Erdogan celebra sus diez años en el poder, alabando la "revolución" turca
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, celebró este sábado los diez años de la llegada al poder en Turquía de su partido de inspiración islamista, alabando su balance democrático y la "revolución de las mentalidades" que permitió apartar al ejército de la escena política.
Durante un discurso pronunciado ante los dirigentes del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) reunidos en Kizilcahamam, en las afueras de Ankara, Erdogan exaltó la importancia de su victoria en las elecciones legislativas del 3 de noviembre de 2002, calificándola de "nuevo comienzo".
"El 3 de noviembre (de 2002) significa la toma del poder por nuestra gloriosa nación, que dijo 'no' a la mala gobernanza", declaró Erdogan. "El 3 de noviembre marca no solo la llegada al poder de un nuevo partido (...) sino el comienzo de una revolución de las mentalidades", añadió.
"Un acuerdo que estaba fundado no en la voluntad nacional sino en los intereses de unos cuantos y que había hecho de Turquía un país de crisis, voló en pedazos. En su lugar, es un acuerdo que respeta la voluntad de la nación y que restauró la confianza y la estabilidad el que tomó el poder", dijo.
El jefe del gobierno turco, que presenta a su país como un modelo de democracia para el mundo musulmán, insistió en su lucha para liberarlo de la tutela ejercida por el ejército, que desde los años 1960 llevó a cabo cuatro golpes de Estado.
"Ni el Estado ni la República necesitan un guardián. La nación no necesita una niñera", subrayó Erdogan.
En diez años de poder, el gobierno del AKP consiguió meter progresivamente en cintura al ejército multiplicando las purgas y las demandas contra sus oficiales generales. Por primera vez en la historia del país, más de 300 oficiales fueron condenados a finales de septiembre a duras penas de prisión por su presunta participación en un intento de golpe de Estado.
Durante este tiempo, el gobierno puso fin a la inestabilidad provocada por estas intervenciones militares. También acometió importantes reformas económicas y sociales, reflejadas en varios años de fuerte crecimiento que permitieron triplicar la renta media de los aproximadamente 75 millones de turcos.
Erdogan alabó la vitalidad de su país y detalló sus numerosos proyectos en materia de infraestructuras. Sin embargo, no se refirió a la fuerte desaceleración del crecimiento turco en 2012, consecuencia de la crisis de la zona euro, que amenaza su economía.
El jefe del gobierno turco tampoco se refirió a las numerosas críticas a su balance en materia de derechos humanos, especialmente las procedentes de la Unión Europea (UE). Se limitó a lamentar que la UE mantenga a su país "esperando en su puerta desde hace cinco años" y, de nuevo, planteó la idea de "reconsiderar" su voluntad de adherirse.
Al referirse al conflicto kurdo, Recep Tayyip Erdogan volvió a llamar a la población kurda a "tomar distancia" respecto a los rebeldes separatistas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), en lucha armada contra Ankara desde 1984.
Desde que en 2011 fracasaran las negociaciones iniciadas por su gobierno con la dirección del PKK, la violencia se reanudó con más fuerza en el sudeste de Turquía, alejando la perspectiva de una solución negociada a un conflicto que ya dejó unos 45.000 muertos.
En un tono marcial, el jefe del gobierno calificó el sábado de "chantaje" la huelga de hambre protagonizada desde septiembre por varios cientos de prisioneros políticos kurdos para obtener un alivio en las condiciones de detención del jefe histórico del PKK Abdullah Ocalan, recluido en régimen de aislamiento desde 1999.
"No liberaremos al jefe terrorista simplemente porque lo pidáis y os involucréis en una acción de este tipo", afirmó.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, celebró este sábado los diez años de la llegada al poder en Turquía de su partido de inspiración islamista, alabando su balance democrático y la "revolución de las mentalidades" que permitió apartar al ejército de la escena política.
