ADIÓS AL AMIGO COMUNISTA


Por Hernán Maldonado
Miami, ANF
Simón Reyes, que desde su adolescencia se entregó al sindicalismo minero del que fue un destacado dirigente hasta convertirse en el máximo líder de la Central Obrera Boliviana, falleció este jueves en Santa Cruz, tras una larga enfermedad.
“No pudo recuperarse. No aguantó”, dijo a los medios su hija Ana María Reyes al dar cuenta del deceso en una clínica cruceña, donde Reyes estuvo internado desde hace dos semanas. Hubiera cumplido 80 años el 5 de enero próximo.


Aún adolescente, se incorporó al Partido Comunista y por largos años fue un estrecho colaborador del legendario dirigente sindical Juan Lechín Oquendo, caudillo de la COB por casi medio siglo.

Conocí a Reyes en la cárcel de San Pedro durante el gobierno del presidente René Barrientos Ortuño. Lo visité por curiosidad, sin saber que iba a convertirse en una fuente periodística de primera mano.

El necesitaba que se escuchara la voz de los encarcelados, exiliados, presos y perseguidos. Yo andaba a la caza de primicias para Radio y la Agencia de Noticias Fides.

No necesitaba yo ir a las minas para saber lo que pasaba. Reyes estaba informado “minuto a minuto”. Nos hicimos amigos y lo único que pedía era guardar su nombre en reserva.

No sólo eran noticias del sector minero, tan combatido por el gobierno de Barrientos, sino que Reyes tenía conocimiento amplio de lo que sospechaba ocurría en el sector militar.

Un día me recomendó que le hiciera una entrevista “a tu próximo presidente”. Lo hice y antes de que lo publicara por la Agencia de Noticias Fides estalló la conspiración que Barrientos atribuyó al general Marcos Vásquez Sempértegui.

La entrevista apareció en la portada de Los Tiempos de Cochabamba, cuando la policía política buscaba en todos los rincones del país al general “rebelde”.

Cuando salió en libertad perdí contacto con él y supe que entre 1987 y 1988 se había convertido en el máximo dirigente de la COB.

Cuando el golpe de Estado del general Alberto Natush Busch, en 1979, me encontraba en La Paz como enviado de la United Press International a la Conferencia de Cancilleres de la OEA.

En los sangrientos días de ese golpe, cuando los periodistas vivíamos a salto de mata, me encontré de pronto en las puertas de Ultima Hora con Reyes. Había empezado a encanecer, pero me reconoció rápidamente. Nos dimos apenas un abrazo con la promesa de volvernos a ver.

En medio de las balas y la adrenalina desbordante sentí satisfacción de volver encontrar al amigo comunista con el que tuve una bonita amistad de la que ambos nos servimos. ¡Descansa en paz Simón!

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