El punto G y otras paradas en la geografía femenina

Silvia C. Carpallo, El País
Si algún aventurero, que haya estado mucho tiempo fuera del mercado, quisiera volver hoy a sumergirse en los secretos de la geografía femenina, se sorprendería al descubrir que el mapa de carreteras se ha ampliado considerablemente, y que son muchas las nuevas paradas que además parecen de visita obligatoria. El punto G, el punto A, el U, el K… ¿por qué hoy hacer el amor se parece más a recitar el abecedario que a pasar simplemente un buen rato?


Por todos es conocida la voluptuosidad del cuerpo femenino, y el deleite que supone perderse en cualquiera de sus múltiples zonas erógenas, o al menos, debería serlo. Los hombres se empeñan en masculinizar la sexualidad femenina, y por tanto, en centrar todos sus esfuerzos en los genitales, o ni siquiera tanto, quizás tan sólo en su vagina. Todo comenzó con el famosísimo, y muy controvertido “G Spot” (cuyo nombre viene de su descubridor Ernst Gräfenberg), allá por los finales de los ochenta. Amantes poco hábiles, y mujeres en busca del orgasmo perdido, pronto se hicieron grandes seguidores de este punto de placer situado a unos siete centímetros de la vagina, y que ayudaba a la mujer a lograr con mayor facilidad el orgasmo. Más allá del debate entre si este punto existe o no, o de si está en todas las mujeres, la controversia venía a la hora de “encontrarlo” .

De nuevo, aquellas mujeres que habían variado el cuento del príncipe azul con su caballo blanco, por el del macho alfa que venía a enseñarles lo que era un orgasmo (ese que ellas nunca habían aprendido solas a buscarlo, y por tanto, era difícil que viniera nadie a enseñárselo) lo tuvieron un poco más difícil, y es que no hay nada como investigarse primero a una misma, para mostrar después la luz del camino al compañero. En realidad, nada tan simple como tumbarse, flexionar las rodillas, e introducir dos dedos en forma de llamada, para detectar la famosa zona rugosa, con una especial concentración nerviosa. Sobre si este punto G resultó ser un botón mágico en el placer femenino, como en todo, gustos colores. Las hay quienes disfrutan a rabiar, y las hay quienes simplemente se sienten molestas al investigar, por esa extraña sensación, como “de ganas de orinar”, que a veces produce su estimulación. Caballeros, no existe el truco de magia perfecto.

La siguiente parada, el Punto A, ya no saltó tanto a la fama, pese a que sus efectos eran mucho mejores que los de su predecesor. En esta ocasión, hay que investigar un poco más profundo que el punto G, en la pared vaginal, por lo que los dedos ya no resultan tan buenos aliados como las penetraciones profundas, sobre todo desde atrás. ¿La magia en esta ocasión? No sólo mejores orgasmos (o al menos más intensos), sino un aumento en la lubricación, y es que si se llegó a indagar en esto del Punto A, fue a raíz de investigaciones para mejorar la lubricación de algunas mujeres que tenían problemas a este respecto.

Desde entonces parecimos enloquecer, y la lista no dejó de aumentar, con el punto U, de uretra, que consiste en acariciar en la zona entre el clítoris y la vagina, o para el más difícil todavía, punto K, y es que si con el G y el A, ya era difícil apuntar, del K se dice que es “el paisaje misterioso”, porque pocos son los que llegan a verlo, teniendo que acceder al final de la vagina, casi al cuello del útero. En realidad, siempre se ha dicho que el final de la vagina, o el conocido también por “Cul de Sac”, es una zona de especial sensación para algunas mujeres, sobre todo cuando están muy excitadas, puesto que si no es así, el golpearles con el pene en esta zona puede llegar a ser realmente molesto. Ya se sabe, que hay que asegurarse de que el horno esté bien caliente, antes de meter el bollo.

Es difícil el poder afirmar si un hombre puede conseguir más y mejores orgasmos para su pareja, estimulando estas zonas señaladas, o si bien, puede llegar a hacerlo gracias a técnicas y posturas para aumentar la intensidad de los mismos (cómo por ejemplo con la técnica de la alineación coital, pero lo que está claro es que el orgasmo femenino, no funciona de esa manera. No hay un botón de on/off, que nos permita encendernos con esa facilidad, lo sentimos. Pero de haberlo, en realidad, cualquier buen amante sabe que no es ninguno de los anteriores, sino el verdadero órgano sexual de la mujer, que por mucho que le pesase al señor Freud, está fuera de la vagina, y no tiene nada que ver con la reproducción: el clítoris. Ese gran desconocido, no sólo para los hombres, sino para la mayoría de las mujeres, que aún piensan que sólo es ese “garbancito” (que no es sino su glande, similar al del pene, pero con muchísimas más terminaciones nerviosas) que asoma de cuando en cuando, olvidando las ramificaciones de su interior, que le hacen tener un tamaño de entre 10 y 13 centímetros, dedicados en exclusiva a proporcionar placer a raudales a cualquier mujer, porque amigos, de este si estamos seguros que todas tienen.

Pero si nuestro aventurero, después de haberse empollado el nuevo diccionario de puntos vaginales, quisiera sacar matrícula de honor, le contaría un último secreto. Cada mujer es un mundo por descubrir, única en sí misma, y por tanto, su placer también lo es. Buscar puntos, o zonas de estimulación, puede ser un juego tan divertido como otro cualquiera, siempre que no olvidemos, que lo que hay que estimular, acariciar, besar, y hacer enloquecer, es todo su cuerpo, sus sentidos, y su mente. Esa es la única fórmula para que logre el mejor de sus orgasmos.

(*) Silvia Concepción Carpallo es periodista y sexóloga. Ha colaborado como freelance en medios sanitarios y suplementos de salud como el de La Vanguardia. Máster en Educación Sexual y Asesoramiento por la Universidad de Alcalá de Henares, escribe sobre Salud Sexual en el suplemento de La Razón y es jefa de la sección de Sexo en la revista digital InMagazine.

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