Las primarias impulsan al centro-izquierda en Italia como alternativa real

Pier Luigi Bersani (44,9%) y Matteo Renzi (35,6%) lucharán el domingo por la candidatura

Pablo Ordaz
Roma, El País
Contra la antipolítica, política. Más de tres millones de simpatizantes del centro-izquierda italiano demostraron el domingo que la mejor forma de mantener con vida la democracia es usándola. Se trataba de elegir al candidato progresista a las próximas elecciones generales. Y allí que fueron los ciudadanos, soportando a ratos grandes colas, pero conscientes de la importancia de su acción. De entre los cinco candidatos, Pier Luigi Bersani, de 61 años, secretario general del Partido Democrático (PD), logró el 44,9% de los votos, y Matteo Renzi, de 37 años, alcalde de Florencia, se quedó en el 35,6%.


Serán ellos los que, al no haber superado la barrera del 50%, acudan a la segunda vuelta el próximo domingo. Bersani, excomunista, ministro en los Gobiernos de Romano Prodi y Massimo D’Alema, es el representante de la izquierda oficial. Renzi, procedente del sector católico del PD, es el heterodoxo que pretende hacer tabla rasa con el pasado, mandar al desguace a los veteranos. Pero, por encima de ellos, la noticia estuvo en los 3,1 millones de ciudadanos que, en medio de la corriente de descrédito que sacude la política italiana, decidieron tomar la palabra.

El éxito de las primarias, que ahora sí sitúa al centro-izquierda como la opción mejor colocada para hacerse con el Gobierno tras las elecciones previstas para la próxima primavera, corresponde por igual a ambos candidatos. Matteo Renzi tiene el mérito de haber irrumpido en el aire viciado del Partido Democrático sin complejos, como elefante en cacharrería, señalando con el dedo y por su nombre –Massimo D’Alema, Rosy Bindi—a los veteranos del partido que, según él, ya hace tiempo que tendrían que estar jubilados. Por su parte, a Pier Luigi Bersani le corresponde un mérito aún mayor.

Según los estatutos del PD, el secretario general es, de oficio, el candidato. Y, aun así, Pier Luigi Bersani decidió abrir las urnas, jugársela, a pesar de que su apoyo al Gobierno de Mario Monti durante el último año pudo erosionar su prestigio, sobre todo entre las bases naturales del partido que más están siendo afectadas por la política de recortes del Ejecutivo tecnócrata. De ahí que, tras obtener el 44,9% de los votos frente al 35,6% de un rival más joven, más telegénico, más acostumbrado a los eslóganes y a los golpes de efecto, Bersani se mostrara feliz: “Hemos obtenido un resultado estratosférico”.

El segundo clasificado se apresuró a bajarle los humos. “El próximo domingo, los dos partiremos de cero”, dijo Renzi. Y es verdad, aunque no del todo. El secretario general del PD espera que el tercer clasificado, Nichi Vendola, presidente regional de Puglia y líder del partido Izquierda, Ecología y Libertad (SEL, por sus siglas en italiano), se decante por él. El domingo, Vendola logró el 15,6% de los votos, y aunque ha dicho que quien quiera su apoyo se lo tendrá que ganar, a nadie se le escapa que Matteo Renzi se encuentra muy lejos de su ideal político. El presidente de Puglia intentará que, a cambio de su apoyo, Bersani se comprometa a incluir en el próximo programa electoral asuntos vitales para la izquierda (parejas de hecho, fecundación asistida, divorcio) que en Italia, en buena parte por la presión del Vaticano, cuentan con una legislación muy atrasada.

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