El escándalo de la ‘lista Lagarde’
El juicio al periodista que publicó datos de 2.000 griegos con dinero en Suiza saca a la luz las auténticas dimensiones del problema de la evasión fiscal en el país
María Antonia Sánchez-Vallejo
Madrid, El País
Leonidas Tsanis, un exministro socialista de 57 años, se ahorcó en el garaje de su casa, en la ciudad de Volos, el pasado mes de octubre. No pudo aguantar la presión de verse señalado con el dedo por una conducta económica presuntamente irregular. Pero el suyo no era el único nombre que resonaba entre un runrún de sospechas: mansiones adquiridas en Londres o Nueva York en lo más agudo de la crisis, flamantes construcciones en las islas, millones de euros puestos a buen recaudo en el extranjero.
En los últimos meses han corrido por Grecia hasta cinco listas de presuntos casos de corrupción o fraude fiscal, la mayoría de ellas libelos, hasta que el periodista Kostas Vaxevanis publicó hace una semana en la revista Hot Doc la relación auténtica. La fetén. La lista Lagarde: los nombres de 2.059 ciudadanos griegos con cuentas en Suiza. Su acción le valió ser detenido por la policía y juzgado en un proceso exprés: solo pasaron cuatro días entre el arresto, la instrucción de la causa y, finalmente, su absolución del cargo de revelación de datos confidenciales.
De la lista Lagarde, derivada de los miles de datos de clientes del banco HSBC que filtró en 2010 el extrabajador de esa entidad Hervé Falciani, se conocen solo los nombres propios; cabos de los que tirar en una comprobación sobre la procedencia de los fondos que debería haberse acometido hace dos años, cuando Christine Lagarde, a la sazón ministra de Economía de Francia, entregó el listado a su homólogo griego, Yorgos Papakonstantinu (y este, en teoría, a su sustituto, Evánguelos Venizelos, en 2011).
Desde que empezó la crisis, en 2010, la lucha contra la evasión fiscal —cerca de un cuarto del PIB nacional— ha sido una bandera de decencia y oportunidad política, además de una exigencia inapelable de la troika, que supervisa el estado de la economía griega a cambio de 240.000 millones de euros de ayuda. Pero pasó el tiempo y nada se hizo, o muy poco: por ejemplo, una peculiar campaña del Gobierno, la toma de fotografías aéreas de bienes inmobiliarios (edificios, jardines, piscinas…) que mostraran el desajuste entre los ingresos declarados por el propietario y su verdadero tren de vida. El intento no fue más que eso, una forma de investigar la casa por el tejado (o por el jardín).
De la exclusiva de Vaxevanis se desprenden unos cuantos datos. El primero, que el infortunado Tsanis no estaba entre los 2.059 nombres (y sí en otra lista de una treintena de políticos, aventada en septiembre por un sitio web). Otro importante: que junto a gente de relumbrón —armadores y joyeros famosos; editores de comunicación, presentadores de televisión, artistas y políticos, el excónsul español en Salónica—, en la lista aparecen también amas de casa y estudiantes. Y otro más: que los nombres remiten hasta a 250 sociedades griegas que operan offshore.
El propio Vaxevanis ha subrayado la presunción de legalidad de los depósitos del HSBC, así como el hecho de no haber publicado las cantidades depositadas (unos 2.000 millones de euros hasta 2007). El periodista va más allá: “No hemos robado nada, esos datos deberían ser ya del dominio público. Me he limitado a sacarlos a la luz, una tarea que correspondía a los custodios de la lista, dos ministros que durante dos años se han contradicho hasta el infinito: no la tengo, no sé dónde la he dejado, debió de olvidárseme en el baño… En un momento en que muchos griegos están rebuscando en la basura para comer, es un escándalo que el Gobierno no haya hecho nada para investigar si tras esos fondos hay casos de evasión fiscal. Ahí sí que podría recaudar mucho dinero, y no recortando pensiones o salarios”, explica por teléfono.
La semana pasada, Papakonstantinu testificó ante el Parlamento griego, donde confirmó haber recibido la lista de manos de Lagarde y transmitido a la brigada de delitos financieros (SDOE, en sus siglas griegas) unos 20 nombres de la misma, para su comprobación. Luego, dijo, entregó el archivo a un ayudante, que al parecer lo extravió. Su sucesor, Venizelos, declaró ante la comisión parlamentaria que recibió un lápiz USB del jefe de la SDOE, pero aseguró que no podía demostrar si era el listado original. Y a comienzos de octubre, proporcionó el dispositivo al primer ministro, Andonis Samarás, al constatar que era la única prueba documental existente. Yanis Sturnaras, actual titular del ministerio, aseguró ante el Parlamento no haber recibido ningún documento semejante al tomar posesión del cargo, en junio.
Para Vaxevanis no hay lugar a dudas sobre el agujero negro: “Estamos gobernados por una camarilla de corruptos, y tanto Papakonstantinu como Venizelos tienen amigos que figuran en esa lista. Esa es la única verdad, por eso los medios de comunicación del establishment han silenciado el asunto”, añade. La defensa utilizó para el juicio el argumento de que, dos días después del scoop de Hot Doc, el diario progubernamental Ta Nea reprodujera en su edición impresa el listado íntegro sin que se derivase actuación judicial alguna.
Vaxevanis, próximo a la coalición de izquierdas Syriza (segunda fuerza parlamentaria, 71 diputados), asegura que ha salido indemne del proceso gracias a la repercusión mediática del caso en el extranjero. “Sin el respaldo de los medios de comunicación extranjeros, me habrían sepultado vivo”, declaró tras el juicio al diario británico The Guardian.
¿Una causa para la libertad de prensa?
Aunque la verdadera naturaleza del caso Vaxevanis haya demostrado ser la corrupción, también ha hecho sonar muchas alarmas sobre el estado de la libertad de información en Grecia. Horas antes del juicio que se siguió contra él el jueves en Atenas, el propio Vaxevanis reconocía a este diario sentirse “abrumado por el respaldo de los medios de comunicación internacionales”. Dos días después de ser absuelto, daba un paso más allá al afirmar que, para informarse, “los griegos deben recurrir a los medios de comunicación extranjeros”.
"Igual que en la II Guerra Mundial o la dictadura [de los coroneles]”, le da la razón el periodista y realizador Aris Jatsistéfanu, quien subraya lo que considera doble rasero en la actuación de la justicia y la prensa: “[En el caso Vaxevanis] la justicia ha funcionado bien, pero ha demostrado también que en otros muchos casos no funciona. Esta vez ha sido así por la presión mediática internacional: sin The New York Times detrás, o The Guardian, publicándolo en portada, la sentencia habría sido otra. En Grecia hay una dictadura económica contraria a la democracia y a la libertad de expresión, ahí está el despido fulminante de dos presentadores de la televisión pública esta semana por criticar a un ministro [el de Orden Público por un caso de supuestas torturas policiales]. Pero lo más importante es que la publicación de la lista ha puesto el foco en el verdadero problema de la economía griega, la evasión fiscal”, explica.
La justicia será quien en teoría determine si el dinero que tienen esos 2.059 griegos en Suiza es o no legal. Los medios de comunicación (en su mayoría extranjeros) ya han hecho su parte.
María Antonia Sánchez-Vallejo
Madrid, El País
Leonidas Tsanis, un exministro socialista de 57 años, se ahorcó en el garaje de su casa, en la ciudad de Volos, el pasado mes de octubre. No pudo aguantar la presión de verse señalado con el dedo por una conducta económica presuntamente irregular. Pero el suyo no era el único nombre que resonaba entre un runrún de sospechas: mansiones adquiridas en Londres o Nueva York en lo más agudo de la crisis, flamantes construcciones en las islas, millones de euros puestos a buen recaudo en el extranjero.
En los últimos meses han corrido por Grecia hasta cinco listas de presuntos casos de corrupción o fraude fiscal, la mayoría de ellas libelos, hasta que el periodista Kostas Vaxevanis publicó hace una semana en la revista Hot Doc la relación auténtica. La fetén. La lista Lagarde: los nombres de 2.059 ciudadanos griegos con cuentas en Suiza. Su acción le valió ser detenido por la policía y juzgado en un proceso exprés: solo pasaron cuatro días entre el arresto, la instrucción de la causa y, finalmente, su absolución del cargo de revelación de datos confidenciales.
De la lista Lagarde, derivada de los miles de datos de clientes del banco HSBC que filtró en 2010 el extrabajador de esa entidad Hervé Falciani, se conocen solo los nombres propios; cabos de los que tirar en una comprobación sobre la procedencia de los fondos que debería haberse acometido hace dos años, cuando Christine Lagarde, a la sazón ministra de Economía de Francia, entregó el listado a su homólogo griego, Yorgos Papakonstantinu (y este, en teoría, a su sustituto, Evánguelos Venizelos, en 2011).
Desde que empezó la crisis, en 2010, la lucha contra la evasión fiscal —cerca de un cuarto del PIB nacional— ha sido una bandera de decencia y oportunidad política, además de una exigencia inapelable de la troika, que supervisa el estado de la economía griega a cambio de 240.000 millones de euros de ayuda. Pero pasó el tiempo y nada se hizo, o muy poco: por ejemplo, una peculiar campaña del Gobierno, la toma de fotografías aéreas de bienes inmobiliarios (edificios, jardines, piscinas…) que mostraran el desajuste entre los ingresos declarados por el propietario y su verdadero tren de vida. El intento no fue más que eso, una forma de investigar la casa por el tejado (o por el jardín).
De la exclusiva de Vaxevanis se desprenden unos cuantos datos. El primero, que el infortunado Tsanis no estaba entre los 2.059 nombres (y sí en otra lista de una treintena de políticos, aventada en septiembre por un sitio web). Otro importante: que junto a gente de relumbrón —armadores y joyeros famosos; editores de comunicación, presentadores de televisión, artistas y políticos, el excónsul español en Salónica—, en la lista aparecen también amas de casa y estudiantes. Y otro más: que los nombres remiten hasta a 250 sociedades griegas que operan offshore.
El propio Vaxevanis ha subrayado la presunción de legalidad de los depósitos del HSBC, así como el hecho de no haber publicado las cantidades depositadas (unos 2.000 millones de euros hasta 2007). El periodista va más allá: “No hemos robado nada, esos datos deberían ser ya del dominio público. Me he limitado a sacarlos a la luz, una tarea que correspondía a los custodios de la lista, dos ministros que durante dos años se han contradicho hasta el infinito: no la tengo, no sé dónde la he dejado, debió de olvidárseme en el baño… En un momento en que muchos griegos están rebuscando en la basura para comer, es un escándalo que el Gobierno no haya hecho nada para investigar si tras esos fondos hay casos de evasión fiscal. Ahí sí que podría recaudar mucho dinero, y no recortando pensiones o salarios”, explica por teléfono.
La semana pasada, Papakonstantinu testificó ante el Parlamento griego, donde confirmó haber recibido la lista de manos de Lagarde y transmitido a la brigada de delitos financieros (SDOE, en sus siglas griegas) unos 20 nombres de la misma, para su comprobación. Luego, dijo, entregó el archivo a un ayudante, que al parecer lo extravió. Su sucesor, Venizelos, declaró ante la comisión parlamentaria que recibió un lápiz USB del jefe de la SDOE, pero aseguró que no podía demostrar si era el listado original. Y a comienzos de octubre, proporcionó el dispositivo al primer ministro, Andonis Samarás, al constatar que era la única prueba documental existente. Yanis Sturnaras, actual titular del ministerio, aseguró ante el Parlamento no haber recibido ningún documento semejante al tomar posesión del cargo, en junio.
Para Vaxevanis no hay lugar a dudas sobre el agujero negro: “Estamos gobernados por una camarilla de corruptos, y tanto Papakonstantinu como Venizelos tienen amigos que figuran en esa lista. Esa es la única verdad, por eso los medios de comunicación del establishment han silenciado el asunto”, añade. La defensa utilizó para el juicio el argumento de que, dos días después del scoop de Hot Doc, el diario progubernamental Ta Nea reprodujera en su edición impresa el listado íntegro sin que se derivase actuación judicial alguna.
Vaxevanis, próximo a la coalición de izquierdas Syriza (segunda fuerza parlamentaria, 71 diputados), asegura que ha salido indemne del proceso gracias a la repercusión mediática del caso en el extranjero. “Sin el respaldo de los medios de comunicación extranjeros, me habrían sepultado vivo”, declaró tras el juicio al diario británico The Guardian.
¿Una causa para la libertad de prensa?
Aunque la verdadera naturaleza del caso Vaxevanis haya demostrado ser la corrupción, también ha hecho sonar muchas alarmas sobre el estado de la libertad de información en Grecia. Horas antes del juicio que se siguió contra él el jueves en Atenas, el propio Vaxevanis reconocía a este diario sentirse “abrumado por el respaldo de los medios de comunicación internacionales”. Dos días después de ser absuelto, daba un paso más allá al afirmar que, para informarse, “los griegos deben recurrir a los medios de comunicación extranjeros”.
"Igual que en la II Guerra Mundial o la dictadura [de los coroneles]”, le da la razón el periodista y realizador Aris Jatsistéfanu, quien subraya lo que considera doble rasero en la actuación de la justicia y la prensa: “[En el caso Vaxevanis] la justicia ha funcionado bien, pero ha demostrado también que en otros muchos casos no funciona. Esta vez ha sido así por la presión mediática internacional: sin The New York Times detrás, o The Guardian, publicándolo en portada, la sentencia habría sido otra. En Grecia hay una dictadura económica contraria a la democracia y a la libertad de expresión, ahí está el despido fulminante de dos presentadores de la televisión pública esta semana por criticar a un ministro [el de Orden Público por un caso de supuestas torturas policiales]. Pero lo más importante es que la publicación de la lista ha puesto el foco en el verdadero problema de la economía griega, la evasión fiscal”, explica.
La justicia será quien en teoría determine si el dinero que tienen esos 2.059 griegos en Suiza es o no legal. Los medios de comunicación (en su mayoría extranjeros) ya han hecho su parte.