El Banco Central Europeo tendrá un asiento en el supervisor del banco malo
El Gobierno aprueba un decreto para desarrollar la sociedad de gestión de activos inmobiliarios
Sareb nace con una fiscalidad mínima para atraer inversores
El tipo fiscal será el de las SICAV, con un 1%
Madrid, El País
Cuenta atrás para la puesta en marcha del banco malo que debe hacerse cargo de los activos inmobiliarios de la banca, que debe estar en funcionamiento el próximo 1 de diciembre. En esta carrera, el Gobierno ha aprobado este jueves un decreto que desarrolla el funcionamiento de esta sociedad, bautizada como Sareb, en el que se incluyen incentivos fiscales para atraer al capital privado. En concreto, los inversores institucionales que apuesten por el banco malo solo tendrán que pagar en impuestos un 1% de los beneficios.
Según ha explicado el ministro de Economía, Luis de Guindos, el objetivo del Gobierno ha sido "dar atractivo fiscal a quienes inviertan" en el banco malo con tipos impositivos "similares al régimen de la SICAV". Estas sociedades de inversión colectiva abonan un tipo del 1%, aunque deben cumplir una serie de condiciones. Estas ventajas fiscales ya se apuntaban en una enmienda introducida por el Grupo Popular en la Ley de Reestructuración y Resolución de Entidades de Crédito, que es la que regula el banco malo.
Una de las principales novedades introducidas está relacionada con la supervisión: el BCE tendrá, si lo desea, una presencia permanente en el organismo. "La supervisión e inspección correrá a cargo del Banco de España, que estará reforzado por una Comisión de Seguimiento para garantizar el adecuado cumplimiento de los objetivos de interés público para los que la Sareb está diseñada. En esta comisión se integran representantes del Ministerio de Economía y Competitividad, Hacienda y Administraciones Públicas, Banco de España y Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Podrán incorporarse observadores de carácter permanente como el Banco Central Europeo (BCE)", señala un comunicado del Ministerio de Economía.
En la formación de Sareb ya se establecía que habría observadores de instituciones públicas nacionales e internacionales para revisar su funcionamiento. Ahora se especifica que será el BCE, organismo presidido por Mario Draghi, quien tenga este derecho de manera permanente, si desea ocupar el asiento.
Aunque el tamaño máximo del Sareb es de 90.000 millones, el Gobierno calcula que gestionará activos por valor de 60.000 millones de euros, aunque la cifra definitiva dependerá de la evaluación que haga Bruselas sobre los planes reestructuración de las entidades y que Economía ya ha enviado a la Comisión Europea.
Varios fondos para adaptarse a los inversores
El banco malo tendrá mayoría de accionistas privados y, como estaba previsto, se crearán varios fondos con distintos tipos de activos en función de la demanda de los inversores institucionales. Con ello, intentarán adecuarse al interés de los eventuales compradores en los 89.000 pisos o los 13 millones de metros cuadrados de suelo que se calcula que pasarán a formar parte de la sociedad.
Para poder ofrecer una rentabilidad atractiva a los inversores y alcanzar el porcentaje de retorno del 15% que espera el Gobierno, el banco malo comprará los activos inmobiliarios con importantes descuentos sobre el valor en libros, que de media son del 50%. En el caso del suelo, la rebaja se eleva al 79,5%, en las promociones en curso, del 63,2%, y en las viviendas terminadas se situará sobre el 54,2%.
En los préstamos a promotores, otro de los activos que se podrán traspasar al banco malo y que junto al suelo y las participaciones mayoritarias en inmobiliarias serán mayoría en el Sareb, el descuento medio es del 45,6%. En este apartado se prevén recortes del 32,4% para proyectos ya terminados y del 53,6% para créditos destinados a financiar suelo urbano.
En el capítulo de las declaraciones, Guindos ha destacado que el banco malo será un instrumento "más poderoso incluso que las propias inyecciones de capital" para sanear el sector. También se ha mostrado confiado en que permitirá a los bancos dejar de tener en su balance activos inmobiliarios problemáticos para dedicarse a su negocio, que es dar créditos y captar depósitos.
Sareb nace con una fiscalidad mínima para atraer inversores
El tipo fiscal será el de las SICAV, con un 1%
Madrid, El País
Cuenta atrás para la puesta en marcha del banco malo que debe hacerse cargo de los activos inmobiliarios de la banca, que debe estar en funcionamiento el próximo 1 de diciembre. En esta carrera, el Gobierno ha aprobado este jueves un decreto que desarrolla el funcionamiento de esta sociedad, bautizada como Sareb, en el que se incluyen incentivos fiscales para atraer al capital privado. En concreto, los inversores institucionales que apuesten por el banco malo solo tendrán que pagar en impuestos un 1% de los beneficios.
Según ha explicado el ministro de Economía, Luis de Guindos, el objetivo del Gobierno ha sido "dar atractivo fiscal a quienes inviertan" en el banco malo con tipos impositivos "similares al régimen de la SICAV". Estas sociedades de inversión colectiva abonan un tipo del 1%, aunque deben cumplir una serie de condiciones. Estas ventajas fiscales ya se apuntaban en una enmienda introducida por el Grupo Popular en la Ley de Reestructuración y Resolución de Entidades de Crédito, que es la que regula el banco malo.
Una de las principales novedades introducidas está relacionada con la supervisión: el BCE tendrá, si lo desea, una presencia permanente en el organismo. "La supervisión e inspección correrá a cargo del Banco de España, que estará reforzado por una Comisión de Seguimiento para garantizar el adecuado cumplimiento de los objetivos de interés público para los que la Sareb está diseñada. En esta comisión se integran representantes del Ministerio de Economía y Competitividad, Hacienda y Administraciones Públicas, Banco de España y Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Podrán incorporarse observadores de carácter permanente como el Banco Central Europeo (BCE)", señala un comunicado del Ministerio de Economía.
En la formación de Sareb ya se establecía que habría observadores de instituciones públicas nacionales e internacionales para revisar su funcionamiento. Ahora se especifica que será el BCE, organismo presidido por Mario Draghi, quien tenga este derecho de manera permanente, si desea ocupar el asiento.
Aunque el tamaño máximo del Sareb es de 90.000 millones, el Gobierno calcula que gestionará activos por valor de 60.000 millones de euros, aunque la cifra definitiva dependerá de la evaluación que haga Bruselas sobre los planes reestructuración de las entidades y que Economía ya ha enviado a la Comisión Europea.
Varios fondos para adaptarse a los inversores
El banco malo tendrá mayoría de accionistas privados y, como estaba previsto, se crearán varios fondos con distintos tipos de activos en función de la demanda de los inversores institucionales. Con ello, intentarán adecuarse al interés de los eventuales compradores en los 89.000 pisos o los 13 millones de metros cuadrados de suelo que se calcula que pasarán a formar parte de la sociedad.
Para poder ofrecer una rentabilidad atractiva a los inversores y alcanzar el porcentaje de retorno del 15% que espera el Gobierno, el banco malo comprará los activos inmobiliarios con importantes descuentos sobre el valor en libros, que de media son del 50%. En el caso del suelo, la rebaja se eleva al 79,5%, en las promociones en curso, del 63,2%, y en las viviendas terminadas se situará sobre el 54,2%.
En los préstamos a promotores, otro de los activos que se podrán traspasar al banco malo y que junto al suelo y las participaciones mayoritarias en inmobiliarias serán mayoría en el Sareb, el descuento medio es del 45,6%. En este apartado se prevén recortes del 32,4% para proyectos ya terminados y del 53,6% para créditos destinados a financiar suelo urbano.
En el capítulo de las declaraciones, Guindos ha destacado que el banco malo será un instrumento "más poderoso incluso que las propias inyecciones de capital" para sanear el sector. También se ha mostrado confiado en que permitirá a los bancos dejar de tener en su balance activos inmobiliarios problemáticos para dedicarse a su negocio, que es dar créditos y captar depósitos.