Rajoy y Monti esquivan de momento el rescate porque “no es imprescindible”
Monti y el presidente español rechazan la creación de un supercomisario de la UE para vigilar los presupuestos de cada país. Ninguno de los dos quiere el rescate
Carlos E. Cué / Miguel González
Madrid, El País
Sus destinos parecen unidos, pero ninguno de los dos quiere ser el primero. Mariano Rajoy y Mario Monti llevan meses jugando con la idea de acudir al fondo de rescate. Ninguno de los dos quiere. Pero tampoco se pueden permitir el lujo de descartarlo del todo porque los mercados volverían a presionar. Los analistas dan por hecho que España irá primero. Pero el Ejecutivo español no quiere que Italia y Francia se beneficien de una bajada de la prima generalizada mientras Rajoy y sus ciudadanos asumen todo el coste. Este lunes, en Madrid, en la cumbre bilateral hispano-italiana, la cuarta vez en la que ambos se reúnen a solas este año, Rajoy y Monti jugaron de nuevo al despiste con el rescate.
El presidente español fue muy claro: “Es un instrumento que está ahí, cualquier país lo puede pedir, y lo más relevante es que exista”, arrancó. “Cuando crea que es bueno para los intereses generales lo pediré. Si no lo ha pedido el Gobierno es porque entiende que en este momento no es imprescindible”. El Ejecutivo insiste en que puede aguantar porque las subastas del tesoro van bien. El problema, admiten, sigue siendo el de las empresas y bancos españoles, cada vez más ahogados. Todos presionan a Rajoy. Pero el Ejecutivo confía en que cuando llegue de verdad el dinero del rescate bancario esta situación de las empresas se suavizará.
Monti, que también aplaudió que exista lo que los italianos llaman “fondo salva estados” o “escudo anti-spread” —fue él mismo quien habló de él por primera vez en la última reunión del G-20— esquivó el rescate: “No pensamos que Italia tenga que poner en marcha este instrumento”. Pero añadió: “sin perjuicio de las decisiones de otros países”. No está claro si pensaba o no en España.
Monti y Rajoy mostraron sintonía y el italiano bromeó muchas veces, una de ellas con José Manuel García Margallo, ministro de Exteriores. “Francia y España incumplieron el pacto de estabilidad en 2003”, dijo Monti. Margallo le corrigió. “Perdón, Francia y Alemania, me corrige el ministro. Es que llevo a España siempre en el corazón y por eso me equivocó”, se rió Monti.
El español y el italiano, que en la cumbre europea de junio pasado lanzaron un órdago para forzar a la canciller alemana, Ángela Merkel, a aceptar la recapitalización directa de la banca, volvieron a unirse este lunes. Si entonces amenazaron con vetar el pacto por el crecimiento del presidente francés, François Hollande, dotado con 130.000 millones de euros, hoy rechazaron la propuesta alemana de crear un supercomisario europeo de presupuestos, con poder para enmendar los presupuestos nacionales.
Ahora, como entonces, lo que molesta no es la propuesta en sí, sino el hecho de que ésta se presente de modo aislado, como una vuelta más de tuerca en la política de ajuste puro y no enmarcada en un plan que saque a la zona euro, y en particular a las dos grandes economías del sur de Europa, de la recesión en la que están empantanadas.
“Esa idea aisladamente considerada, no me gusta”, dijo Rajoy, quien se mostró dispuesta a condierarla “dentro de un conjunto de medidas” dirigidas a lograr la unión fiscal, bancaria, política y económica. “No suena del todo bien”, agregó de su lado Monti, pues “podría hacer que los mercados pensaran que no funcionan los mecanismos que ya tiene la UE para controlar el déficit”.
Rajoy reclamó una “hoja de ruta, completa y precisa, para completar la integración europea”. Y puso como modelo el plan que diseñó para el lanzamiento del euro: los países sabían que tenían que cumplir una serie de condiciones, en materia de déficit, deuda o inflación, pero también sabían cuál era la meta, la moneda única, y el calendario para llegar a ella.
El problema es que ahora las propuestas se van poniendo sobre la mesa en función de los intereses, incluso electorales, de los gobiernos, contradictorias entre sí cuando no redundantes, como reflejo de la desconfianza de los países más ricos hacia la capacidad de los endeudados para cumplir sus compromisos.
La creación de un supercomisario de presupuestos fue una idea del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, con la que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se ha mostrado “totalmente de acuerdo” en una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel. Pero Monti la calificó auyer de “mito” y subrayó que lo que importa no son los poderes de los comisarios, sino la voluntad política de aplicar sus recomendaciones.
La idea del supercomisario ha dejado en segundo plano la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para que los países con más problemas, como España e Italia, se comprometan por contrato a aplicar reformas estructurales a cambio de recibir inversiones procedentes de un nuevo fondo de la zona euro.
La frustración de Rajoy y Monti se explica porque el éxito de su órdago en la cumbre de junio se ha visto aguado en la reciente cumbre de octubre, en la que Merkel impuso su tesis de aplazar hasta 2014 la puesta en marcha efectiva de la unión bancaria y evitar así la aplicación retroactiva de la recapitalización directa del sistema financiero español.
Carlos E. Cué / Miguel González
Madrid, El País
Sus destinos parecen unidos, pero ninguno de los dos quiere ser el primero. Mariano Rajoy y Mario Monti llevan meses jugando con la idea de acudir al fondo de rescate. Ninguno de los dos quiere. Pero tampoco se pueden permitir el lujo de descartarlo del todo porque los mercados volverían a presionar. Los analistas dan por hecho que España irá primero. Pero el Ejecutivo español no quiere que Italia y Francia se beneficien de una bajada de la prima generalizada mientras Rajoy y sus ciudadanos asumen todo el coste. Este lunes, en Madrid, en la cumbre bilateral hispano-italiana, la cuarta vez en la que ambos se reúnen a solas este año, Rajoy y Monti jugaron de nuevo al despiste con el rescate.
El presidente español fue muy claro: “Es un instrumento que está ahí, cualquier país lo puede pedir, y lo más relevante es que exista”, arrancó. “Cuando crea que es bueno para los intereses generales lo pediré. Si no lo ha pedido el Gobierno es porque entiende que en este momento no es imprescindible”. El Ejecutivo insiste en que puede aguantar porque las subastas del tesoro van bien. El problema, admiten, sigue siendo el de las empresas y bancos españoles, cada vez más ahogados. Todos presionan a Rajoy. Pero el Ejecutivo confía en que cuando llegue de verdad el dinero del rescate bancario esta situación de las empresas se suavizará.
Monti, que también aplaudió que exista lo que los italianos llaman “fondo salva estados” o “escudo anti-spread” —fue él mismo quien habló de él por primera vez en la última reunión del G-20— esquivó el rescate: “No pensamos que Italia tenga que poner en marcha este instrumento”. Pero añadió: “sin perjuicio de las decisiones de otros países”. No está claro si pensaba o no en España.
Monti y Rajoy mostraron sintonía y el italiano bromeó muchas veces, una de ellas con José Manuel García Margallo, ministro de Exteriores. “Francia y España incumplieron el pacto de estabilidad en 2003”, dijo Monti. Margallo le corrigió. “Perdón, Francia y Alemania, me corrige el ministro. Es que llevo a España siempre en el corazón y por eso me equivocó”, se rió Monti.
El español y el italiano, que en la cumbre europea de junio pasado lanzaron un órdago para forzar a la canciller alemana, Ángela Merkel, a aceptar la recapitalización directa de la banca, volvieron a unirse este lunes. Si entonces amenazaron con vetar el pacto por el crecimiento del presidente francés, François Hollande, dotado con 130.000 millones de euros, hoy rechazaron la propuesta alemana de crear un supercomisario europeo de presupuestos, con poder para enmendar los presupuestos nacionales.
Ahora, como entonces, lo que molesta no es la propuesta en sí, sino el hecho de que ésta se presente de modo aislado, como una vuelta más de tuerca en la política de ajuste puro y no enmarcada en un plan que saque a la zona euro, y en particular a las dos grandes economías del sur de Europa, de la recesión en la que están empantanadas.
“Esa idea aisladamente considerada, no me gusta”, dijo Rajoy, quien se mostró dispuesta a condierarla “dentro de un conjunto de medidas” dirigidas a lograr la unión fiscal, bancaria, política y económica. “No suena del todo bien”, agregó de su lado Monti, pues “podría hacer que los mercados pensaran que no funcionan los mecanismos que ya tiene la UE para controlar el déficit”.
Rajoy reclamó una “hoja de ruta, completa y precisa, para completar la integración europea”. Y puso como modelo el plan que diseñó para el lanzamiento del euro: los países sabían que tenían que cumplir una serie de condiciones, en materia de déficit, deuda o inflación, pero también sabían cuál era la meta, la moneda única, y el calendario para llegar a ella.
El problema es que ahora las propuestas se van poniendo sobre la mesa en función de los intereses, incluso electorales, de los gobiernos, contradictorias entre sí cuando no redundantes, como reflejo de la desconfianza de los países más ricos hacia la capacidad de los endeudados para cumplir sus compromisos.
La creación de un supercomisario de presupuestos fue una idea del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, con la que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se ha mostrado “totalmente de acuerdo” en una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel. Pero Monti la calificó auyer de “mito” y subrayó que lo que importa no son los poderes de los comisarios, sino la voluntad política de aplicar sus recomendaciones.
La idea del supercomisario ha dejado en segundo plano la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para que los países con más problemas, como España e Italia, se comprometan por contrato a aplicar reformas estructurales a cambio de recibir inversiones procedentes de un nuevo fondo de la zona euro.
La frustración de Rajoy y Monti se explica porque el éxito de su órdago en la cumbre de junio se ha visto aguado en la reciente cumbre de octubre, en la que Merkel impuso su tesis de aplazar hasta 2014 la puesta en marcha efectiva de la unión bancaria y evitar así la aplicación retroactiva de la recapitalización directa del sistema financiero español.