Liga de Campeones: Celtic dio el campanazo al vencer al Barcelona


Alfredo Mantilla, As
La primera derrota seria de la ‘Era Vilanova’ tenía que llegar. No hay técnico inmune. Tras doblar la rodilla ante el Madrid en la Supercopa de España, el Barça volvió a tropezar tras un reguero de victorias. Pero el bache apareció en la noche más inesperada y de la forma más cruel. Dominando, estrellando dos balones al palo y recibiendo dos goles de la única manera posible. Denudando sus vergüenzas. El primero, de Wanyama, llegó en un córner. El segundo, al final, tras un saque del portero y una cantada compartida entre Xavi y Mascherano. La derrota fue maquillada por un tanto de Messi en el descuento. Fue un mazazo que no trastoca la clasificación. Duele más el golpe de atención recibido: el fútbol de este gran Barça no es el único que triunfa.


Fue una hermosa lucha por sacar partido a dos formas de entender este deporte. Como también sucede en los últimos clásicos de nuestra Liga. Ningún estilo es más digno que otro. Uno brilla por alto, el otro se impone por bajo. Uno es directo, el otro bastante más elaborado. Todos son válidos para ganar. He aquí otra prueba. Aunque sólo alguno sirve para fidelizar. El del Celtic es primitivo y le saca partido. El del Barcelona es más romántico y es el germen de sus éxitos más modernos al que no quiere renunciar. Y es ahí, quizás, en el empeño por hacer de su filosofía una moda, lo que le obliga a sufrir cuando busca alternativas sin tenerlas y cuando, por obsesionarse en gustar, desatiende otros artilugios necesarios. Tocar de maravilla, como lo hace, no debería impedir que también domine las alturas. En Champions no vale hacer de maravilla casi todo y ser vulnerable en algo. El Celtic ya le hizo sufrir en el Camp Nou por arriba y en esta noche fría le hizo ponerse de nuevo contra las cuerdas. El primer gol local, de córner, llegó con Alves y Jordi Alba defendiendo, como parte del sistema en zona, en el segundo palo. Allí, Wanyama, remató con la facilidad con la que lo haría un gigante.

Resultado inesperado por lo visto

El Celtic no había hecho nada más en ataque hasta ese minuto 21. Tampoco era su objetivo. Por eso festejaban los córners. El Barça, por contra, había hecho todo lo posible para adelantarse, mandar y hasta sentenciar. Un 87% de la posesión podría equivaler a una victoria en cualquier otro deporte. En fútbol, este porcentaje sólo designa a un dominador. Sin goles no eres nada. La desigualdad en el marcador no desató el agobio. Y eso es digno de aplaudir. La muralla pedía derribarla sin tanta paciencia. Pero si es plausible el comportamiento culé, más lo es el del Celtic. Con tan poco no se puede hacer más. Lección de casta, orden y fe.

La circulación del Barça, pese al atasco, fue correcta. No caben muchos reproches. Este Barça es más directo que el de Guardiola. Y así lo demostró. No hubo toques de sobra. Todos fueron necesarios. Wilson y Ambrose, centrales del Celtic, esperaban las embestidas en su punto de penalti. Su misión era recular para no dejar espacios a la espalda, mientras sus compañeros tenían el único objetivo de cerrar vías de pase y dejar recados a quien superase la frontera. Lo lograron a medias. Messi, Iniesta y Pedro disfrutan con estos retos. Hasta seis ocasiones tuvo el Barça en el primer tiempo, con un balón al larguero de Messi y otro cabezazo de Alexis al palo incluidos. Xavi en dos ocasiones y Jordi Alba con dos buenos centros también merecieron el gol. Y no llegó. El cerrojo rival exigía más protagonismo por banda, pero sin un nueve rematador, la esperanza se difuminaba. El problema ya hacía imaginar a Piqué de punta vestido de Alexanco. Si salió luego en el 70’ no fue para defender. Era para calentar motores por si se le necesitaba en el descuento.

Segunda parte más accidentada

Con esa sensación transcurrió buena parte de la segunda mitad. El problema era el mismo que antes y, para colmo, el Barça llega menos y peor. Pedro lo intentó de cabeza. Messi con una rosca. Y Alexis con el empeño y la (mala) fortuna de siempre. Atrás, pocos sustos. Aunque grandes. Bartra dejó botar un balón pensando que llegaba su portero y casi provoca el desastre. El error no vino mal. El Celtic se creció ante la debilidad mostrada por su adversario y salió de su guarida más de lo que planeó. El Barça no aprovechó el correcalles. Incluso dio gracias por no ver a Song expulsado. Y a Mascherano después.

Para evitar males mayores, Tito sustituyó al camerunés por Cesc y, ya de paso, metió a Villa y Piqué por Alexis y Bartra. El tiqui-taca del Barça había perdido mucha velocidad y precisión. La disciplina del Celtic seguía intacta. Así terminó por desesperar a Messi y compañía. Hasta que lo mató. Un balón largo de su portero no fue despejado por Xavi. El bote sorprendió a Mascherano que, de nuevo a la espalda, vio como se le escapaba Watt. El atacante superó a Valdés con un tiro rabioso y cruzado. 2-0. Derrota consumada. Con todo ya perdido Messi aprovechó para aumentar sus récords al aprovechar un rechace. Lo festejó por compromiso recordando a su bebé. Ya no había tiempo más que para reconocer una realidad: el resto del mundo ya conoce de memoria cómo juega este Barça.

Celtic: Forster; Lustig (Watt, min.72), Ambrose, Wilson, Matthews, Commons, Wanyama, Ledley, Mulgrew, Samaras (Kayal, min.79) y Miku.

Barcelona: Valdes; Alves, Bartra (Piqué, min.71), Mascherano, Jordi Alba, Song (Cesc, min.71), Xavi, Iniesta, Pedro, Messi y Alexis (min.65). Goles: 1-0, m.21: Wanyama. 2-0, m.83: Watt, 2-1: m.91: Messi.

Árbitro: Björn Kuipers (HOL). Motró tarjeta amarilla a Song (min.13), Miku (min.41), Jordi Alba (min.65)

Incidencias: Partido de la cuarta jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones disputado en el Celtic Park de Glasgow ante unos 58.000 espectadores.

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