacitos y servírselo a sus hijos en la cena navideña o para sentarse cómodamente a ver a Tinelli.

Lo que importa es por qué esa gente está rompiendo vidrieras y robando plasmas. Lo que debería preguntarse una dirigencia responsable es si no será que esa gente preferiría tener acceso al trabajo y la educación antes que estar rompiendo vidrieras. Si esos chicos de no más de diez años corriendo con su botín por las calles del conurbano no están en el lugar equivocado.

Y más que buscar instigadores -que siempre los hay- debería buscar las razones de ese caldo de cultivo que empezó a bullir en distintos puntos del país.

Pero el relato oficial está ocupado en otras cosas: en perseguir a los medios y sus periodistas, en expropiar la Rural y hacerle sentir el merecido castigo de Zeus a la "puta oligarquía" o en armar una gesta patriótica con el regreso de la Fragata Libertad, tras el "descuido" -o ineficiencia- diplomático que permitió que los fondos buitres la tomaran de botín en un puerto lejano de África.

Entradas populares