El PRI regresa para gobernar un México distinto

México, AP
El PRI que gobernó México por siete décadas consecutivas ha vuelto, ahora prometiéndole a los mexicanos que no volverá a ser lo que algunos llamaron "la dictadura perfecta", caracterizada por una combinación de dádivas populistas, votaciones amañadas y ocasionales derramamientos de sangre.


El Partido Revolucionario Institucional asume la presidencia el sábado después de 12 años fuera del poder, y el mandatario electo Enrique Peña Nieto considera que este es el momento culminante de un esfuerzo por reformar y modernizar al organismo político que gobernó el país sin interrupción de 1929 a 2000.

Peña Nieto promete un programa de libre empresa, eficiencia y rendición de cuentas. Está promoviendo reformas que podrían aportar nuevas e importantes inversiones privadas en la crucial pero quebrantada industria petrolera estatal de México, con cambios que fueron obstaculizados durante varias décadas por la sospecha nacionalista de una intromisión extranjera en el negocio petrolero.

Los dirigentes del PRI reconocen que vuelven al poder en un México radicalmente diferente de lo que era en el apogeo del partido. La nación tiene una economía de mercado abierta, una prensa más libre y más agresiva, una oposición que puede comunicar a la velocidad del internet y una población que sabe que el PRI puede ser echado del gobierno.

"Los escépticos difunden que los priistas retornaremos al pasado, como si tal cosa fuera posible", señaló su dirigente Pedro Joaquín Coldwell en una reunión partidista a principios de mes. "No lo es, porque este es otro país", agregó.

Pero algunos críticos ya ven indicios de un anhelo de los días pasados de una presidencia imperial en algunas de las medidas que el PRI impulsa en el Congreso.

Una iniciativa de ley propuesta por Peña Nieto concentraría al aparato de la policía y la seguridad bajo el control de la Secretaría de Gobernación (interior), una institución que durante mucho tiempo fue utilizada por el PRI para coaccionar o presionar a los opositores, arreglar elecciones e intimidar a los medios de comunicación.

Los dirigentes del PRI dicen que la medida unificaría a un fracturado aparato de seguridad y ofrecería una estrategia más coordinada en el combate a los cárteles de las drogas en México.

El analista político Raymundo Riva Palacio considera que un regreso a los viejos días es improbable pues, dice, ahora hay autoridades electorales independientes, jueces y grupos de derechos humanos que contribuyen a poner en orden a las autoridades. "No creo que restauren el viejo régimen, como lo vimos en los años 70", afirmó.

Pero Alejandro Sánchez, el segundo hombre en la jerarquía del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, advierte del intento de "abrirle la puerta al regreso de un régimen totalitario de la década de los 70, cuando se torturaba, desaparecía al enemigo y la impunidad campeaba".

El PRI ya no tiene la mayoría en el Congreso, de modo que posiblemente tendrá que negociar más.

Los legisladores priistas, incluidos varios líderes laborales autocráticos, consiguieron este mes impedir la aprobación de una propuesta que habría establecido votos secretos en las elecciones sindicales y la aprobación de contratos por parte de los sindicalistas.

El PRI apoyó también un proyecto de ley que daría a los auditores estatales y federales más facultades para controlar el gasto de los gobernadores estatales, que a la fecha tienen poca supervisión fiscal. La medida podría ayudar a contener el poder que algunos gobernadores han adquirido desde que el PRI perdió la presidencia, pero hay críticos que creen que es un intento por volver a los días en que el presidente en turno controlaba a los estados desde la Ciudad de México.

Otra propuesta del PRI restablecería la capacidad del presidente para contratar o despedir a cientos de funcionarios de nivel medio. El senador Javier Corral, del Partido Acción Nacional —que ejerció la presidencia durante los últimos 12 años_, dijo que el PRI "quiere reinstalar el viejo principio que tanto daño le ha hecho a la política en México, de que el poder es un botín, y con criterios partidistas se tienen que hacer esas designaciones".

El PRI fue visto de manera generalizada como un partido capaz, acaso autocrático, de 1929 hasta mediados de la década de 1960, con un firme crecimiento económico y programas sociales para equilibrar la corrupción y la falta de elecciones verdaderamente libres.

Pero las diversas y duras represiones sobre sindicatos, estudiantes y otros manifestantes inspiraron movimientos opositores en las décadas de 1960 y 1970, además de que una mala administración económica y los sobornos dieron fuerza a una inflación galopante y provocaron crisis económicas recurrentes que golpearon una y otra vez a la clase media en el último cuarto de siglo del régimen en el poder.

"Aprendimos de los errores que cometimos", dijo Coldwell a una radioemisora local. "La gente nos ha dado un segunda oportunidad, y si no lo hacemos bien, no nos dará un tercera, de eso hay que estar muy conscientes".

De hecho, el PRI ya había comenzado a cambiar en la década de 1980. Presionado ante la indignación pública por algunos de los desastres económicos que había cometido, el partido supervisó la privatización de empresas estatales ineficientes que llegaron a ser reservas de empleos clientelistas. Y de manera gradual permitió reformas electorales que finalmente le dieron a los opositores la posibilidad de ganar comicios.

El Partido Acción Nacional, durante su tiempo en el poder, intentó darle un aire más informal a la presidencia. Esta institución se ha vuelto más débil ante la independencia cada vez mayor de la Corte Suprema y de gobernadores estatales, muchos de los cuales son de partidos opositores que no le deben lealtad al presidente. La oposición también aumentó en el Congreso.

Rubén Aguilar, quien fue portavoz para el entonces presidente Vicente Fox, el candidato de Acción Nacional que venció al PRI en 2000, dijo que está dispuesto a darle al PRI "el beneficio de la duda", en parte porque ese partido es conocido por su pragmatismo. Nunca defendió una gran ideología que no fuera la de mantenerse en el poder, y regresar a los viejos abusos podría resultar suicida.

"Si quieren volver a las viejas prácticas sería muy torpe, una visón de muy corto plazo", dijo Aguilar.

Algunas cosas claramente ya desaparecieron para siempre, por ejemplo el rol del PRI como "gobierno paternalista" que ofrece viviendas construidas por el Estado y empleos en empresas estatales. Las firmas gubernamentales se han privatizado y los presupuestos gubernamentales otrora engrosados por la industria petrolera se han encogido.

En cambio, Peña Nieto busca cumplir su propia promesa, crear más empleos e impulsar el crecimiento económico al desarrollar aún más el sector privado. Asimismo, prometió preservar el principal logro de las dos presidencias del PAN: finanzas gubernamentales responsables y estabilidad macroeconómica.

El PRI nunca fue una típica dictadura con sed de sangre. Frecuentemente compraba enemigos y otorgaba perdones cuando podía.

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