Los pueblos catalanes que quisieron adelantar la independencia

Pablo Esparza
BBC Mundo, enviado especial a Cataluña
De las 947 localidades que tiene Cataluña, más de 160 se han declarado "territorio catalán libre y soberano" desde septiembre.
Aunque sus mociones son fundamentalmente simbólicas, llegan en un momento clave.
A apenas 50 kilómetros de Barcelona, Vilafranca del Penedès, en la principal comarca del famoso cava catalana, es uno de los territorios "independientes" más grandes.
¿Qué piensan sus habitantes de la declaración de independencia? ¿Cambió en algo su día a día?
BBC Mundo lo invita a descubrir esta ciudad "libre y soberana". Acompáñenos.

EN EL BAR

"Me fui unas semanas a Miami y al regresar todo el mundo estaba hablando de independencia"
Roberto, vecino de Vilafranca
Desde detrás de la barra del bar en que trabaja, a escasos metros del ayuntamiento, Roberto saluda a casi todo aquel que pasa por la calle.
Este cubano que habla catalán con acento caribeño lleva 20 años aquí y conoce a muchas personas en el pueblo. Pero su local está casi vacío.

Le pregunto qué piensa del independentismo y de que Vilafranca se haya declarado "territorio catalán libre y soberano". Responde sin dudar.
"Esa no es mi guerra", dice, y mira las mesas vacías. "Me preocupa más la crisis".
"Me fui unas semanas a Miami y al regresar todo el mundo estaba hablando de independencia", agrega.
Un cliente habitual media en la conversación. "¿Que qué significa ser soberano? Pues poder decidir si queremos o no queremos seguir en España. Hasta ahora lo único que veo soberano aquí es la botella de licor", dice señalando una botella de la popular marca de brandy española Soberano.
En el bar de Roberto, lo complejo de la cuestión parece simplificarse.
"¿Por qué independizarnos? Roberto, dame 18 euros y te devuelvo tres. A ver qué te parece. Así de sencillo".
Ante la cara de incredulidad del cubano, el cliente elabora un poco más su teoría.
"Cataluña da 18 a España y recibe tres. Por eso estamos como estamos y tenemos la deuda que tenemos", sentencia.
Roberto apostilla con sorna: "Si les dieras 18 a los políticos de aquí, se gastarían 20. Los políticos son como los ludópatas. Siempre gastan por encima de lo que tienen".


EN EL AYUNTAMIENTO

"Nos sentimos soberanos"

En el balcón del ayuntamiento la bandera catalana no está acompañada de la española como es habitual en España y el único retrato institucional que cuelga de las paredes del despacho del alcalde, Pere Regull, es el del presidente catalán, Artur Mas.
Regull representa a Convergència i Unió, el mismo partido nacionalista de centro derecha del presidente.
Aunque la declaración de "territorio catalán libre y soberano" fue impulsada por los grupos Esquerra Republicana de Catalunya y la Candidatura de Unitat Popular, se aprobó con el apoyo de su partido.
En el texto se pide al gobierno catalán una consulta por la independencia en un plazo de menos de dos años y se anuncia que las leyes españolas sólo serán vigentes de manera provisional hasta que se declare la independencia.
"Es una moción simbólica que atañe al sentimiento. Nosotros decimos que Cataluña como nación tiene su soberanía y su derecho a decidir si se queda o se va", asegura Regull en entrevista con BBC Mundo.
Desde la oposición socialista, la cuestión se ve de manera diferente.
"Nosotros estamos a favor de un referendo. Ahora, estamos en contra de la independencia. Y aquella moción se posicionaba a favor de ella", le dice a BBC Mundo Francisco Romero, portavoz del Partido Socialista de Cataluña en Vilafranca.
Pero en este pueblo, como en el conjunto de Cataluña, la política está llena de matices y es difícil reducirla al binomio gobierno-oposición.
En el ayuntamiento de Vilafranca hay seis fuerzas políticas representadas. Casi un reflejo de lo que ocurre en el parlamento catalán que, con siete partidos representados, es el más colorido de las comunidades autónomas españolas.


EN EL MERCADO

Solidaridad o expolio

Mercado de Vilafranca

Cuando se habla de independencia también –o, sobre todo- se está hablando de economía.

Una de las cuestiones más polémicas es el del déficit fiscal de Cataluña respecto al Estado español, es decir, que los recursos con que contribuye la región al conjunto del país son mayores de los que recibe de vuelta.

Los datos del gobierno catalán sitúan este déficit en una media del 8% del PIB en el periodo de 1986 a 2009.

Esta cuestión cobra especial relevancia en un momento en que Cataluña, la región más industrial de España, tiene una tasa de desempleo superior al 22%, algo de dos más de la media estatal, y, como el resto del país, ha padecido importantes recortes presupuestarios.

Algunos llaman al déficit fiscal "expolio fiscal" o, simplemente, aseguran que "España nos roba".

Otros prefieren llamarlo "solidaridad" de una de las regiones más ricas de país con otras más desfavorecidas.
Sábado. Día de mercado en Vilafranca.
En plena campaña electoral, los puestos de propaganda de los partidos políticos compiten con las verduras de las huertas cercanas y los suéters a 4 dólares para vender sus propuestas.
La oferta es variada: independencia, unidad con España, federalismo...
Entre el bullicio del mercado, BBC Mundo le pregunta a María qué ha cambiado en el pueblo desde que se declaró "libre y soberano".
"Nada, que hay muchas banderas catalanas en los balcones y se ve muy bonito", dice esta argentina que lleva 22 años en Vilafranca.
"La independencia vendría bien a los catalanes. En un principio sería difícil, pero enseguida saldrán adelante. Saldremos, porque yo estaré aquí también", agrega.
Rafael también la apoya. "La declaración es simbólica, pero lo simbólico es importante porque refleja el sentir de la gente".
Pero hay opiniones distintas. "Con la crisis no es el momento. Yo estoy en el paro y gracias al gobierno central cobro. No sé cómo sería con la independencia", señala Marina.
Cuando los comerciantes y los partidos políticos recogen sus mercancías, los clientes marchan cargados de bolsas con la compra. Algunos se llevan también globos y folletos de propaganda política. Quizá con ellos alimenten la reflexión de cara a las próximas elecciones.


EN LAS BODEGAS

Viñas en Vilafranca
Los campos de viñas rodean el pueblo.
Vilafranca es una isla en un mar de viñas, que en pleno otoño parecen un inabarcable manto amarillo.
La comarca del Alt Penedès, donde se encuentra Vilafranca, es un importante centro vinícola y la mayor área productora de cava, el famoso vino espumoso catalán.
El sector del cava, que genera en total 1.000 millones de euros en ventas al año, y la industria auxiliar del automóvil son los motores económicos del pueblo.
Sin embargo, BBC Mundo no pudo visitar ninguna bodega.
Todos los representantes de esta industria con los que contactamos para charlar sobre la cuestión de la independencia prefirieron no pronunciarse sobre el tema.
"Nosotros hacemos vino, no política" fue el argumento repetido.
En 2005, se impulsó desde internet una campaña de boicot al cava catalán. Aquel año, las ventas en España descendieron un 6,6% según el diario El País.
Ahora, cuando el debate sobre el independentismo –con la crisis de fondo- está en el centro del debate político, muchos señalan que están aumentando los temores a un nuevo boicot.


EN LOS CASTILLOS HUMANOS O CASTELLS

Ensayo de la "colla castellera" de Vilafranca.
Una niña de poco más de 5 años escala una torre humana de más de cuatro metros de altura. Trepa de hombro en hombro. Primero un pie, luego una rodilla.
En la base del castillo, caras sudorosas, músculos en tensión y un racimo de manos a modo de cimiento.
Con aparente facilidad, la enxeneta, como se le llama en catalán, llega a la cumbre y levanta el brazo. Silencio absoluto.
Es tarde de ensayo de la "colla castellera" de Vilafranca, el grupo local de castillos humanos, los castells.
"Hoy solo somos 200 porque se está acabando la temporada. Normalmente nos juntamos más de 800 personas aquí", dice uno de los castellers.
Los castells son una tradición profundamente arraigada. Pero no solo es folclore. La "colla", que con 1.200 socios es la mayor asociación de la ciudad, es casi un centro social.
También aquí está presente el debate político, pero como rumor de fondo.
"Esta actividad une a todo tipo de personas. Jóvenes y viejos, altos y bajos, hombres, mujeres... Todos se unen para realizar un sueño que es hacer un castillo. Pero aquí no existe la política", comenta Josep Cabré, presidente de los castellers de Vilafranca.
"Somos catalanes, eso está claro, pero aquí cabe todo el mundo. Siempre digo que los políticos tendrían que coger esta idea. Todo el mundo se puede unir para hacer cosas mágicas", concluye.

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