Lukashenko presume de ser el "último dictador de Europa"
Minsk, EP
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, no duda en presumir de ser el "último dictador de Europa" tras 18 años en el poder y con la oposición prácticamente inexistente en el país e insta a la UE al diálogo, recordando que buena parte del crudo y el gas natural que recibe de Rusia cruza Bielorrusia.
"Soy el último y el único dictador en Europa. De hecho no hay ninguno en el mundo", ha subrayado en una entrevista concedida a Reuters en Minsk, en la que repetidamente se refiere a sí mismo como dictador y a su régimen como dictadura.
"Estáis aquí y miráis a un dictador viviente. ¿En qué otro sitio veríais a uno? Hay algo en todo esto. Se dice que incluso una mala publicidad es buena publicidad", defiende el mandatario, hablando con gesto severo y moviendo sus manos.
El presidente, de 58 años, no parece cansarse de contar a sus huéspedes que Bielorrusia está en el centro geoestratégico de Europa pero el país, de 9,5 millones de habitantes, no comparte los valores democráticos que sus vecinos occidentales.
Actualmente no hay ningún opositor en el Parlamento. Lukashenko, de ser reelegido, podría gobernar de forma indefinida ya que logró imponer por referéndum el que se levantara el límite de mandatos y la oposición ha quedado prácticamente aplastada.
Su rival más fuerte, Andrei Sannikov, otrora viceministro de Exteriores, pidió asilo político en Reino Unido el mes pasado tras 16 meses en prisión en los que denunció que el personal penitenciario le torturó e intentó que se suicidara.
Lukashenko, al que las sanciones impuestas por Occidente han dejado prácticamente aislado, no contempla que Bielorrusia pueda experimentar los cambios y los levantamientos que se han producido durante la 'Primavera árabe' y que acabaron con presidentes como los de Túnez o Egipto, que llevaban varias décadas en el cargo.
"No tiene sentido comparar la política de Bielorrusia y Oriente Próximo. Unas pocas personas intentaron mediante redes sociales hacer que la situación se volviera explosiva", afirma, en referencia a las protestas "silenciosas" convocadas el año pasado en las que los partidarios de la oposición se congregaron en lugares públicos para aplaudir irónicamente.
"Pero no salió nada de ello. No saldrá nada de ello. Todos los días hay cambios aquí. No hay margen para que las revoluciones lleguen a Bielorrusia", asegura.
A mediados de 2010, tras signos de que Lukashenko estaba relajando la presión sobre la oposición, pareció que los gobiernos occidentales podrían estar dispuestos a relajar sus críticas contra él, pero todo terminó tras su reelección en diciembre de ese año, cuando la Policía reprimió por la fuerza las manifestaciones de decenas de miles de personas en contra de su cuarto mandato.
Varios de sus rivales fueron detenidos por las fuerzas de seguridad, incluido Sannikov, y decenas de opositores fueron arrestados en sus casas. Ello provocó que tanto la UE como Estados Unidos endurecieran las sanciones contra Lukashenko y su círculo más cercano.
CRÍTICAS A LA UE
En Europa "no os gusta el curso que Bielorrusia está tomando. Os gustaría que se vendiera todo aquí por el interés de Rusia o de las empresas occidentales", ha denunciado, llegando casi a gritar al criticar a Occidente y con la cara roja por la ira.
"No os gusta el hecho de que tenemos buenas relaciones con Rusia. Esto está determinado por nuestra historia. Durante la última guerra luchamos juntos en las trincheras contra los nazis. Os salvamos a vosotros, Europa, de ser los esclavos de vuestro propio Führer", ha subrayado, en referencia a Hitler.
En este sentido, ha recordado a la UE que recibe buena parte de su petróleo y gas natural de Rusia a través de conductos que atraviesan Bielorrusia. "¿Quién necesita este doble rasero? ¿Quién necesita la inestabilidad en el corazón de Europa? Vosotros no, nosotros no, Rusia tampoco. Hablemos, somos personas", ha afirmado.
Por otra parte, Lukashenko ha rechazado las acusaciones occidentales de que en el país hay presos políticos, subrayando que los casos planteados se refieren a personas que cometieron delitos. Preguntado sobre presuntos abusos a los Derechos Humanos, ha evitado responder, argumentando que él es el garante del derecho más importante, el derecho a la vida.
SUCESIÓN
No hay nada en la Constitución que impida que Lukasheko opte a un nuevo mandato de cinco años en 2015. El presidente, que tiene dos hijos adultos y un hijo de 8 años, Koli, que asiste a algunos actos oficiales, niega estar preparando un sucesor.
"Se me reprocha de estar presuntamente preparando a mis hijos, a mi hijo mayor, como sucesor. Pero le juro: nunca he discutido esta idea ni siquiera con mi familia o con mis hijos. Son invenciones de la 'quinta columna 'en nuestro país", ha afirmado.
"No me aferraré a este puesto de por vida. En cuanto la gente rechace mis servicios, pondré mis maletas bajo el brazo y me marcharé", ha asegurado.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, no duda en presumir de ser el "último dictador de Europa" tras 18 años en el poder y con la oposición prácticamente inexistente en el país e insta a la UE al diálogo, recordando que buena parte del crudo y el gas natural que recibe de Rusia cruza Bielorrusia.
"Soy el último y el único dictador en Europa. De hecho no hay ninguno en el mundo", ha subrayado en una entrevista concedida a Reuters en Minsk, en la que repetidamente se refiere a sí mismo como dictador y a su régimen como dictadura.
"Estáis aquí y miráis a un dictador viviente. ¿En qué otro sitio veríais a uno? Hay algo en todo esto. Se dice que incluso una mala publicidad es buena publicidad", defiende el mandatario, hablando con gesto severo y moviendo sus manos.
El presidente, de 58 años, no parece cansarse de contar a sus huéspedes que Bielorrusia está en el centro geoestratégico de Europa pero el país, de 9,5 millones de habitantes, no comparte los valores democráticos que sus vecinos occidentales.
Actualmente no hay ningún opositor en el Parlamento. Lukashenko, de ser reelegido, podría gobernar de forma indefinida ya que logró imponer por referéndum el que se levantara el límite de mandatos y la oposición ha quedado prácticamente aplastada.
Su rival más fuerte, Andrei Sannikov, otrora viceministro de Exteriores, pidió asilo político en Reino Unido el mes pasado tras 16 meses en prisión en los que denunció que el personal penitenciario le torturó e intentó que se suicidara.
Lukashenko, al que las sanciones impuestas por Occidente han dejado prácticamente aislado, no contempla que Bielorrusia pueda experimentar los cambios y los levantamientos que se han producido durante la 'Primavera árabe' y que acabaron con presidentes como los de Túnez o Egipto, que llevaban varias décadas en el cargo.
"No tiene sentido comparar la política de Bielorrusia y Oriente Próximo. Unas pocas personas intentaron mediante redes sociales hacer que la situación se volviera explosiva", afirma, en referencia a las protestas "silenciosas" convocadas el año pasado en las que los partidarios de la oposición se congregaron en lugares públicos para aplaudir irónicamente.
"Pero no salió nada de ello. No saldrá nada de ello. Todos los días hay cambios aquí. No hay margen para que las revoluciones lleguen a Bielorrusia", asegura.
A mediados de 2010, tras signos de que Lukashenko estaba relajando la presión sobre la oposición, pareció que los gobiernos occidentales podrían estar dispuestos a relajar sus críticas contra él, pero todo terminó tras su reelección en diciembre de ese año, cuando la Policía reprimió por la fuerza las manifestaciones de decenas de miles de personas en contra de su cuarto mandato.
Varios de sus rivales fueron detenidos por las fuerzas de seguridad, incluido Sannikov, y decenas de opositores fueron arrestados en sus casas. Ello provocó que tanto la UE como Estados Unidos endurecieran las sanciones contra Lukashenko y su círculo más cercano.
CRÍTICAS A LA UE
En Europa "no os gusta el curso que Bielorrusia está tomando. Os gustaría que se vendiera todo aquí por el interés de Rusia o de las empresas occidentales", ha denunciado, llegando casi a gritar al criticar a Occidente y con la cara roja por la ira.
"No os gusta el hecho de que tenemos buenas relaciones con Rusia. Esto está determinado por nuestra historia. Durante la última guerra luchamos juntos en las trincheras contra los nazis. Os salvamos a vosotros, Europa, de ser los esclavos de vuestro propio Führer", ha subrayado, en referencia a Hitler.
En este sentido, ha recordado a la UE que recibe buena parte de su petróleo y gas natural de Rusia a través de conductos que atraviesan Bielorrusia. "¿Quién necesita este doble rasero? ¿Quién necesita la inestabilidad en el corazón de Europa? Vosotros no, nosotros no, Rusia tampoco. Hablemos, somos personas", ha afirmado.
Por otra parte, Lukashenko ha rechazado las acusaciones occidentales de que en el país hay presos políticos, subrayando que los casos planteados se refieren a personas que cometieron delitos. Preguntado sobre presuntos abusos a los Derechos Humanos, ha evitado responder, argumentando que él es el garante del derecho más importante, el derecho a la vida.
SUCESIÓN
No hay nada en la Constitución que impida que Lukasheko opte a un nuevo mandato de cinco años en 2015. El presidente, que tiene dos hijos adultos y un hijo de 8 años, Koli, que asiste a algunos actos oficiales, niega estar preparando un sucesor.
"Se me reprocha de estar presuntamente preparando a mis hijos, a mi hijo mayor, como sucesor. Pero le juro: nunca he discutido esta idea ni siquiera con mi familia o con mis hijos. Son invenciones de la 'quinta columna 'en nuestro país", ha afirmado.
"No me aferraré a este puesto de por vida. En cuanto la gente rechace mis servicios, pondré mis maletas bajo el brazo y me marcharé", ha asegurado.